El cruce de las calles Nasca y Ayacucho, en Ica, es escenario de muerte, pero también del nacimiento y crecimiento de un fervor popular. Basta permanecer unos minutos ahí para ver la rauda llegada de iqueños y foráneos que no vienen a rezarle a Cristo, a la Virgen María o a un santo. Llegan para dar una plegaria o un agradecimiento a José Luis Tipacti Peñavásquez, o ‘Chicho’, como lo llaman con fe y cariño.
‘Chicho’ es el niño de 9 años que, la tarde del 15 de agosto del 2007, murió sepultado por una casona a causa del terremoto de 7,9 grados. Había salido de su casa con la moneda de S/.1 que le dio su mamá para ir a una cabina de Internet cercana, con la promesa de traerle los S/.0,50 de vuelto. Pero no volvió. Permaneció largas horas sepultado en ese lugar.
En el terreno al que llegan los fieles no hay una parroquia o alguna capilla, solo un módulo de vivienda. En ese espacio de casi cuatro metros cuadrados se ubica una escultura del niño que está rodeada de flores, cirios, juguetes y de un sinnúmero de fotos que copan los muros de madera. Cuentan los devotos que son de personas que vienen a pedirle un milagro a ‘Chicho’ o que le agradecen porque ya les ha cumplido uno.
Pero esta vivienda prefabricada existe recién desde hace dos años. Fue donada por una devota de ‘Chicho’. Todo empezó con una pequeña cruz de madera dejada en medio de los escombros a los días del hallazgo del niño; el mes siguiente fue una gruta.
“Siempre lo saludo y le rezo un padre nuestro. Le pido que me vaya bien en salud y trabajo”, dice Augusto Blas Ramos (43) tras salir del módulo.
Pero este no es el único lugar que parece un santuario, sino también parte del segundo piso de la casa de ‘Chicho’, en la cuadra 6 de la calle Piura. Sus padres Edith Peñasvásquez y José Tipacti no escatiman en recibir a quien quiera visitar la imagen de su hijo, dejarle juguetes o ropa, que luego donan.
“Todo se comparte […] Jamás he lucrado con mi hijo”, aclara doña Edith, quien estima que en un día de semana llegan a ambos sitios al menos 250 personas.Uno de ellos fue Rolando Ramírez Aquije (69), vendedor ambulante que vino desde Lima muy agradecido. “Me quiso dar un derrame. Pasé su estampa por mi cuerpo y sentí alivio, una mano bendita”, asegura.
Estos lugares de culto popular se instalaron frente a lo que queda del templo del Señor de Luren. Aunque el emblema religioso se vino abajo en el 2007, en muchos iqueños se alza una nueva fe que hasta sede oficial tendría. Y es que los padres de ‘Chicho’ no descartan comprar el terreno, que está en litigio, y edificar sobre él una capilla.
El bebe de la esperanzaEn nuestra edición impresa, conoce también la historia del bebe de 7 meses que sobrevivió entre los escombros en Pisco. Aunque sus padres y hermanas murieron, fue una luz de esperanza para sus abuelos y tíos. Hoy ya tiene 8 años.