Sara Cauper, de 6 años, y su hermana mayor Roxana, de 7, disfrutan desde hace solo unos meses de la sensación de tener un baño en plena selva amazónica peruana, gracias a un proyecto de baños ecológicos para mejorar la salud de los niños de remotas comunidades afectadas por inundaciones en la región Loreto.Junto a sus padres, Rober y Flor de María se instalaron hace un año en Indiana, capital del distrito del mismo nombre, a orillas del río Amazonas en la región de Loreto, donde consiguieron una vivienda en un barrio en el que han sido realojadas unas 46 familias que lo perdieron todo en las inundaciones de 2012.La emergencia se volvió a repetir en 2015 en Loreto, la región mas extensa de Perú y superior al tamaño de Ecuador, cuando nuevamente intensas lluvias volvieron a anegar cultivos y viviendas se espera que vuelva a ocurrir en 2016 debido al fenómeno limatológico de El Niño.Así cuando apenas han salido de una emergencia y temen entrar en otra, la familia Cauper está muy contenta con los baños ecológicos, que benefician también a otras 90 familias de Indiana gracias a un proyecto de Unicef, la Municipalidad de Indiana y la propia comunidad, que apoya en la construcción de estos baños.Rober Cauper explicó a Efe que estos baños “han mejorado la vida de toda la comunidad” no solo por el peligro que suponía para los niños internarse en el bosque para hacer sus necesidades sino también por “la higiene”.Ahora, Roxana, que sueña con ser enfermera, no teme ya ir al baño y que le sorprenda una culebra venenosa.“Cuando llegaron los materiales para la construcción de los baños fue una sorpresa”, ya que “siempre nos decían que íbamos a tener un año pero no había cuando”, afirmó Rober, que recordó que fue un omento “muy lindo, especialmente para los niños”.Frente a su casa, en la que no hay agua corriente pero sí luz eléctrica desde las seis de la mañana hasta la medianoche, se ha instalado un baño hecho con tablones de madera y que cuenta con un módulo para el inodoro y otro que hace las veces de plato de ducha, fregadero y lavamanos.El agua de la lluvia se almacena en un tanque y los residuos caen en un círculo de palmeras de plátano que evita que se formen charcos.Rober también ha instalado un toldo y ha cerrado la plataforma de madera con unas cañas para que su mujer y sus hijas no sufran con el sol y la lluvia mientras se asean.“Nosotras nos sentimos mas seguras, mas cómodas. Nos sentimos muy agradecidas” con este baño, afirmó Flor de María.Roxana explicó que ahora se baña con “el agua de la lluvia” y que lo que más le gusta es “enjabonarse y lavarse el cabello”.En el colegio al que acuden los niños de “Villa San Martín”, también se han instalado otros dos baños ecológicos.Con estos baños y con una campaña para fomentar el lavado de manos se pretende paliar las deficientes condiciones sanitarias que contribuyen a que los niños sufran infecciones respiratorias y enfermedades diarreicas agudas.En Loreto, que es la región con la mayor población indígena de Perú, mas del 30 % de las viviendas carece de electricidad, solo el 34,1 % se abastece de agua de la red pública y el 32,6 % tiene servicio sanitario con desagüe.Los niños del colegio “Villa San Martín” recibieron el pasado 7 de diciembre la visita de la doctora Maura Pachas, que tras explicarles cómo se deben lavar correctamente las manos y los dientes para prevenir enfermedades les hizo entrega de un kit de higiene de Unicef.Pachas explicó que los kits constan de una pastilla de jabón, una jabonera, un cepillo y pasta de dientes, un peine y un espejo.En una región con altos niveles de desnutrición (24,6 %) y de anemia (54,7 %), esta situación se puede agravar por la inseguridad alimentaria y la exposición de los niños al agua contaminada que se produce en la época de las lluvias.Las inundaciones durante la creciente también hacen que los niños pierdan meses de clases porque los colegios cierran.En el distrito de Indiana, donde viven unas 12.000 personas, en algunas comunidades “un niño puede estar hasta tres meses aislado en su casa. Todo es agua. No hay manera de salir”, dijo a Efe un portavoz de Unicef.Para estas situaciones de emergencia se ha puesto en marcha la estrategia “Juguemos, sonríe” con la que se pretende que los niños puedan bajar el nivel de estrés emocional, así como detectar a tiempo abusos y maltrato familiar que se suelen producir en los albergues.En el centro de Indiana, está el local de “Juguemos, sonríe”, una antigua sala de baile que ha sido acondicionada como ludoteca y a la que acuden diariamente unos 60 niños.Fuente: EFE
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