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Cardiopatía dilatada. Dos palabras que resumen el camino de dolor y sufrimiento que a los esposos Víctor Hugo y Karina Yataco les tocó recorrer luego de escuchar este indescifrable diagnóstico. Semanas antes, su hijo Jesús, de apenas seis años, sufrió un simple resfrío que con el pasar de los días se convertiría en una bronquitis aguda.Los exámenes a los que fue sometido el pequeño Jesús Yataco Tasayco fueron concluyentes: más allá de la bronquitis, la principal causa de su respiración lenta y constante agitación era su corazón: demasiado grande para su menudo cuerpo. En las pampas de Grocio Prado, en Chincha, donde la familia Yataco ha vivido desde siempre, la noticia fue recibida como una auténtica tragedia. Solo un transplante de corazón podría salvar la vida de Jesús, que todavía soñaba con volver a correr tras una pelota de fútbol. Inmediatamente, el pequeño fue trasladado a Lima e internado en el Incor EsSalud. Su padre, desesperado y casi resignado, decidió renunciar a su trabajo como técnico en Chincha para estar al lado de su hijo en lo que aparentaban ser sus últimos días. Felizmente, en lo que los médicos han descrito como un milagro, a las 9 de la noche del 12 de noviembre, el corazón que la familia Yataco esperaba finalmente llegó. La operación, a cargo del doctor Luis Palma, cirujano cardio pediatra de INCOR- EsSalud, duró cuatro interminables horas, pero el pequeño Jesús pudo salir del quirófano con un corazón nuevo y sano.“Dios me hizo el mejor regalo: la vida de mi hijo. Siento, en el fondo de mi corazón, que los milagros existen y que EsSalud es la mano de Dios para convertirlos en realidad”, asegura Karina, madre de Jesús, con la voz quebrada por la emoción. Hoy tanto Jesús como sus padres han entendido la importancia de la solidaridad, y por ello se han comprometido a donar sus órganos el día que les toque partir.UN PULMÓN PARA GENOVEVALuego de nueve meses de espera, la familia Calero había perdido las esperanzas de conseguir un pulmón para Genoveva, madre soltera de cinco mujeres y enfermera de toda la vida. De 65 años, Genoveva Calero sufría de fibrosis pulmonar ideopática, y por ello su vida pendía de un hilo. Luego de más de dos años con este mal, las posibilidades que la señora Calero sobreviviera sin recibir un trasplante de pulmón iban agotándose día a día.Al igual que con Jesús, la llamada que anunció la llegada de un pulmón sano para Genoveva llegó en el penúltimo mes del año, y el día 20 fue sometida a una intervención quirúrgica de 7 horas en el Hospital Guillermo Almenara, pionero y líder en trasplantes bipulmonares y unipulmonares. Los médicos José Palacios León y Octavio Cubas Paredes lograron una proeza pocas veces vista: consiguieron trasplantar el pulmón derecho de un donante anónimo a la enfermera, que hoy ha comenzado una nueva vida.Para Fabiola Signori, una de las hijas de Genoveva, es necesario que todos los peruanos entendamos que podemos trascender a través de la vida de otra persona. “A todas las personas que piensan a donar, les digo gracias. Por una de esas personas nosotros tenemos a nuestra mamá viva y de vuelta en casa”, comenta emocionada Fabiola, quien recuerda que un único donante puede beneficiar hasta 10 personas.
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