Tal vez conscientes de que una simple hagiografía audiovisual difícilmente trascenderá en el tiempo, muchas grandes figuras del deporte han preferido que cualquier retrato suyo –llámese documental, docuserie o como prefieran—venga con el respaldo de alguien de prestigio. Eso parece haber ocurrido con “Beckham”, la docuserie sobre David Beckham que acaba de estrenar Netflix y que estuvo bajo las riendas del afamado director Fisher Stevens.
La pericia de Stevens puede notarse a lo largo de los cuatro episodios de hora y media que contiene esta producción basada en una de las grandes figuras del fútbol-negocio nacidas a finales del siglo pasado. Porque, aunque, evidentemente, hablamos de un deportista que supo ser exitoso en distintas latitudes, dentro y fuera del campo de juego, una moneda siempre tiene dos caras.
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Nacido en Londres el 2 de mayo de 1975, David Beckham supo jugar en algunos de los mejores equipos del planeta. Desde el Manchester United, club que lo lanzó a la fama y en el que se mantuvo durante la primera gran parte de su carrera, hasta el PSG francés, pasando por el Real Madrid de España, el Galaxy de los Estados Unidos y el Milán italiano.
La docuserie de Fisher Stevens sobre Beckham sigue un esquema mayormente fijo: David repasa ante un entrevistador toda su trayectoria y, paralelamente, vemos imágenes de archivo que nos sitúan en lo descrito, además de exponer opiniones o apuntes de testigos de cada hecho. El primer plano sigue un camino lineal, y nos muestra al exmediocampista hablando sobre sus inicios en el fútbol. Surge aquí un primer personaje secundario: su padre. Difícilmente David podría haber desarrollado una pasión tal por el fútbol sin un papá tan fanático del Manchester United y específicamente de Bobby Charlton a lo largo de su vida.
Aunque la madre del hoy exfutbolista también tiene la palabra en la docuserie, lo incidental está vinculado al papá: patear un balón, practicar y practicar para que los primeros tiros salgan correctamente, llevarlo al estadio, hablarle de las leyendas de la selección inglesa, es decir, aquello que muchos de nuestros padres hicieron con nosotros: intentar transmitirnos la idea de que el fútbol no es un deporte más, sino el más hermoso del mundo. Pero, aunque con muchos de nosotros esto se ha repetido, pocos hemos sido tocados con el don de patear bien un balón.
Como David sí nació con esta gracia (aquí el registro de imágenes de archivo con el entonces niño y luego adolescente superando categorías y cambiándose de camisetas es realmente suculento), no era sino cuestión de tiempo para que alguien lo ‘descubra’. Así se trasladaría al club más ganador de Manchester y pronto conocería a un hombre que tomaría a ratos el lugar de su padre como gran influencia (para bien o para mal): el entrenador escocés Sir Alex Ferguson.
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En tiempos en los que los ‘tres puntos’ lo son todo, resulta hoy inimaginable un entrenador como el citado en el párrafo anterior. Ferguson entrenó casi tres décadas al Manchester United e implantó su filosofía no solo dentro de los camerinos, sino también afuera. No ganó campeonatos necesariamente en todos los años que dirigió al United, pero sí fue capaz de aportarle mística y voz propia a un club que tras su salida nunca volvió a ser el mismo (hoy pasa penurias con el neerlandés Erik ten Hag).
Para confirmar cada cosa que se dice en la docuserie sobre Sir Alex Ferguson y sobre otros temas, podríamos hablar de otro elemento muy presente en “Beckham”. Se trata del vasto conjunto de voces que participan a lo largo de estos cuatro episodios. Desde exfutbolistas (del mismo equipo o rivales) hasta expresidentes de clubes, pasando por paparazzis, utileros y hasta recepcionistas. Cada uno aporta en su respectiva medida a la sustentación de un producto muy serio.
Una manera de combinar esto último con aquello que dijimos al comienzo de no presentar una simple hagiografía de un personaje famoso, puede apreciarse cuando vemos en pantalla no solo a grandes amigos y admiradores de Beckham como Gary Neville (exlateral del United y de la selección británica), sino también a personajes con los que el excapitán tuvo diferencias e inclusive algunas discusiones (Diego Simeone es el villano en una parte de la docuserie y Landon Donovan protagoniza tal vez los minutos más tensos en el episodio final).
Pero enfocarnos mayormente en las críticas de los testigos citados para esta docuserie sería injusto porque esta producción es, antes que todo, la narración de una historia épica. Porque Beckham supo tocar la gloria y ganarse la admiración de millones, pero las cosas no le cayeron del cielo. El mediocampista inglés también vivió momentos sumamente oscuros y situaciones absolutamente dramáticas. Y de cada una supo extraer una enseñanza. He ahí su mejor virtud.
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En “Beckham” hay trofeos gigantescos y elogiosas portadas de diarios, pero también encontramos exactamente lo contrario: malas rachas, temporadas sin títulos, pero, sobre todo, la condena de una sociedad entera que encuentra en el ‘deporte rey’ la (peor) forma de desfogar sus propias frustraciones. Pasa esto, por ejemplo, cuando la selección inglesa de fútbol es eliminada del Mundial de Francia 1998 tras perder ante Argentina en un partido en el que David es expulsado luego de patear a Diego Simeone, furioso porque este le comete una acción de juego brusco.
Aunque no siguió el trágico camino del colombiano Andrés Escobar luego de fallar un penal en el Mundial de Estados Unidos y dejar a la selección ‘cafetera’ fuera de carrera, el inglés David Beckham vivió su propio calvario siendo insultado sin cesar cada vez que jugaba fuera de casa. Fue su mente la que soportó insultos y amenazas durante meses. La persecución resultó tal que incluyó las más cobardes ofensas públicas a su esposa, la ex Spice Girls, Victoria Beckham.
En este punto toca mencionar una segunda base en la que se ampara “Beckham”: la todopoderosa presencia de Victoria en la vida del exfutbolista británico. Retratada como una historia de amor sin igual en sus orígenes, el vínculo entre el deportista y la cantante se fue afianzando siguiendo un camino absolutamente singular. Con ambos felices en Inglaterra, alimentando a la ‘prensa rosa’ primero y luego sufriéndola, el Spice Boy y la Posh Spice parecían uno solo al momento de tomar las decisiones. David no necesita decirlo en la docuserie para dejar en claro que a lo largo de su carrera como futbolista tomó las decisiones pensando primero en Victoria, segundo en Victoria y tercero en Victoria. Salvo algunas excepciones, claro.
Con un padre que poco a poco se fue corriendo hacia el sitio de mero espectador de la ascendente carrera de su hijo futbolista, y una madre casi desde siempre en el mismo espacio, el rol de Sir Alex Ferguson y Victoria Beckham fue convirtiéndose en gravitante. El primero intentando moldear –como si de una figura de cerámica se tratase—casi a su imagen y semejanza a un chico que jamás serían completamente como él lo esperaba. La segunda, estableciendo claramente qué es lo que la hace feliz y qué no, condicionando así los movimientos futuros del futbolista fuera de Inglaterra.
Con un entrenador absolutamente controlador como el escocés y una pareja que te deja poco margen de maniobra, que David Beckham estalle era solo cuestión de tiempo. Pasó cuando el mediocampista respondió con insultos a una rabieta que su DT le dedicó luego de una dura derrota en la liga doméstica. Aquí vendría el famoso episodio del botín pateado por Ferguson (en la docuserie se cuenta que el DT pateó un ‘montoncito de ropa’ que estaba en el suelo y junto con eso voló el calzado) que terminó abriéndole la ceja a su hasta ese entonces ‘protegido’. Pero también ocurrió cuando, en un momento de desesperación tras asumir que fue un error haberse ido a la entonces fantasmal MLS, el deportista se tomó un avión para irse a jugar al Milán (“Quería seguir jugando en mi selección … en ese momento no pensé en nadie más que en mí”).
Retomando la estructura de la docuserie, otro aspecto a destacar es el correcto registro de cómo la industria del fútbol se ha transformado. Tras su pelea con Ferguson (“Tuvieron que pararse a detenerme”), el mediocampista daría el gran salto al Real Madrid (se habló en primer momento de que pasaría al rival de siempre, el Barcelona). Seremos testigos aquí de la consolidación de los llamados ‘Galácticos’ (Ronaldo, Figo y Zidane incluidos). Con Florentino Pérez detrás, el principal club de la capital española desembolsó millones de dólares para hacerse del inglés, sin importar siquiera que su posición ya estaba cubierta por el portugués arriba mencionado. Vendrían, pues, giras interminables, spots, dificultades (Victoria no oculta su fastidio por todas las complicaciones que asegura haber tenido desde que su esposo dejó Inglaterra por España), pero sobre todo un camino inesperadamente empinado, en donde los títulos no sobraron, aunque la experiencia fue suficiente para globalizar un apellido que aún hoy, casi dos décadas después, sigue vigente.
El tramo final de la docuserie tiene está enfocado fundamentalmente al declive natural de cualquier futbolista. Tras dejar el Real Madrid, David Beckham seguiría un camino primero sinuoso y después algo más seguro. Veremos su llegada a Los Ángeles Galaxy cuando la MLS era nada en comparación a la liga que hoy ha recibido a Lionel Messi. La producción de Netflix es objetiva y, sin temor a quedar mal con alguien, señala con todas sus letras (directamente y a través de la voz de sus entrevistados) que el fútbol estadounidense simplemente no existía en el planeta fútbol. El inglés tardó algo, pero finalmente se percató de eso. Migró al Milán italiano (Victoria nuevamente le haría problemas por una nueva mudanza) y finalmente cerraría su carrera en el PSG inglés, otro club acostumbrado a gastar mucho dinero, pero todavía sin palmarés fuera del campeonato doméstico. Aquí vendría el momento de admitir algo que muchos futbolistas temen: toca decir adiós. David admite en pantalla que poco a poco le costaba más levantarse de la cama para irse a entrenar. Era, pues, el punto final de una trayectoria propia de un crack del fútbol moderno.
Porque contiene testimonios de primera mano, correctamente balanceados entre los elogios y las críticas (hablan Ferguson, Capello, Landon Donovan y hasta el propio Diego Simeone). Porque recoge ricas imágenes de archivo que permiten ver no solo un combo de goles y magistrales tiros libres, sino también escenas de la vida conyugal en una pareja digna de Hollywood, pero fundamentalmente porque -- en un balompié que hoy se transforma en cuestión de horas – aporta un singular enfoque sobre la forma en cómo el dinero empezaba a controlarlo todo ya dos décadas atrás, la docuserie “Beckham” de Netflix es uno de los mejores productos audiovisuales vinculados a un deportista de alta elite que supo moverse entre las portadas y los camerinos sin perder la perspectiva ni sacar los pies de la tierra, algo que cada vez resulta más escaso.
BECKHAM/NETFLIX
Sinopsis: Con imágenes inéditas, esta serie documental sigue el meteórico ascenso de David Beckham, desde sus humildes orígenes hasta convertirse en estrella del fútbol mundial.
Elenco: David Beckham, Sir Alex Ferguson, Gary Neville, Victoria Beckham
Duración: 4 episodios
Director: Fisher Stevens
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