El cuarto año de Ollanta Humala como presidente de la República tuvo un inicio poco auspicioso. Dos días antes de su mensaje a la nación por 28 de Julio, Ana María Solórzano fue elegida como titular de la Mesa Directiva del Congreso. Pero en Palacio no hubo celebración ni siquiera por la llegada de Fiestas Patrias: el resultado tuvo más de derrota que de victoria.
Solórzano –cuestionada antes de ser candidata– obtuvo solo dos votos de ventaja sobre su contendor, Javier Bedoya. El apretado margen confirmó que el partido de gobierno había perdido peso en el Legislativo y que ningún proyecto promovido por Humala y su gabinete iba a aprobarse con facilidad.
Desde entonces, Gana Perú no ha vuelto a ganar una sola votación en el hemiciclo y solo ha sufrido reveses, algunos a nivel de récord Guiness. En mayo de este año y contra la posición del Ejecutivo, el Congreso aprobó con 100 votos a favor y ninguno en contra la ley de exoneración permanente a las gratificaciones.
“Ese caso es único en nuestra historia republicana, quizá también en la de otros países. Lo más grave es que el único voto que no se opuso al gobierno fue una abstención, la de Martha Chávez, una fujimorista. Al presidente Ollanta Humala lo traicionó su propia gente, lo abandonó”, recuerda el periodista Enrique Castillo.
El gobierno observó la ley para modificar su vigencia, pero el Legislativo insistió y la promulgó tal cual. (Foto: El Comercio)
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Si lo que pasó con Solórzano fue un dolor de cabeza para el jefe del Estado, lo ocurrido con Ana Jara se acercó a una migraña de magnitud telúrica. El 26 de agosto del 2014, la quinta primera ministra de este gobierno recibió el voto de confianza, pero recién en tercera ronda y gracias al voto dirimente (con valor doble) de la presidenta del Congreso.
La gestión de Jara –una de las oficialistas con más prestigioso en este Congreso– empezó debilitada y no pudo exhibir grandes logros. Siete meses después, la titular de la PCM fue censurada en el Parlamento debido al escándalo de los rastreos de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI).
“Los que la han sancionado no tienen, en su mayoría, autoridad moral para acusar de lo que hicieron a la premier. Esta es una irresponsabilidad del Congreso”, enfatizó entonces un ofuscado Ollanta Humala sobre Ana Jara, la primera jefa de gabinete censurada en los últimos 50 años de nuestra historia.
El analista político Fernando Tuesta cree que uno de los principales problemas de Humala ha sido el poco tino para designar a sus ministros. “Uno de los rasgos más notorios es la fragilidad de sus gabinetes. Ese debe ser el gobierno con el mayor número de gabinetes [seis] en muchos años. Ya ni siquiera sabemos si Pedro Cateriano se quedará hasta el final”, señaló a este Diario.
Jara fue censurada con 72 votos a favor, 43 en contra y dos abstenciones. (Foto: El Comercio)
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Las fuentes consultadas por El Comercio para este reportaje coincidieron que el Ejecutivo hasta ahora no ha encontrado una forma eficaz para comunicar sus decisiones. Los enfrentamientos públicos del mandatario –de formación militar y sin perfil de estadista– con la oposición y la prensa generaron que, en muchos casos, sus proyectos pasaran a segundo plano y la atención se centrara en la disputa política y el escándalo.
El derogado Régimen Laboral Juvenil, conocido también como Ley Pulpín, fue una prueba contundente de este fenómeno. El Ejecutivo promovió la norma e insistió en ella pese a los cuestionamientos y voces en contra, algunas inclusive dentro del mismo oficialismo. Al final, el Parlamento suprimió el decreto después de cinco manifestaciones en menos de ocho semanas.
“La Ley Pulpín es el más claro ejemplo de la absoluta incompetencia política del presidente y de todo su equipo. Ahí de demostró la poca capacidad que tienen para comunicar sus iniciativas. Este era un excelente proyecto, pero mira lo que ocurrió después. Y gran parte de la responsabilidad recae directamente en el Ejecutivo”, opinó el comunicador y periodista Alfonso Baella.
Esta controversia también ocasionó la renuncia de Sergio Tejada a la bancada oficialista, hoy diezmada y sin capacidad para tomar decisiones. Gana Perú empezó este gobierno con 47 representantes y ahora ocupa 32 escaños: 15 renuncias en menos de cuatro años. Además, es casi un seguro que perderá la Mesa Directiva y que podría haber más bajas en sus filas: Omar Chehade declara a la prensa como si fuera un ex nacionalista. Su partida parece inevitable.
Gana Perú ya no es la primera fuerza parlamentaria. Ahora es el fujimorismo la bancada con más integrantes: 35. (Foto: El Comercio)
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En junio del 2014, Ollanta Humala exigía a la prensa tener prudencia con sus comentarios sobre Martín Belaunde Lossio, quien fue su asesor de campaña. Menos de un año después, el mandatario declaraba: “Ya el gobierno de Bolivia ha señalado y ha asumido la responsabilidad íntegra de la fuga de este señor, que ahora pasa a ser un delincuente”.
La fuga de Belaunde Lossio fue uno de los golpes más duros para este gobierno. Además del escándalo que generó, se convirtió en un arma eficaz para la oposición: en cualquier enfrentamiento político se menciona al empresario y sus supuestos nexos con el poder para golpear el oficialismo.
En el Congreso se formó una comisión investigadora para esclarecer los supuestos negocios irregulares del otrora asesor del presidente –hoy preso en Piedras Gordas– con el Estado. Por ella han desfilado funcionarios, ex ministros y hasta la primera dama, Nadine Heredia, quien el 19 de junio pasó a condición de investigada.
“Este escenario [poco alentador] se corona con el drama de los esposos Humala, algo distinto a la crisis política del gobierno. Y se deriva de los actos y acciones de la señora Heredia. Durante los últimos meses, los esposos Humala han estado preocupados por Martín Belaunde y las investigaciones que cada fin de semana aparecían en sobre la primera dama. ¿Y qué pasó? Lo más lógico: el presidente ha descuidado la gestión por la situación de su esposa”, remarca Enrique Castillo.
La primera dama se enfrentó a la presidenta de la comisión, Marisol Pérez Tello, por una pregunta que consideró impertinente y ofensiva. (Foto: El Comercio)
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Con Tía María, el Ejecutivo demostró su incapacidad para reaccionar a tiempo ante situaciones de crisis. El 22 de mayo de este año, el primer ministro Pedro Cateriano, anunció estado de emergencia en Islay recién después de 62 días de violentas protestas que ocasionaron cuatro muertes, cientos de heridos y millonarias pérdidas económicas.
Días antes, el presidente Humala ofreció un mensaje a la nación en el que no descartó ni confirmó si el proyecto minero continuaría. Fue la empresa Southern la que horas después decretó una suspensión temporal de 60 días. Como era previsible, la compañía prorrogó la pausa y ahora prefiere “no fijar plazos” para retomar las labores.
Al parecer, la buena suerte también abandonó al presidente Ollanta Humala en este cuarto año de mandato. El economista Elmer Cuba precisa que si bien es cierto que en el Perú hay una caída de la inversión pública y privada, no es solo responsabilidad de este gobierno, pues el mundo atraviesa un ciclo económico negativo. “En lo que corresponde específicamente al gobierno, hubo malas respuestas fiscales y falta de liderazgo”, expresó.
El economista y ex regidor de Lima Pablo Secada coincide con Cuba en que otros países en desarrollo también están en un período poco favorable. “Un componente importante es externo, pero las políticas económicas equivocadas y pasivos como las trabas a la inversión minera sí corresponden al gobierno. Esta crítica también va para [Alejandro] Toledo y [Alan] García [antecesores de Humala], que nunca impulsaron realmente el proceso de regionalización”, explicó a este Diario.
El Ejecutivo anunció esta semana que no prorrogará el estado de emergencia en Islay. (Foto: El Comercio)
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Los analistas y economistas consultados coinciden en que este fue el peor año del mandato de Humala, pero que hay algunos aspectos positivos para descartar. El principal de los aciertos fue insistir con la reforma educativa iniciada por el ministro de Educación, Jaime Saavedra Chanduví. El otro, el énfasis en la política social en favor de los más pobres.
“Ponerle una nota a este año del presidente Ollanta Humala me es complicado. Soy profesor y mis alumnos se quejan de que pongo notas muy bajas. Yo diría que le corresponde un 10 con justicia”, concluye Fernando Tuesta. A los hechos nos remitimos.