Corre el año 2020, la pandemia de COVID-19 está en uno de sus picos máximos y todos estamos obligados a cumplir un estricto confinamiento. Miles de peruanos que dependían de sus ingresos diarios quedan a la deriva sin poder llevar un plato de comida a la mesa. Ante esta terrible situación, doña Elsa, ama de casa y madre de cuatro hijos, sale a tocar las puertas de sus vecinos en el predio El Tingo. “Necesitamos ollas y cucharas, yo pongo la cocina, vamos a hacer una olla común”, anuncia.
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Como parte de la campaña Peruanos que Suman de El Comercio y el BCP llegamos a Huánuco para conocer a una de las fundadoras de la red de ollas comunes en esta ciudad, una iniciativa desde la que buscan que unas 125 personas de bajos recursos económicos puedan tener un plato de comida en la mesa cada día.
Desde que era pequeña, en su natal Huancayo, doña Elsa mostró un enorme interés por los programas sociales. Por ello, hace 46 años cuando se casó y se mudó a Huánuco, a nadie le sorprendió que se volviera voluntaria en programas como el Vaso de Leche o asuma la presidencia de su junta vecinal.
“Cuando cayó la pandemia me partía el corazón ver a tantas personas que no podían llevarle comida a sus niños. Yo crecí en un hogar de bajos recursos y trabajando conseguí mejorar mi situación, así que ahora busco la forma de apoyar a quienes hoy pasan lo que yo pasé”, nos cuenta.
Lejos de sumirse en la pena, sin embargo, doña Elsa decidió juntar a sus amigas y comenzaron a buscar voluntarias en su barrio.
En poco tiempo encontraron a una vecina que puso un cucharón, otra que llegó con una olla industrial, doña Elsa ofreció su cocina y su casa. De repente, unas 30 mujeres se habían organizado para brindarle alimentos a los más necesitados.
Una vez que menguó la pandemia, doña Elsa y sus socias encararon otro problema.
Según las últimas cifras, divulgadas en el 2022, Huánuco registra una tasa cercana al 19% de desnutrición infantil y el 52% de menores de 3 años sufre de anemia.
Era hora de que las ollas se multipliquen.
Actualmente la iniciativa se ha convertido en la red de ollas comunes de Huánuco, hay 93 cocinas en las que día a día más de un centenar de voluntarias se dedican a atender a 125 personas que van desde niños de bajos recursos hasta discapacitados o personas de la tercera edad.
“Yo lo que busco es dejar un legado y que Elsa, Julio Cesar, David y Richard, mis hijos, se sientan orgullosos de mí”, nos confiesa doña Elsa, quien también es presidenta regional del Club de Madres, mientras termina de alistar su stand en “A Comer Pescado”, una feria organizada por el Ministerio de la Producción que busca incentivar el consumo de este nutritivo alimento.
“A la desnutrición y la anemia les ganamos todos juntos”, asegura sonriente.