Hay un concentrado interés en la elección presidencial y no tanto en la parlamentaria. Craso error, sobre todo, luego de la experiencia del último quinquenio. El Parlamento ha adquirido un nivel de relevancia que no tenía antes. Gobierno que gana las elecciones y no tiene una bancada significativa, reduce las probabilidades de poder gobernar.
En lo que va de este siglo, Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala tuvieron bancadas significativas, pero no mayorías absolutas en el Congreso. Pero, en ninguno de los tres casos, se intentó vacar al presidente. Es decir, el gobierno tenía posibilidades de gobernar y no se limitó el control político de parte del Parlamento.
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Todo cambió en el 2016. El gobierno de PPK apenas logró tener una bancada de 18 congresistas. En cambio, Fuerza Popular se alzó con 73 congresistas, convirtiéndose en el partido opositor, sin necesidad de alianzas, con mayoría absoluta, como no hay recuerdo en la historia republicana. El resto es conocido: se forzó la renuncia de PPK y Martín Vizcarra, sin bancada, enfrentó al Parlamento y lo disolvió a fines de setiembre del 2019. Sin embargo, en el Parlamento presente, en donde Vizcarra siguió sin bancada, la oposición se encargó de vacarlo en noviembre. Si bien el gobierno de Merino de Lama cayó por su falta de legitimidad en apenas cinco días, pende sobre la cabeza de Francisco Sagasti el intento de vacancia.
¿Qué nos espera luego del 11 de abril? Pues nada halagüeño. Según la última encuesta del IEP, con todas las reservas del caso, ocho partidos lograrían ingresar al Congreso: AP, Somos Perú, Partido Morado, Frepap, Fuerza Popular, Podemos Perú, Juntos por el Perú y APP. Es probable que, de estos, provocado por la tendencia de los candidatos presidenciales, corran el riesgo de no pasar el umbral Podemos y APP, e ingrese Renovación Popular. Como se observará, salvo UPP y el ingreso de JP y RP, la composición del Congreso será casi igual al presente.
Ninguno de los candidatos con mayor intención de voto: Yonhy Lescano, Keiko Fujimori y en menor medida Verónika Mendoza, Rafael López Aliaga y, peor aún, George Forsyth tendrán bancadas significativas. Se trata entonces de quién podrá lograr una coalición para gobernar. Aquí los extremos o los que despiertan mayores rechazos tienen las de perder. Los programas y promesas controversiales se guardarán para la próxima oportunidad.
Sin embargo, nada es estático, menos en la política. Según la Unidad de Periodismo de Datos de El Comercio, el 43% de los candidatos se registraron el último mes de la inscripción de afiliados en los respectivos partidos políticos, sin contar con los invitados, que pueden llegar al 20% de las listas. Esto prefigura bancadas parlamentarias frágiles con adhesiones débiles, elementos firmes para que se desate el tan frecuente transfuguismo. Solo como ejemplo, nueve bancadas iniciaron sus funciones hace un año y ahora son 12. Es difícil pensar que el número de los que ingresen se mantenga en un período de cinco años. Es decir, la gobernabilidad del inicio del siguiente centenario de nuestra república está plagada de un riesgoso camino minado.