Desde que tiene uso de razón, el joven peruano Anthonny Guerra ha cultivado el arte de la mecánica automotriz en el taller de su madre soltera, mientras soñaba con tomar las riendas de su negocio para aliviarla, un horizonte cada vez más palpable gracias a una beca de estudios con la que, asegura, su familia podrá “salir adelante”.
En la pequeña “llantería” de su madre, ubicada en el humilde distrito de Imperial, de la provincia de Cañete, a unos 150 kilómetros al sur de Lima, Anthonny, de 18 años, exhibe su destreza para alargar la vida de los neumáticos y reparar autos, haciendo malabares con las herramientas que conoce como la palma de su mano.
Lo hace bajo la supervisión de su madre, una mujer de 51 años, de poca estatura y mucha determinación. Silvia Benilda parió su taller antes de dar a luz a Anthonny, su primer hijo, y lo maneja sola, de sol a sol, desde que el padre los abandonó, luego de que naciera su segunda hija, Britney.
De lunes a domingo, Benilda trabaja más de doce horas diarias en este taller mecánico, cercado por calles sin asfaltar, que ha sido por casi dos décadas, el único motor y sustento de su familia. “Por suerte mis hijos me ayudan”, comenta a EFE la mujer, con las manos negras de grasa y ataviada con chanclas y calcetines, un sombrero y ropa de manga larga para protegerse del sol abrumador.
De “meta casi imposible” a realidad
Cuando Anthonny estudiaba secundaria, en un colegio público de Cañete, el joven salía con Benilda a las cinco de la madrugada de su rudimentaria casa, en el distrito de Asunción, hasta llegar a la “llantería”, donde trabajaba en las mañanas antes de asistir a sus clases en el turno de tarde.
El joven, quien siempre se consideró un “buen estudiante”, acabó el instituto en 2020, en plena pandemia, y al año siguiente se quedó solo al mando del taller por problemas de salud de su madre.
“Al terminar secundaria, yo pensaba estudiar una carrera técnica, de corto tiempo, de mecánica automotriz (...) porque no tenía los recursos necesarios para estudiar en una universidad buena (...) era una meta casi imposible”, admite a EFE, con cierta timidez.
Pero Anthonny se equivocaba, antes de cerrar 2022, recibió la noticia de que había ganado una beca de Financiera Confianza para cursar la carrera de ingeniería mecánica en la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC) de Lima, una de las más prestigiosas de Perú.
“Me puse muy feliz, empecé a llorar con mi madre”, recuerda el joven, tras explicar que, así, espera poder “ayudar a la familia a salir adelante”.
Sus ambiciones, ahora, pasan primero por terminar la carrera y, luego, por continuar con el taller de Benilda, para que ella pueda descansar, y apoyar en los estudios de su hermana “para que también sea profesional”.
Educación, la mejor herencia
Anthonny fue uno de los cuatro beneficiarios de la primera edición de las Becas Financiera Confianza, entidad de la Fundación Microfinanzas BBVA, que también entregó este reconocimiento a dos jóvenes de la selvática región de San Martín y a otro del norteño departamento de Piura, quienes estudiarán Medicina, Enfermería e ingeniería en la universidad.
“La beca incluye todo lo que es la pensión académica, una manutención mensual y curso de inglés, costos administrativos y, algo muy importante, un acompañamiento tanto emocional como académico durante toda la carrera del becario”, explica a EFE Ana Cecilia Akamine, gerente general de Financiera Confianza.
Según la entidad, esta iniciativa nació con el objetivo de reconocer a los hijos de emprendedores rurales o urbanos cuya historia de vida y lucha para salir de la pobreza “representa un ejemplo para la sociedad”.
“Queremos reconocer el esfuerzo que hacen nuestros emprendedores a través de sus hijos, porque la educación es la mejor herencia que puedes tener para ellos”, sentencia Akamine, tras mencionar que la educación tiene un “efecto multiplicador” que sobrepasa los límites del desarrollo personal del alumno.
Por eso, durante el proceso de selección de los becarios, Financiera Confianza revisó las historias de vida de los emprendedores, el cumplimiento académico de sus hijos y “los sueños que tienen para ver si es algo que va a contribuir al desarrollo de su familia o inclusive de su comunidad”.
Ahora, la entidad ya está trabajando para lanzar, en el segundo semestre de 2023, una nueva convocatoria que otorgará tres becas a familias como la de Benilda y Anthonny, que merecen salir adelante.
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