Hace tres años la foto de una mantarraya de ocho metros, amarrada con cabos en la caleta La Cruz, en Tumbes, dio la vuelta al mundo. Desde entonces, los reportes de capturas de ‘mantas’ se hicieron frecuentes. Se las veía agonizantes, heridas. Luego de atraparlas, los pescadores artesanales las vendían a cuatro soles el kilo. La tortura terminaba con la mantarraya servida en tortilla o chinguirito en los restaurantes de Tumbes.
Eso hizo, por ejemplo, Edgardo Cruz Zapata, de 48 años, el pescador que en abril del 2015 capturó a la mantarraya que fue fotografiada. Él dice que fue incidental, que el pez se enredó en el ancla de su bote, Pollito I, donde ahora viajamos. El Comercio acompañó durante tres días a un grupo de biólogos y voluntarios de la ONG Planeta Océano para buscar mantarrayas en Tumbes.
Es mediodía. Casi todos dormitan en la embarcación, salvo Wilmer Purizaca. Hace tres años, este pescador artesanal de Zorritos también cazaba mantarrayas. Ahora –al igual que Edgardo Cruz– las protege junto a Planeta Océano. Es el guía, el experto en estos peces gigantes. Los localiza incluso cuando nadie los ve. De pronto, sus gritos levantan a la tripulación. “¡Las ‘mantas’! ¿Ves ese remolinito? Ahí están”, dice y todos saltan.
—La primera ‘manta’—Robbie Schallert y Natalie Arnoldi, biólogos de la Universidad de Stanford, se apresuran a preparar unos dispositivos satelitales que colocarán a las ‘mantas’. Estos permitirán conocer sus rutas, ubicación y comportamiento. “Queremos generar mejores medidas de manejo de las mantarrayas. Entre Ecuador y el mar de Tumbes se concentra quizás la población de mantarrayas más importante del mundo”, dice Kerstin Forsberg, directora de Planeta Océano.
El motorista detiene la embarcación. Robbie se lanza al agua con el dispositivo satelital. Sigue la aleta de la ‘manta’, pero el animal huye. Robbie no logra colocar el dispositivo.
“Las mantarrayas son inofensivas, hermosas. Valen mucho más vivas que muertas”, dice Forsberg, quien ha seguido atenta la operación. Minutos más tarde, Robbie vuelve al agua decidido a marcar a la mantarraya. Esta vez es más sigiloso y sí lo logra. Forsberg salta de emoción. Esta es la primera mantarraya marcada con un dispositivo satelital.
La información que se obtenga de las mantarrayas –explica Forsberg– servirá para implementar mejor el proyecto ecoturístico que trabaja con la comunidad de Zorritos desde el 2011. Hace tres años unos 20 pescadores se unieron al proyecto de Planeta Océano. “Una ‘manta’ viva puede generar ganancias de un millón de dólares anuales en turismo; en cambio muerta vale entre 20 y 500 dólares”, dice Forsberg.
A fines del 2015, como respuesta a la matanza de mantarrayas en el mar del norte, el Estado emitió la Resolución 441-2015-Produce, que prohíbe la extracción y comercialización de la mantarraya gigante. Forsberg dice que es un gran avance legal, pero acepta que falta mucho por hacer, como capacitar a los pescadores. A fin de año, Planeta Océano espera que su proyecto ecoturístico levante vuelo. Han programado comprar un yate para trasladar a los turistas interesados en nadar y avistar mantarrayas. El viaje incluye cebiche a bordo, tertulia y la recompensa de saber que se está protegiendo a una especie vulnerable.