El presidente del Congreso, Pedro Olaechea, le dijo al presidente Vizcarra la semana pasada lo que muchos piensan pero pocos son capaces de expresar libremente: “No tenga miedo de gobernar”. Esta sola frase bastó para que el coro defensor de Vizcarra reaccionara diciendo que era una “falta de respeto” de Olaechea hacia el mandatario. Incluso, la ministra de la Mujer, Gloria Montenegro, fue más allá alegando que era un mensaje que venía de Chorrillos, en alusión a la cárcel donde se encuentra Keiko Fujimori. Al parecer, la señora Montenegro estaría acostumbrada a repetir libretos, por lo que asume que todos funcionan como ella.
La verdad es que la frase de Olaechea apuntaba a que Vizcarra por fin se decida a llevar las riendas del país, y que el Parlamento podría facilitarle esta gestión con las normas necesarias.
Sin embargo, para el jefe del Estado, el único escenario posible es el adelanto de elecciones. No existe otra alternativa. Incluso, ese sería su único tema de conversación en el diálogo planteado por Olaechea.
“El entrampamiento que genera la política y el obstruccionismo desde el Congreso de la República no permite el desarrollo de todo el potencial del Perú”, ha dicho Vizcarra en entrevista al semanario “Hildebrandt en sus Trece”. Es decir, los pocos o nulos resultados de su gestión son responsabilidad del Parlamento.
Si es así, ¿cómo se explica entonces que solo se ha ejecutado el 12% del presupuesto destinado a la reconstrucción del norte? ¿De qué manera el Parlamento ha “obstruido” esta gestión?
¿Cuándo ha sido la última vez que el mandatario ha hecho algún pronunciamiento sobre la inseguridad ciudadana de la que nadie se salva? ¿De qué manera el Congreso obstruccionista ha aportado en el hecho de que la economía registra el peor resultado trimestral de los últimos diez años? Por cierto, el exministro de Economía Alfredo Thorne ha precisado que su relación con el Congreso fue excelente y que todos sus pedidos fueron admitidos.
Es cierto que hay parlamentarios impresentables e indefendibles, pero de ahí a achacar al Congreso de la República la mala gestión de un gobierno que no tiene resultados positivos que exhibir es otra historia.
Y si hablamos del vilipendiado Poder Legislativo, es bueno saber que su presupuesto para el 2019 es de 477 millones de soles, 14% menos que el asignado en el 2018.
Si bien esta cifra podría considerarse elevada, es mucho menor a lo que el Poder Ejecutivo gasta en consultorías y asesorías de personas naturales y jurídicas.
Entre enero y julio de este año, el gobierno de Martín Vizcarra ha desembolsado 586 millones de soles en consultorías. Es decir, en seis meses se ha gastado más de lo que nos cuesta el Congreso en un año.
Y el estancamiento económico y ausencia de inversiones trae como consecuencia que –al igual que en el 2017– por lo menos 315 mil peruanos regresarán a la condición de pobres, según advirtió Roberto Abusada en este Diario.
Pero nada de eso importa ante la opaca gestión de este gobierno, que solo siente que brilla pidiendo tercamente el adelanto de elecciones. No tenga miedo de gobernar, señor Vizcarra, que los resultados de su ineficiencia ya nos están pasando factura.