El sábado por la noche otra vez la tragedia alcanzó a los jóvenes. Una intervención policial en una discoteca que funcionaba desafiando el estado de emergencia terminó con la muerte de 13 personas y con muchas preguntas por responder.
No es bueno señalar culpables con la cabeza caliente y es mucho peor alegrarse por la desgracia del otro que claramente estaba fuera de la ley, pero no por ello ha de llamarlo delincuente. Nadie “merece” morir en tan lamentables circunstancias ni en una discoteca como la Thomas de Los Olivos, que se convirtió en un laberinto sin salida.
Muchas preguntas rondan desde el sábado por la noche. ¿Cómo una operación policial en una discoteca puede terminar con 13 muertes? ¿Qué pasó en el interior del lugar que produjo que los jóvenes corrieran despavoridos buscando la salida? ¿Disparos al aire? No es momento de descartar nada. Mucho que investigar. Las pesquisas independientes podrán darnos una respuesta.
¿Cómo una discoteca puede funcionar en pleno estado de emergencia? ¿Qué responsabilidad asume el Municipio de Los Olivos? La intervención se dio a las 9 de la noche cuando aún no regía el toque de queda y los asistentes al local estaban violando la prohibición de las reuniones sociales.
¿Cómo se explica que de los 13 fallecidos, 12 sean mujeres? La historia recién comienza y los sobrevivientes serán la voz de los 13 ausentes. Es urgente y necesario llegar a la verdad.
Los asistentes a la discoteca, haciendo un equivocado uso de su libertad, se encontraban violando las normas vigentes y merecían un arresto, amonestación y multa, pero bajo ninguna perspectiva esto debió tener como consecuencia la muerte, que en principio no debe ser un castigo para nadie.
¿Por qué la intervención policial que se realizó en Piura en dos discotecas la misma noche del sábado no tuvo el trágico desenlace de la de Los Olivos? ¿En qué se diferenciaron ambas?
No es momento de responsabilizar al que no se puede defender. Ni tampoco soltar rápidas teorías como que la mayoría de los intervenidos en Thomas tenían un abultado prontuario policial. Eso no hace menos dolorosa la circunstancia de sus muertes. Esa información circuló en las redes sociales poquísimas horas después de conocerse la desgracia.
No podemos ni imaginar que la noche del sábado se hayan dado operaciones coordinadas para el domingo demostrar ante la opinión pública la irresponsabilidad del pueblo peruano. El jueves pasado, además de responsabilizar a las familias, la conferencia de prensa en Palacio de Gobierno también apuntó a los jóvenes como los nuevos propagadores del virus.
Conocida la triste noticia, el presidente Martín Vizcarra destacó el hecho de que 15 de los 23 detenidos habían dado positivo por coronavirus, reforzando así su teoría. “Reflexionemos, no perdamos más vidas por negligencias y por falta de responsabilidad”.
Aplique su propia frase, presidente. “No más muertes por falta de responsabilidad”. Hay 13 familias de luto que merecen conocer la verdad de lo ocurrido. Que esta nueva tragedia sirva para que quienes con facilidad levantan el dedo acusador entiendan que nada justifica la muerte.
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