Yo nunca he sido de gran ayuda en Navidad. Mi madre podrá dar fe de ello. Hay algo en mí que se rehúsa a seguir ciertas reglas establecidas. Todo el ritual prepara-pavo-come-panetón-con-mantequilla-ahora-sirve-el-chocolate que se repite una y otra vez, año tras año, me resulta un poco aburrido. Esa es mi primera confesión navideña.
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La Navidad nos despierta sentimientos encontrados, pero hay que aprender a verle el lado positivo. Posiblemente aquello que más me gusta de este mes es que es la mejor ocasión para ser celebrativos, generosos, glamurosos y excesivos. Con la gente que queremos y con nosotros mismos. Evidentemente, con los cuidados respectivos que la pandemia aún demanda.
Existen muchísimas recetas que nos hacen sentir festivos sin comprometer tiempo o dinero. Bocados diferentes, pero sencillos. Platos navideños en toda su esencia que aportan novedad a la mesa o crean nuevas tradiciones. Se puede romper con los menús rígidos e inflexibles: solo se necesita un poco de creatividad. El cocinero James Berckemeyer tiene una propuesta con garantía de éxito: unas tostadas francesas para un desayuno navideño que se pueden preparar con pan brioche, pan de molde y hasta con panetón. La mejor manera de darle uso a esos panes dulces tan propios de la época que serán siempre mejor empleados fritos en huevo y cubiertos de azúcar impalpable. Como para empezar desde noviembre.
Ingredientes:
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- Una barra de pan brioche (que puedes reemplazar con facilidad, insisto, por panetón).
- 4 huevos
- 1 cdta. de canela en polvo
- Esencia de vainilla
- Leche evaporada
- Azúcar impalpable
- Frutos rojos (hemos empleado fresas, cerezas, frambuesas, moras y arándanos)
- Miel de maple (utiliza lo que tengas en casa: miel de abeja, chocolate o mermelada)
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Preparación:
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Primero, corta trozos medianos de pan. Quita también los bordes: que solo te quede la parte de miga. (Sí, sí, también puedes comerte esos trocitos que sobran).
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Luego, bate los huevos a mano, como si hicieras una tortilla.
Añade a los huevos -por partes- la leche, la esencia de vainilla y, finalmente, la cucharadita de canela en polvo. Continúa moviendo para integrar.
Remoja los trozos de pan en la mezcla. Deja que absorban muy bien por cada lado (deberás darles vuelta cuando veas que se empiezan a empapar). Lo suficiente para que queden mojaditos pero no se desarmen.
Calienta una sartén a fuego medio con mantequilla y un chorrito de aceite. Coloca cada uno de los trozos de pan y deja que se cocinen bien por cada lado. Sé cuidadoso: no los voltees antes de que se forme una costra dorada. Tal cual lo harías con una tortilla.
Retira del fuego y escurre la grasa sobrante en papel absorbente, vigilando que no se peguen. Colócalos en un plato y acompaña con tantos pedazos de frutos rojos como te provoque. Finalmente, cubre las tostadas con una fina lluvia de azúcar impalpable.
Finalmente, no olvides la miel.
¡Eso es todo!