Lo que está pasando con el Caso Martín Belaunde Lossio desde el 31 de diciembre es lo más parecido a una triste comedia de enredadas situaciones, donde nadie puede adivinar el final.
Si bien quedan muchas preguntas por resolver, está claro que aquí hay dos responsables de lo que ha devenido en el peor escándalo de este régimen: los ministros de Justicia, Daniel Figallo, y del Interior, Daniel Urresti, quienes, cada vez que intentan dar una explicación, terminan dejando más sombras que luces.
Figallo estuvo a punto de ser censurado por el Caso Belaunde Lossio. Fue la ex procuradora Yeni Vilcatoma quien reveló el interés especial que mostró el ministro por la situación jurídica del ex operador político de Ollanta Humala. El titular de Justicia quería determinar si Belaunde podía o no ampararse en la colaboración eficaz. La negativa se esbozó las últimas semanas de noviembre y Belaunde llegó a Bolivia el 1 de diciembre. ¿Podríamos pensar entonces que agotada la posibilidad de una colaboración eficaz en el Perú, el ex jefe de campaña humalista optó por la fuga a Bolivia, donde las leyes le serían benévolas?
El 21 de noviembre –cuando ya habían trascendidos de la posibilidad de la colaboración eficaz–, Urresti se dirige a Belaunde a través de las cámaras para decirle “no te entregues todavía”, pues esa figura jurídica implica una entrega y no una captura. Además, el 29 de noviembre se publicó la resolución que aceptaba la renuncia del procurador Christian Salas, férreo opositor a la colaboración eficaz, lo que fue el detonante para que se supieran todos los detalles del interés de Figallo en el caso.
Los hechos siguen jugando en contra al titular de Justicia, si no cómo se explica que el 31, en la conferencia de prensa sobre el pedido de refugio de Belaunde a Bolivia, este insistiera en que al momento de la solicitud del beneficio sí estaba vigente una orden de captura internacional en su contra, pero, ¡oh sorpresa!, esta no es válida en Bolivia, si la orden de detención no la da un juez local. ¿El ministro desconocía este detalle elemental? O Figallo es muy desinformado u ocultaba algo muy grave.
Urresti no se queda atrás: fue él quien, a las pocas horas de la conferencia de prensa de los ministros de Justicia y Relaciones Exteriores del 31, aceptó su derrota: el pedido de captura a Belaunde no servía en Bolivia. Entonces, ¿por qué en la víspera con cara de circunstancia advertía que las revelaciones de Ramos Heredia sobre el paradero de Belaunde Lossio habían puesto en peligro la detención del prófugo si esto era imposible? ¿Cómo se explica que haya podido llegar a Bolivia sin ningún inconveniente? ¿No es el Ministerio del Interior el responsable de los controles migratorios?
Y lo que ya parece ser un chiste de mal gusto es que el 3 de diciembre, cuando ya Belaunde paseaba por La Paz, el mediático ministro aseguraba “estoy obsesionado con coger a Belaunde”. Sería bueno saber algún día si Figallo y Urresti actúan así –con aparente torpeza– porque no tienen otra forma de hacerlo o porque todo esto no es sino un plan orquestado desde las más altas esferas del poder.
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Cinco claves sobre el pedido de asilo político de Martín Belaunde Lossio ►http://t.co/0aJiGXGlot (Por @rcruza) pic.twitter.com/Ggmt7LXBKe— Política El Comercio (@Politica_ECpe) enero 5, 2015