Resulta un gran alivio para el gobierno, y para la población en general, que la huelga de los maestros haya llegado a su fin el último sábado y que el sistema de evaluaciones se mantenga pese a la obstinación de algunos dirigentes. Sin embargo, la huelga no solo ha dejado huellas en miles de niños que han perdido dos meses de clases, sino también –desgraciadamente– puso en evidencia algunos de los flancos débiles del gobierno de turno.
Permitir que la medida llegue a Lima y al mismísimo San Isidro –por poco los huelguistas llegan hasta la casa del presidente– fue uno de los tantos errores en el manejo de esta crisis.
Pero antes de que se desatara la protesta magisterial, el gobierno ya evidenciaba varias carencias, aunque para el presidente Kuczynski la huelga de los maestros simplemente no “ayudó” a mantener sus niveles de aprobación. Esa fue la respuesta que le dio a Aldo Mariátegui el último viernes en RPP, cuando este le preguntó por el 19% de aprobación que le da la encuestadora GFK.
“Yo no creo nada en esa encuesta. Para bajar de 31 a 19 tiene que pasar algo catastrófico y no ha pasado”, dijo sin inmutarse PPK en la entrevista mensual que brinda a RPP.
Como dicen los entendidos, sobre todo durante períodos electorales, las encuestas son “una foto del momento”, pero parece que este tipo de mediciones son más bien el registro de una serie de momentos y pequeñas catástrofes.
Según el razonamiento del jefe del Estado, caer 12 puntos en un solo mes (en la medición de agosto tenía 31 puntos) resulta imposible, salvo que haya ocurrido una catástrofe.
¿Acaso no resulta catastrófico para su gobierno que en una bancada de 17 miembros como la suya, el primer ministro señale públicamente que solo puede trabajar con 10? ¿No es acaso una catástrofe que los niños con menos recursos que son los que acuden a colegios públicos hayan estado más de dos meses sin estudiar? ¿No es acaso lamentable que haya 250 maestros sentenciados por terrorismo y que continúen siendo parte del magisterio? ¿No es una tragedia que una persona muera en un hospital de Essalud y que no la atiendan hasta que no presente su DNI? Además, vivimos la permanente lacra de la corrupción, sin que se vean visos de solución. ¿No es una catástrofe que un ex presidente prófugo como Alejandro Toledo se burle de la justicia y que el gobierno no exhiba ningún afán de extraditarlo?¿No le resulta llamativo al mandatario que los dirigentes del partido que patrocinó su candidatura presidencial, Peruanos por el Kambio, quieran cambiarse de nombre para no identificarse con este gobierno y que sus miembros sean los más conspicuos críticos de su administración?
Y para sumar a las desgracias, su primer vicepresidente Martín Vizcarra admite públicamente (en entrevista a este Diario) que el gobierno al que pertenece no ha podido cumplir ninguna de las metas que se planteó cuando asumió el poder el 28 de julio del año pasado.
Podríamos enumerar algunas otras “catástrofes” que PPK no está viendo en el horizonte, pero no es lo prudente, no para quienes creemos que la institucionalidad democrática debe preservarse a como dé lugar.
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