En el distrito de Tate, 15 km al sureste de Ica, 25 alumnos del colegio Ricardo Palma reciben clases, hace unos días, bajo la sombra de un árbol de huarango. Ello se debe a que, en ese colegio, ocho de las 11 aulas que hay son inhabitables desde el sismo de agosto del 2007.
Si bien se les acondicionaron módulos de madera, la fuerte ola de calor que azota a la región Ica obligó a las autoridades a buscar soluciones. La más práctica –al menos para atenuar la sofocante situación– fue que los directivos del colegio decidieron colocar a los estudiantes del quinto año de secundaria y sus respectivas carpetas bajo uno de los árboles del patio principal.
“Las inadecuadas condiciones en las que los alumnos reciben sus clases dificultan un mejor aprendizaje”, explica el director, Roger Antayhua.
El colegio Ricardo Palma tiene un solo pabellón de dos pisos y alberga en total a 164 alumnos. La mayoría de aulas dañadas está en la planta baja. Hasta el momento, ninguna de ellas ha sido demolida, pese a que Defensa Civil confirmó el grave riesgo de colapso en toda la estructura.
“Tras el terremoto del 2007, el colegio fue incluido en los planes de construcción del Fondo de Reconstrucción del Sur (Forsur), pero nunca se definió si se reconstruía o se efectuaba una nueva edificación”, agregó Antayhua.
La indecisión propició que el proyecto fuera transferido a la Oficina de Infraestructura Educativa y de Servicios (Oinfe), del Ministerio de Educación. Dicha instancia tampoco impulsó las obras, pues realizó observaciones arquitectónicas en los planos.
NECESITAN MÁS DE S/. 3 MLLS.Fuentes de la comuna de Tate manifestaron su interés por retomar el proyecto. Para ello, coordinaron el financiamiento con el Gobierno Regional de Ica y un conocido banco, que estimó la reconstrucción en S/.3 millones.
“Se trataría de una obra por impuestos”, revelaron las fuentes, que optaron por no brindar más detalles, pues la negociación continúa.
Pilar Muñoz Morón, una de las profesoras que más años tiene en el colegio, dijo que en los últimos cinco años la matrícula de alumnos bajó entre el 5% y 7%.
“Hay padres de familia que optaron por retirar a sus hijos y matricularlos en colegios de otros distritos por el riesgo que presentan los salones. La precariedad no solo mortifica a los alumnos, sino que los desconcentra porque temen por su seguridad”, lamenta la docente.