JUAN PAREDES CASTRO (@JuanParedesCast) Editor central de Política
Lo que en todo gobierno democrático es una necesidad restringida a los asuntos de defensa y seguridad nacional se ha convertido en el Perú en un poder en sí mismo.
No se trata del secreto en su manejo legal, constitucional y sujeto a control, en un orden de Estado, sino del PODER DEL SECRETO, así en mayúsculas, con tanta capacidad como para mostrarse, ante tirios y troyanos, cínico, impenetrable e impune.
Este es el PODER DEL SECRETO que rodea interrogantes hasta hoy no despejadas: 1) ¿Quién ordenó el descomunal resguardo policial a la casa de Oscar López Meneses, uno de los más visibles operadores de Vladimiro Montesinos?;
2) ¿Quién contrata el trabajo del publicista brasileño-argentino Luis Favre, si según el primer ministro César Villanueva el gobierno no lo hace y de acuerdo al presidente del Congreso, y a su vez miembro importante del CEN del Partido Nacionalista, Fredy Otárola, habría que preguntarle a otras fuentes del poder por la administración y pago de sus servicios?; 3) ¿Quién sabe ciertamente el rol que desempeña el primer ministro César Villanueva, cuyos intentos tímidos por proponer cambios en el gabinete ministerial no funcionan hasta hoy, y cuya prerrogativa de ser el principal portavoz del gobierno después del presidente, se la roba cada cierto tiempo precisamente el señor Favre?;
4) ¿Quién o quiénes guardan bajo siete llaves en el poder político los sutiles mecanismos de presión judicial orientados a deshacer, por ejemplo, la relación contractual del Grupo *El Comercio* y Epensa, como se demuestra en la conducta de los jueces? ¿Y quienes conciben, a la sombra de las mismas esferas, futuras legislaciones de control político sobre los medios?
5) ¿Por qué la negación del proyecto de postulación presidencial de la primera dama, Nadine Heredia, se reduce a una versión personal y protocolar solo de parte suya? ¿Por qué no adquiere un peso resolutivo confiable del propio Partido Nacionalista, del cual ella es presidenta, o del propio Ollanta Humala, cabeza del gobierno cuyo continuismo ilegal, de darse el caso, pretendería descansar en su esposa?
Como parte del ejercicio del PODER DEL SECRETO, el secretismo, vicio menor que se confunde con la reserva, recorre infinidad de instancias burocráticas, llevando a ministros, viceministros y directores generales a sentirse dueños de la información pública que nos pertenece a todos los peruanos.
Esta cultura funcional del secretismo le hace un profundo daño a la comunicación pública del gobierno, incluida la distancia innecesaria y a veces hostil que establecen autoridades y funcionarios con la prensa. La filtración de informaciones a los medios amigos en desmedro de los críticos se ha vuelto una práctica corriente. Se premia la adulación y se castiga la independencia. Ya estamos advertidos sobre lo que rodea el PODER DEL SECRETO en el gobierno, desde López Meneses hasta Luis Favre, pasando por la reelección conyugal, la presión política sobre los medios de comunicación y el rol del primer ministro.