Nuestra aventura por el centro del país ha terminado. En 14 días hemos recorrido más de 2 mil kilómetros, visitado una docena de ciudades y conocido las maravillosas iniciativas con las que nuestros compatriotas están sumando a su comunidad.
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Mientras degustamos junto a Hugo uno de los deliciosos juanes que nos ha preparado Blanca Pérez luego de la entrevista que le realizamos no podemos evitar pensar en que ha sido un auténtico privilegio haber podido explorar un territorio tan maravilloso y llevarles a ustedes estas inspiradoras historias.
Pero esta aventura debe ser aprovechada al máximo, así que nuestro última entrada a la bitácora de esta etapa también buscará compartirles algo que nos sorprendió. Y como no podía ser de otra manera por estas fechas, hablaremos un poco sobre las fiestas de San Juan.
Desde Tingo María se respira en la selva central un ambiente festivo y el ajetreo se apodera de los vecinos, quienes se apuran por ultimar los preparativos para las celebraciones. Este año San Juan caerá sábado, algo que pocas veces sucede y por lo que la fiesta promete extenderse más que en otras ediciones.
Blanca me interrumpe, sin embargo, para aclararme algo. “Si bien San Juan se celebra el 24 las celebraciones comienzan mucho antes. El Juane de por sí es una fiesta, una tradición que empieza meses atrás, cuando las familias engordan a sus gallinas a punta de maíz amarillo y vegetales, ese es el secreto para que estén gorditas pero no duras”, me confiesa.
El rol que cumple el Juane dentro de la celebración es, ciertamente, impresionante. Por un lado, involucra a toda la familia en su preparación. Por otro, dinamiza la economía local con una demanda de productos que -según entendidos en la materia- llega a quintuplicar la regular. Y, finalmente, es una fantástica muestra de sincretismo.
Para esto último vasta con saber que aquel delicioso potaje -que si bien existe desde la época prehispánica luego reconfiguró su significado- representaría la cabeza de San Juan Bautista, quien fue decapitado por orden de Herodes Antipas (hijo de Herodes El Grande), demostrando así la enorme influencia que tuvieron los jesuitas y franciscanos durante la evangelización de la selva central.
Eso también explica por qué San Juan es considerada la fiesta del agua, pues hay que recordar que al mismo personaje bíblico se le atribuye el bautizo de Jesús en el río Jordán.
Un último dato que captó mi atención sobre este delicioso platillo es el origen, una transformación de “huanar”, palabra que usaban los antiguos amazónicos para denominar al proceso de cocer un alimento dentro de las hojas de bijao y a fuego lento.
Y así, con el último bocado a nuestros juanes, nos despedimos por ahora de Pucallpa y del centro del país.
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