En la víspera de ser destituido e inhabilitado por el Congreso, César Hinostroza dejó un autoperfil para, de algún modo, compensar las pestes que se dicen y se seguirán diciendo de él. La larga entrevista que dio a Fernando O’Phelan, director de la ONG Pro Justicia, se puede resumir así:
“Soy un joven jaujino que llegó a los 16 años a Lima a postular a San Marcos. Ingresé en los primeros puestos, tuve buenas notas, egresé y puse mi bufete en la plaza San Martín. Fui invitado a la judicatura e hice carrera desde 1983. No me querían, porque siendo un modesto provinciano tuve la osadía de postular a juez superior y luego supremo. Dicen que defendí a un ciudadano chino que traficaba armas en el 2001, pero fue en mi ejercicio de abogado, ¿cuál es el problema? Se me acusó de plagio, resultó ser falso. Cada que postulaba salían denuncias. Cuando no postulaba todo estaba ‘tranquilo como agua de tanque’”.
El rollo termina en una nota dramática: “Nunca me he apartado de la ley, soy casado y tengo tres hijas, mi familia está destrozada por lo que me están haciendo”.
—Nadie lo comprende—
El juez con la soga al cuello quiso seguir hablando mientras –ahora lo sabemos– evaluaba su fuga. Tras grabar su larga entrevista fue a La Mula a vérselas con un panel de cuatro periodistas. Estuve entre ellos y doy fe de que fue un hueso duro de roer: negó el tráfico de influencias que chillan los audios atrincherado en la ‘reserva procesal’ e insistió en el cuento del provinciano que encuentra obstáculos que no enfrentan otros en su ascenso.
Detengámonos en este mito del emprendedor regional incomprendido que paga derechos de piso que no pagan los limeños AB y, en compensación, pide licencias para brincarse la ley. Tal es el razonamiento cínico que rezumó Hinostroza entre líneas y que he oído antes en los corrillos que buscan explicar las controversias generadas por personajes como Joaquín Ramírez, Edwin Oviedo o Antonio Camayo. Precisamente los dos últimos están íntimamente ligados a Hinostroza en audios e investigaciones fiscales.
Le pregunté insistentemente al ex juez si por su edad y bagaje académico, Oviedo y Camayo lo tenían por un referente de prestigio. Aunque la vanidad (la misma con la que nos admitió que quiso presidir el Poder Judicial, pero lo ganó Duberlí Rodríguez) estaba a punto de responder por él, se puso evasivo.
Decir que sí era una forma de admitir que era cabecilla de un clan. Pero es evidente el ascendiente que tenía sobre ese par: en un audio, Camayo, amigo de Oviedo desde sus penurias de emprendedores en La Parada, le pide esbozar ideas para que Oviedo las use en una entrevista con Milagros Leiva. Le recordé ese audio y sonrió incómodo. Y le recordé que aunque su sala no vio ninguna casación de Oviedo, hay un audio del 7 de mayo en el que conversa con Roly Capcha, procurador del Poder Judicial, y este le cuenta de los procesos de Oviedo en Chiclayo. Se puso más evasivo aún.
Hay muchos poderosos del “ámbito empresarial, político y deportivo”, como señala el informe acusatorio del congresista Oracio Pacori, que podrían estar interesados en que Hinostroza calle, pues alguna vez sus abogados, o ellos mismos, negociaron su influencia. Oviedo, el fujimorismo –que tuvo una sentencia favorable suya en la calificación de una casación–, sus colegas supremos y los fiscales que han cometido deslices que él conoce muy bien, las mafias que se cruzaron en su paso por la Corte Superior del Callao (precedió allí a Walter Ríos) están en esa lista sensible.
Los informes de Pacori y de la fiscal Sandra Castro, que lo sindican como cabecilla de Los Cuellos Blancos del Puerto, citan algunos casos para los cuales los audios arrojan evidencias contundentes: presunta influencia en la ratificación del juez Ricardo Chang, que luego sentenció a su favor en una demanda de nivelación salarial, además de similares presunciones en varios casos de gestión de puestos y ratificaciones en confabulación con Ríos y los ex consejeros del CNM.
Toda esta carga documentada llevó a la Comisión Permanente a pedir que se le acuse por patrocinio ilegal, tráfico de influencias y negociación incompatible. El delito de pertenencia a una organización criminal fue dejado de lado y vuelto a considerar en el pleno, tras un debate en el que el fujimorismo, acusado de querer blindarlo, cambió de opinión.
—Cana española—
¿Por qué fugó Hinostroza luego de la votación del pleno y no antes? ¿Esperó a ver si lo blindaban? Cuando fue al Congreso el jueves 5, su suerte estaba echada. Es probable que ya hubiera decidido fugar tras la cita a la que no podía faltar, pues hubiera, ahí sí, encendido todas las alarmas. Por eso, al día siguiente, el 6 de octubre, con otras noticias atarantándonos, salió con rumbo a la frontera con Ecuador.
Si España fue el destino escogido es porque allí tiene una hija estudiante. Así lo ha confirmado su nuevo abogado William Paco.Las culpas han sido plurales, pero el gobierno llevó la mayor parte con la renuncia del ministro Mauro Medina, responsable político del violado impedimento de salida. El ex juez puede haber fugado con la ayuda de la pequeña corrupción que fingió desidia en el control fronterizo.
Luis Pásara, estudioso del Poder Judicial y de sus reformas frustradas, dice que Hinostroza es el primer supremo fugado, lo que da cuenta de la podredumbre generalizada y estratificada en el Poder Judicial. Por supuesto, sería ingenuo pensar que defenestrado y encanado el juez se acabó la rabia. Tan o más importante que perseguir casos como él es reformar el sistema que los cobija. Eso tomará más tiempo que extraditarlo de España.