Ocho meses de distancia y dos frases calcadas: el “no voy a abdicar” de Pedro Pablo Kuczynski y el “no me van a doblegar” de Martín Vizcarra.
Como en los álgidos días previos al primer proceso de vacancia –realizado en diciembre–, el choque entre el Ejecutivo y la oposición comandada por Keiko Fujimori parece renacer en la actualidad. Revelaciones, críticas de uno y otro lado y amenazas de citaciones al Congreso recuerdan una historia conocida. Sin embargo, con ese precedente a cuestas, los márgenes de maniobra para el Ejecutivo y Fuerza Popular ahora son distintos.
—No es lo mismo—El Vizcarra que hoy gobierna no es el Kuczynski al cual la creciente tensión llevó al primer intento de vacancia.
Días antes de ese primer proceso, PPK tenía una desaprobación del 75%, disparada por la revelación de vínculos entre su empresa Westfield Capital y Odebrecht.
“Había información que lo hacía vulnerable. Hoy es al revés. Se archivaron las acusaciones contra un Vizcarra que viene en alza y, tras el destape de los CNM Audios, la vulnerabilidad pasó tanto a Keiko Fujimori como a Fuerza Popular”, advierte el politólogo del IEP Martín Tanaka.
La aprobación de Vizcarra repuntó radicalmente tras su llamado a un referéndum en su mensaje del 28 de julio. Hoy Vizcarra triplica la aprobación de Fujimori, cuando en diciembre era la lideresa de Fuerza Popular la que predominaba sobre Kuczynski en aceptación ciudadana.
“A diferencia de hace ocho meses, cuando PPK era el que tenía las de perder, hoy Keiko Fujimori es quien está en esa posición ante la escalada de confrontación. Quieren cambiar el foco de la discusión sin darse cuenta de que Fuerza Popular ya no tiene la sartén por el mango”, remarca el socio del Grupo 50+1, José Carlos Requena.
—Sin desgaste —El reciente quiebre en la relación entre Vizcarra y Fujimori encuentra al mandatario con un casillero limpio en cuanto a control político.
Mientras Kuczynski y la oposición arrastraban en diciembre interpelaciones, renuncias o cuestiones de confianza, Vizcarra no carga hoy con ese desgaste.
“Ha sabido correr la ola ante una oposición que no se ha mostrado tan propositiva como dice ser”, enfatiza Requena.
Desde el primer proceso de vacancia hasta la fecha, la bancada fujimorista también perdió el control de la mayoría simple en el Parlamento.
En ese contexto, la incertidumbre en torno a sus alianzas coyunturales con otras bancadas reduce aun más el margen de maniobra en esta escalada de tensión, según los especialistas consultados.
“El fujimorismo no parece tener las de ganar esta vez. Jugar la carta de la confrontación solo sería contraproducente para ellos. Ojalá se den cuenta de que pueden ser copartícipes de una reforma que debe pasar por el Congreso y en la cual los dos podrían reclamarse ganadores”, concluye Tanaka.
Aunque la historia parezca conocida y desde algunos sectores se deslice una potencial vacancia, las condiciones para ello hoy distan mucho de aquel último trance.