“Se nos fue Fritz” fue la frase que el domingo 25 de mayo del 2014 me despertó poco antes de las seis de la mañana. Hace un año partió cuando aún tenía mucho por hacer. Nunca mejor aplicada aquella frase tantas veces dicha, pero pocas veces meditada: “Es una pérdida irreparable”.
A los periodistas que trabajamos con él, Fritz nos dejó la valla muy alta, pero el camino trazado. Muchas cosas han ocurrido desde su partida, pero quizá la más destacable ha sido la destitución de Carlos Ramos Heredia como fiscal de la Nación. Bajo su dirección, el equipo de Política, y especialmente el periodista Rodrigo Cruz, señaló que Ramos Heredia no podía asumir el mando del Ministerio Público. Sus antecedentes así lo demostraban. Ser primo de Nadine Heredia era solo una anécdota en su hoja de vida. El tiempo nos dio la razón.
El 27 de abril del año pasado, en su columna de cada domingo, escribió: “El próximo fiscal de la Nación viene arrastrando continuos cuestionamientos que van desde su ineficiente accionar en la tragedia de Utopía hasta su extraña participación en el encubrimiento de ‘La Centralita’ en Áncash, entre otros oscuros episodios en los cuales ha estado involucrado. […].
Más aun, es seguro que pase todo su mandato defendiéndose de diversas acusaciones constitucionales. Ciertamente, no es el marco de estabilidad, transparencia y reflexión al más alto nivel en el Poder Judicial que esperamos los peruanos”.
Hubo quienes nos acusaron de una campaña injusta en contra de Ramos Heredia, y que nuestra “fijación” por este personaje estaba ligada a su parentesco con la primera dama. ¡Nada más lejos de la verdad! Demostramos que ni su nombramiento como fiscal supremo había sido legítimo.
Pero esta no fue la única batalla periodística que Fritz libró. También le tocó poner el dedo en la llaga en la mafia que se cocinaba en algunas regiones del país, y le abrió las puertas a la investigación que Cecilia Valenzuela encabezó en Willax TV sobre el ilegal resguardo a Óscar López Meneses.
En su última columna, Fritz abordó los problemas que había traído consigo un “precipitado proceso de regionalización”, a raíz de la corrupción revelada en Áncash bajo la presidencia del hoy reo César Álvarez.
“La mezcla de precariedad institucional con presupuestos elevados era una receta segura para la corrupción y esta, inevitablemente, se ha materializado. Incluso la velocidad con la que los gobiernos regionales han sido copados por las mafias ha sorprendido a tirios y troyanos”, dijo entonces, y fiel a su estilo planteó una medida audaz: desandar lo avanzado y apostar por las macrorregiones.
“Si bien muchos dirán que esas medidas serían un retroceso en la descentralización, el hecho real es que si no actuamos de inmediato corremos el riesgo de que, luego de cuatro años más de este creciente nivel de desorden y corrupción, el deterioro sea de tal grado que al final no quede más remedio que derogar la regionalización”.Así era Fritz, claro y audaz en sus planteamientos. Un año después no nos basta recordarlo: el mejor homenaje sería seguir la línea del camino que dejó trazado.
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.@Ollanta_HumalaT: Estado de emergencia se levantará antes si se restablece paz en Islay ► http://t.co/vdEL08ibi6 pic.twitter.com/WIxGHJgXQ3— Política El Comercio (@Politica_ECpe) Mayo 23, 2015