La última encuesta de El Comercio-Ipsos muestra que la aprobación del presidente Francisco Sagasti apenas supera en 9 puntos porcentuales a su desaprobación. La primera está en 44%, y la segunda en 35%. “Me preocupa para la estabilidad política del país que el presidente no supere el 50% de aprobación”, señala el politólogo Mauricio Zavaleta.
¿A qué se debe que la aprobación presidencial no esté tan alejada de la desaprobación? Un punto de partida es que el presidente es el único que tiene una aprobación por encima de la desaprobación. El rechazo es más fuerte en los casos de la primera ministra, Violeta Bermúdez; la presidenta del Congreso, Mirtha Vásquez; el Congreso de la República; la Fiscalía de la Nación; e incluso en el equipo Lava Jato, todos ellos medidos en la reciente encuesta.
“Hay un sentir de la ciudadanía de desaprobar todo”, añade Zavaleta.
La politóloga Gabriela Vega señala que también se debe considerar que Martín Vizcarra ha acostumbrado a los peruanos a mantener un alto nivel de popularidad, lo cual puede ser una cifra promedio en comparación con otros expresidentes. Pero a la vez también hay una gran diferencia respecto a la transición de Valentín Paniagua.
“Una de las cosas que los distingue es que la crisis política que teníamos en el 2000 era solo política; mientras ahora tenemos sanitaria, económica y política, se superponen. Paniagua logró establecer una narrativa clara y acciones concretas alrededor de esa narrativa. Ahora al Ejecutivo se le ha complicado por el contexto en el que estamos, como por sus propias capacidades, se le ha visto complicado establecer una narrativa clara de qué se combate y qué se propone”, sostiene Vega.
Un sector elevado de la población se mantiene cauta y no precisa respuesta. Para Zavaleta, lo más probable es que esos sectores se plieguen hacia la desaprobación, pues el gobierno tiene varios flancos abiertos: la situación de la pandemia, las demandas sociales por afrontar y la falta de cuadros con capacidad política. En cambio, Vega señala que esto se puede deber a que un sector importante de la ciudadanía aún no está muy familiarizada con Sagasti y con su trayectoria. “La aprobación no solo carga con el desempeño en el cargo, sino con la valoración que tenemos sobre los políticos”, explica la politóloga.
El respaldo a Sagasti está notablemente más concentrado en los niveles socioeconómicos A y B, así como entre los que tienen entre 18 y 25 años, quienes fueron protagonistas de las movilizaciones contra el gobierno de Manuel Merino. Según Zavaleta, esto puede ser porque Sagasti es un ciudadano de los sectores A y B, y a que los jóvenes ven en él una consecuencia de sus protestas.
Aún así, su desaprobación en los sectores D y E puede estar ocasionado porque no lo conocen mucho. Sagasti es un personaje que no fue un gran protagonista del presente Congreso, y antes de eso no era conocido. Por el contrario, cuando Martín Vizcarra asumió ya había sido gobernador regional, había participado en una campaña electoral nacional, era vicepresidente y exministro.
Zavaleta considera que la baja aprobación de Bermúdez también puede ser un elemento peligroso si se tiene en cuenta el ánimo del Congreso de los últimos tiempos. Para él, el Gabinete de Ministros carece de capacidad política.
Pero Vega sostiene que los reflectores deberían estar puestos, antes que sobre la debilidad del gobierno sobre los sectores que buscan generar inestabilidad. “El riesgo más que depender de si la aprobación sea alta o baja, está en la determinación que tenga el Congreso de impedirle culminar su mandato”, señala.
La aprobación del Congreso tuvo el punto más bajo en noviembre, cuando cayó a 9 puntos de aprobación. En la última encuesta volvió a subir a 20% de aprobación, cifra similar a la de los meses anteriores a la crisis política ocasionada durante el gobierno de Manuel Merino.
“Este Congreso se ha bajado a un presidente popular y no ha llegado al nivel de desaprobación del anterior. Como hipótesis se me ocurre que la agenda redistributiva –a empellones– puede ser vista como algo positivo por un sector de la ciudadanía que está molesta y ajustada económicamente”, sostiene Zavaleta. Su desaprobación es similar a la que ha tenido en los últimos años.
Por último, también llama la atención la baja aprobación del equipo especial del Caso Lava Jato. En octubre la popularidad de este grupo alcanzaba un 72% de apoyo, pero ahora es bastante bajo. Esta situación los puede exponer a ataques al interior de la fiscalía.