No tiene antivoto pero tampoco intención de voto: no llega al 1% en ninguna de las encuestas últimas. Y no es el candidato de Gastón, como alguna vez se especuló. Su relato personal y su hoja de vida –penúltimo de 12 hermanos en una familia de clase media empobrecida tras la muerte del padre, llegó, chancando de beca en beca, desde la PUCP hasta Oxford y a un doctorado en políticas públicas en la Universidad de Maryland. Haber sido funcionario internacional del BID, viceministro de Industria y secretario general de la PCM– es edificante pero no tiene suficiente ráting como para seducir a la legión de los indecisos.
“Yo no le quito votos a ningún candidato, mis electores son los que dicen que votarían blanco o nulo”, me dice Julio Guzmán Cáceres (45), con una sonrisa de campaña tan marcada que le puede durar hasta las elecciones de abril, y con un mayestático uso de la primera persona plural. Si Acuña habla en modo ‘Acuña’, Julio habla en modo ‘nosotros’.
Le doy el encuentro en un evento sobre mujeres exitosas en ESAN. Ha aprovechado la modesta convocatoria –un salón con algunas decenas de emprendedoras emperifolladas– para lanzar su plancha femenina: la huancavelicana Juana Maura, experta en salud materno-infantil, y Carolina Lizárraga, ex jueza y jefa de la extinta Oficina nacional Anticorrupción (ONA). Ambas nos acompañan durante la charla.
¿La campaña te está confirmando que esto es temerario, pretencioso?, le pregunto. “Pensamos que el costo familiar y los ataques iban a ser lo más duro. Pero lo más difícil es manejar las personas, los egos, los recursos humanos. Es lo más desgastante. Se necesita mucha madurez emocional para lidiar con el día a día”. Eres ambicioso. “Lo que pasa en mi vida es que cuando postulé a la [Universidad] Católica me dijeron que estaba loco porque no tenía un sol en el bolsillo [...]. Cuando postulé al doctorado fue lo mismo, cuando quise trabajar en el BID, igual. La historia de mi vida está marcada por gente que trata de pisarte, de ponerte cabes”.
¿No hay algo de ingenuidad al pensar: “Me lanzo y ya veré qué enfrento en el camino”? “No creo. Uno nunca sabe lo que va a venir, pero es importante salir de tus zonas de confort, y asumir el riesgo”. ¿Te has sentido desanimado? “Soy un ser humano y durante todo el proceso uno tiene una serie de dudas, de temores. Lo importante es que al final de cada día vayas a tu cama y permanezcas con la misma convicción”.
No nos mezanJulio Guzmán se queja de no contar con ‘plata como cancha’, pero tiene suficientes recursos como para hacer giras y saturar las redes con controversias que parecen provocadas por sus propios ‘community managers’. Tiene correligionarios influyentes, como Gonzalo Aguirre, la cabeza de IPAE y propulsor de los CADE, y ha despertado la simpatía de empresarios dispuestos a bancarse su reformismo. Total, parte sustancial de su prédica es proinversión, e insiste en la simplificación administrativa para emprendedores.
A Julio Guzmán se le da por esgrimir la palabra ‘dinosaurio’ contra sus rivales. Así subraya su relente de inconforme. ¿No eres injusto con algunos políticos que desean, como tú, lo mejor para el país? “No hay que poner a todos en el mismo saco, pero es la percepción generalizada que tiene la población. Es la percepción que tengo yo. Hay dinosaurios de 40 años, personas jóvenes con ideas viejas [esta fue para Keiko]”.
Julio no se cansa de repetir que hay que invertir en el talento como base de cualquier acción de cambio. Pero eso está en boca de todos y el gobierno en el que tú trabajaste, digo para picarlo, lo ha asumido plenamente. “Sí, como el gobierno no tenía cuadros, fui llamado como técnico”.
Por cierto, existe la idea de que los tecnócratas se han hecho del poder. Tu candidatura puede ser la encarnación de eso. “Nuestra potencia no viene del lado tecnócrata, viene por lo que necesitamos hoy: una visión de país y ganas de tomar decisiones. Yo tengo muchas ganas”.
Con esas ganas, ¿incrementarías la inversión pública bajo riesgo de alterar la disciplina fiscal y endeudarnos? “En los últimos 10 años hemos hecho esfuerzos tremendos para ahorrar pensando en momentos complicados. No puede ser que entremos a ellos y nos crucemos los brazos y digamos: “¡Oh, no, la austeridad fiscal!”. Es como una familia: si el padre pierde el empleo, tiene que sacar de sus ahorros”.
O sea, ¿no le crees al ministro Alonso Segura cuando dice que no hay plata? “Soy economista, he trabajado en el Estado. Hace 10 años que no se puede ejecutar ni siquiera el 80% del presupuesto. El 20% remanente se ha ido a una cuenta corriente de todos los peruanos: el Fondo de Estabilización Fiscal, donde ahorita hay más de US$9 mil millones. La deuda del Perú es 20% del PBI, una de las más bajas del mundo”.
Keiko Fujimori propone un shock de inversión pública y dice que si para ello es necesario endeudarnos, debemos hacerlo. ¿Suscribirías algo así? “Yo creo que sí. El Perú tiene unas necesidades tremendas: ¿Cómo vamos a invertir en educación?, ¿cómo vamos a cerrar las brechas en infraestructura?, ¿cómo vamos a desarrollar la diversificación productiva? Que me muestren un solo país que haya progresado sin que el Estado haya intervenido”.
¿Y qué le reclamas a la inversión privada, que es mayor que la pública? “A la empresa privada, nada. A quienes les reclamo son a los políticos que se han obsesionado con la gran inversión y el enfoque del chorreo que comenzó en los 90. ¿Y cuál es el precio que hemos pagado por eso? Malas condiciones de trabajo, falta de respeto al medio ambiente, lobbies, monopolios. El chorreo funcionó porque era la única forma de salir a flote. Pero cuando el país empezó a crecer hay que cambiar de enfoque [...]. He sido viceministro y algo que me ‘rejodía’ es que me hablaban de políticas para la pequeña empresa y políticas para la mediana empresa. No, acá hay políticas para la empresa. Nosotros proponemos el ‘mercado del progreso’. Mil millones de soles para servicios empresariales”.
Respecto a la minería y sus conflictos, ¿plantearías la propiedad del subsuelo, como Alan? “No lo plantearía por el momento. Quiero darle al sistema de conflictos la chance de que funcione. De cada 10 reuniones que tenía en la PCM con gente que venía a quejarse, 7 solo querían que las escuchara. [...] Hay que escuchar y, sobre todo, no ‘huevear’ a la gente. No mecerlos. Estamos acostumbrados a la foto con el ministro, pasan tres meses y nada, no hay seguimiento”.
¿Estás de acuerdo con bajar el IGV como plantea PPK? “Es una locura. En el Perú, el presupuesto como porcentaje del PBI está por debajo del promedio. Eso significa que hay ausencia del Estado. ¿Cómo te vas a hacer un harakiri y reducir los impuestos si necesitas invertir en salud, en educación? Los que creen en la reducción de impuestos creen lo que dice el libro de texto: que si tú reduces la tasa, sube la recaudación, porque se amplía la base tributaria. ¡En el Perú eso no existe, pues! El 75% de las empresas son de sobrevivencia, chiquititas. Si les reduces el IGV, tampoco te lo van a pagar”.
¿Estás de acuerdo con decisiones del Congreso como dar la administración del lote 192 a Petro-Perú o que las AFP entreguen el 95,5% de sus fondos a quien lo pida? “No, porque son decisiones populistas”. Vaya, por un rato creí que estaba entrevistando a uno de los top 5.
De puerta en puertaJulio Guzmán no pierde el talante de técnico reformista –que le hace asco al populismo– liberal responsable; pero, faltaba más, padece el desborde de ambiciones del político. Es la condición indispensable para ser candidato por vez primera. Es obvio que me va a decir –competencia obliga– que, aunque esté en el rubro ‘otros’ de varias encuestas, está seguro de ganar. Le pregunto de esta forma por la consistencia de su afán: ¿Participarías en una próxima campaña, ya que te has tomado en serio esto? “Por supuesto, vamos a continuar en un proyecto de largo plazo”.
¿Qué lecciones te estás llevando? Sugiero una: que antes de lanzarse hay que hacerse conocido. “Absolutamente. Si tuviera que hacer una reflexión, le pondría más atención al reconocimiento. Otra cosa que he notado es que hay muchos intereses creados. Eso me ha sobrepasado. El statu quo es el mejor negocio para un montón de gente que está en el sistema. También he notado que mi entrada hace que algunos digan: ‘¿Y este tipo qué se cree?’”.
Pero lo primero que oí de ti fue que eras una suerte de mesías de CADE. “No me refiero a los empresarios sino a todo, a los que se creen dueños. El problema del Perú no es la lucha de clases, es la fricción que yo estoy experimentando ahora, la de muchos peruanos que no encuentran un espacio. Son el grueso del Perú: ‘Yo quiero ser parte de esto y no me dejan’. Estas vivencias las tengo en carne viva”.
Si es así, ¿los próximos meses serás más contestatario, más reformista, más moderado? “La verdad es que cada día me siento mejor, me siento yo mismo, una combinación de indignación, de claridad, de cercanía. Todo esto me va a hacer más humano”.
Ese es un término muy vago, por eso alguna vez te batieron diciéndote el ‘Paulo Coelho de la campaña’. “Ya no funciona el político gótico que te mira desde arriba. Ahora funciona el político ‘es como es’”. Julio Guzmán reivindica su derecho a ser un ‘insider’ del sistema con talante de ‘outsider’ y a combinar el mensaje de autoayuda con la propuesta política.
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