Mucho se ha dicho en la última semana sobre los ingresos de la primera dama Nadine Heredia y de cómo estos no están acordes con sus gastos. Ella ha retrucado, y sus defensoras han ensayado variopintas hipótesis. He leído casi todas, pero las dudas no se despejan. Y no debo ser la única.
A través de su largo alegato a través de su cuenta en Facebook, la señora Heredia de Humala ensaya varias justificaciones, la mayoría juicios de valor sobre la investigación y la difusión de la misma por los medios de comunicación independientes.
El hecho más llamativo, pero no el más importante, ha sido el uso de la tarjeta de crédito de Rocío Calderón, amiga de Nadine Heredia “desde los 13 años... como hermanas”.
“Cómo puede ser posible que un aporte depositado en el 2005 y que se gastó en la gestación de un proyecto político, reaparezca ocho años después para hacer compras… y con tarjeta de crédito, y que esto signifique lavado de activos! ¿Es esto serio?”. Este es uno de los argumentos de Heredia respecto al uso de la tarjeta.
¿Qué es lo raro de “irse hasta el 2005”? En periodismo, y la señora Heredia ha estudiado comunicaciones, los contextos son importantes. ¿Cómo no va a ser llamativo que la misma persona que recibió dinero de una empresa venezolana en el 2005 resulte pagando sus compras en el extranjero? En investigación no hay coincidencias, solo pistas y evidencias que fortalecen –o desbaratan– una hipótesis.
Lo que no dice la señora Humala en Facebook –ni tampoco lo he leído en las versiones de sus defensoras– es que, además, esta tarjeta de crédito es propiedad de una funcionaria asignada al despacho presidencial y que figura en la planilla de la Oficina de Contrataciones del Estado. Se nos ha dicho que la amiga Rocío Calderón tiene los recursos económicos suficientes para pagar la tarjeta de crédito, y que esto quedará demostrado. Seguimos esperando.
Además, nos han querido distraer con todo tipo de argumentos feministas y hasta clasistas. Lo de menos es qué marca de carteras usa la señora o si se compra una o diez o si es fanática de los chocolates Godiva. Ese no es el tema de fondo. Lo que queremos saber son los fondos con que se financian, y no solo estos consumos –que son solo un ejemplo–, sino queremos explicaciones claras sobre el origen de los fondos que dieron nacimiento al Partido Nacionalista, y cómo se puede predicar honestidad cuando las cuentas no cuadran.
Las defensoras de Nadine han llegado a decir “que no le perdonan” que no compre vestidos en Gamarra, y ella misma ha usado la misma frase pero de la siguiente manera: “Fui demasiado lejos, según los ojos de los políticos tradicionales, que no le perdonan al nacionalismo haber llegado al poder”.
Aquí no se trata de “políticos tradicionales” (parafraseando a Fujimori), lo que no le perdonan es que insista en descalificar la investigaciones, que sus explicaciones –lamentablemente– no resulten coherentes, que ayudó a su esposo a llegar al poder con un discurso de honestidad, inclusión social y cambio, pero lamentablemente estamos lejos de todo ello. Eso es lo que no le perdonan.
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Nadine Heredia no tiene cuentas en Suiza, afirmó su abogado @eduardoroygates ►http://t.co/XOe5FYPEfQ pic.twitter.com/9Kz4TZA1us— Política El Comercio (@Politica_ECpe) junio 8, 2015