Si uno guarda absoluto silencio en Jauja, puede escuchar en el viento los rezagos de aquellas características melodías compuestas por saxos, clarinetes, arpas y violines que cada 20 de enero ponen a bailar a todo el valle del Mantaro.
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Como parte de la campaña Peruanos que Suman de El Comercio y el BCP, hemos llegado hasta la primera capital del Perú para conocer a Mirko Ñaupari, un joven que busca preservar la esencia de la Tunantada, Patrimonio Cultural de la Nación desde el 2011 y una de las danzas más importantes del centro del país.
“La Tunantada es muy importante para nuestro pueblo. Nosotros somos la provincia que más baila. Por eso dicen que Jauja baila y Huancayo avanza”, explica orgullosa Amelia Caballero, autodenominada la mejor cocinera de caldos en la ciudad y madre de Mirko, mientras él se enfunda en su característico traje de danzas.
A sus 28 años, Mirko divide su tiempo libre entre cumplir con sus labores como bombero voluntario y ser danzante. La Tunantada lo ha arrullado desde la cuna, pues sus padres también la bailaban y su abuelo, Román Caballero, fundó la asociación de tunanteros Los Rebeldes de Masma, en un pueblo ubicado a tan solo 15 minutos de Jauja.
“Mi abuelo interpretaba a la huaquita, un personaje al que antes solo caracterizaban los hombres pues las mujeres no participaban del baile”, detalla Mirko mientras se acomoda la característica careta y sombrero de ala ancha que identifica a los arrieros, el personaje al que da vida desde hace más de una década.
La Tunantada, cuyo origen se remonta a la época colonial, nació como una sátira a los colonizadores españoles y en ella se ven representados diferentes personajes de la sociedad. Uno de ellos es el arriero, aquel ganadero proveniente del Virreinato del Río de la Plata, lo que ahora es el norte de Argentina, que se reunía con sus “compadres” en la plaza La Samaritana para comerciar con alimentos y demás productos.
“Los arrieros fueron los primeros en llegar a Jauja. Las fiestas entre ellos se armaban a ritmo de guitarra, mientras los ciudadanos asistían a comprar”, narra Mirko, quien hace cinco años se juntó con otros compañeros danzantes para fundar la Asociación de Arrieros Sentimiento Yauyos - Jauja, dedicada a preservar la Tunantada.
Pero si cada año miles de personas celebran la Tunantada, ¿qué es lo que hay que preservar? “Lo que se encuentra actualmente en riesgo en nuestra Tunantada es la esencia de sus personajes. Al arriero, por ejemplo, le venían implantando características de otras culturas que no le correspondían y eso llevaba a la tergiversación del personaje”, asegura.
Por ello, una de las actividades principales dentro de su asociación es la de recibir a los jóvenes y niños interesados en la Tunantada y educarlos sobre los orígenes de su personaje. “De esa forma utilizarán los ropajes correctos y lo interpretarán como realmente es, sin llevarlo a los excesos que se venían cometiendo”, explica.
La labor de Mirko sin duda permitirá que las futuras generaciones puedan disfrutar de la Tunantada en su estado más puro. Una misión que lo vuelve parte de Peruanos que Suman.
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