“No has demandado a una sola persona en tus 75 años de vida”, le dice Annette (Pamela Reed) a su esposo, el héroe de guerra, padre 13 hijos y empresario funerario Jeremiah O’Keefe (Tommy Lee Jones) cuando este le cuenta que ha decidido entablar una demanda contra el poderoso dueño del Loewen Group, Ray Loewen (Bill Camp), luego de que este le haga una jugada sucia retrasando un acuerdo de compra de ocho de sus funerarias y de su compañía de seguros en Biloxi, Misisipi.
Hasta aquí hemos resumido el origen de “Enterrando una ambición” (“El negocio de la muerte” o “The Burial”, como es su título original), la nueva película con la que la compañía de streaming Prime Video buscará colarse en alguna de las categorías dentro de los próximos Premios Oscar. La cinta de 126 minutos de duración es un drama con tantas estrellas como elementos simbólicos, y que, aunque a ratos algo lenta, cumple su propósito de plantear que, en una lucha de grande abusivo contra chico desvalido, no siempre el primero tiene que ganar.
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Esta cinta dirigida por Maggie Betts no se toma mucho tiempo en presentarnos al coprotagonista Jeremiah. En sus primeros minutos, lo muestra celebrando su cumpleaños junto a sus muchos nietos. Una le entrega una tarjeta que dibujó seguramente en su colegio. Es decir, el ejemplo de familia numerosa, feliz y bien formada que muchos desearíamos tener. Rápidamente saltamos a otro escenario. El héroe de guerra está sentado junto a su joven y brillante asesor legal Hal Dockins (Mamoudou Athie) en una sala judicial donde un extravagante abogado afroamericano (Hal también lo es) de nombre Willie Gary (Jamie Foxx) brinda sus alegatos finales dentro de un juicio que su defendido finalmente ganará por una millonaria cifra.
Difícilmente encontraremos en el registro histórico un solo personaje interpretado por Foxx que nos resulte indiferente. No hay siquiera que ir tan atrás en el tiempo para hablar de “Ray” (2004) o de la sangrienta “Django sin cadenas” (2012) para comprobarlo. Hace muy poco, el actor de 55 años de edad protagonizó “El clon de Tyrone”, una surrealista apuesta que lo tenía como detective de hechos impensados en el alucinógeno poblado de Glenn.
En “Enterrando una ambición”, sin embargo, Foxx deja las luces fosforescentes, los golpes, la sangre y el blues para darle vida a un abogado bautista afroamericano tan exitoso como estrambótico: Willie Gary, un experto en juicios por lesiones personales que ha hecho de la publicidad su motor y motivo. Y sale en promociones mostrando sus lujosas propiedades, a la espera de que se le presenten nuevos casos “que sí pueda ganar” para solo dar la estocada final.
Volviendo a la trama, Hal no es solo el joven y larguirucho abogado afroamericano que ideó captar a Willie Gary en la carrera judicial de Jeremiah contra el poderoso Loewen Group. En realidad, este impetuoso letrado es el único capaz de poner mesura en medio de tanta confusión. Porque Jeremiah, su voz baja y su mirada de calma ralentizan la propuesta a más no poder, mientras que Mike Allred hace todo lo contrario: se trata un abogado que, aunque posee maneras prepotentes y despectivas hacia los hombres de color, le ha sido leal al señor O’Keefe por siempre.
Entre la calma de Jeremiah, las pésimas formas de Mike y el show permanente de Gary con sus ternos costosos y sus relojes de diamantes, Hal parece ser el único que se detiene a analizar posibles pruebas que deberían salvar el juicio. Porque sí, en algún momento todo parece cuesta arriba, y en eso la propuesta de la directora Maggie Betts es absolutamente convincente: durante la crisis cada uno expone sus debilidades.
Pero esa crisis no pudo haber llegado sin que la parte demandada, en este caso Ray Loewen, asesorado por su equipo legal, se percate de a qué cancha lo llevaron a jugar ese partido: una comunidad pobre y en su mayoría negra: Hinds. Entonces, a estas alturas la película ya no es solo el repaso de un juicio más, ni siquiera un ‘David vs. Goliat’ traído al presente, es mucho más que eso. Tenemos racismo, abuso, pero sobre todo lucha por la dignidad.
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En cuanto al contexto histórico social, vale decir que Loewen Group es una empresa canadiense que, consciente de que la tasa de mortalidad en los Estados Unidos post Segunda Guerra Mundial se elevaba como la espuma, estaba convencida de que vender cajones era negocio. Por ello, captar la mayor cantidad de funerarias locales era su gran objetivo sin importar lo que se le interponga en el camino. Aquí la película de Betts también acierta, porque deja en claro –a través de las pruebas halladas por Dockins—que la ambición en ocasiones no presenta límites.
Dijimos líneas arriba que “Enterando una ambición” tenía, entre otras cosas, un elenco plagado de estrellas. Por si fuera poco tener a Tommy Lee Jones como un veterano de guerra que parece a punto de perderlo todo en un juicio cuesta arriba, está Jamie Foxx como el abogado brillante que en un momento pierde el apoyo de sus asistentes de buffette, pero decide no claudicar por “amor propio”. Luego, Alan Ruck desempeña un rol notable porque a ratos parece inseparable de Jeremiah, pero luego se quita la careta y mira de arriba abajo al humilde mesero afroamericano que le lleva un trago a la mesa. A estos tres actores, se les debe sumar, sin duda, Jurnee Smollett, quien interpreta a la temible abogada contratada por Loewen Group: Mame Downes. Ella resalta por sobre todos los abogados del ‘equipo del mal’, pero jamás jugando sucio. Se vale de las cartas que le permite el tribunal para exponer las contradicciones y falencias de una postura que es justa, pero que no por ello debe revisarse de pies a cabeza.
Pero más allá del juicio, de las estrellas que lo representan, y de que –esto no puede perderse de vista—estamos frente a un drama basado en hechos reales, “Enterrando una ambición” aspira a algo más que una simple historia de chicos venciendo a grandes. La trama está plagada de simbolismos. Jeremiah no solo es un padre, esposo y abuelo noble y respetado, sino que además carece del mínimo aire de superioridad hacia los afroamericanos. Cree en Gary y le da la confianza necesaria al joven Hal para que ponga orden en medio del caos. Luego, es esta comunidad (Hinds) la que realmente protagoniza la historia. La mayoría del jurado popular son afroamericanos. Pero aquellos que han sufrido las trampas y promesas falsas de Loewen Group también lo son. Hay, pues, un tono reivindicativo que atraviesa gran parte de la historia (el propio Gary que hoy vuela en su avión privado, se crio de niño cultivando caña de azúcar en Florida).
La película de Maggie Betts no es perfecta, claro. Si acierta en lo simbólico y logra generar empatía en distintos momentos, también a ratos se vuelve lenta, exagerando en elementos como el grupo de extrovertidos amigos del bufete de Gary, quienes poco o nada aportan cuando realmente ‘las papas queman’. Luego, el conflicto alrededor de Mike Allred y el pasado familiar que oculta surge correctamente, pero pronto se desinfla, como si fuese suficiente solo alejar al personaje de la sala del tribunal. Y, finalmente, la forma en cómo poco a poco van surgiendo las claves que desenredarán el caso a favor de Jeremiah, tal vez no resista un análisis mucho mayor. Sin embargo, ninguno de estos últimos factores puede desacreditar una historia que, aunque planteada en un modo bastante convencional (bueno contra malo o chico contra grande) y de la mano de un elenco de lujo, cumple su propósito de mantener nuestra atención durante dos horas, un logro del que no todas las cintas presentes en el mundillo del streaming pueden presumir hoy en día.
ENTERRANDO UNA AMBICIÓN/PRIME VIDEO
Directora: Maggie Betts
Sinopsis: Un abogado ayuda al propietario de una funeraria a salvar su negocio familiar de un gigante corporativo, sacando a la luz una compleja red de corrupción, poder e injusticia.
Elenco: Jamie Foxx, Tommy Lee Jones, Jurnee Smollett, Alan Ruck, Bill Camp
Calificación: 4 estrellas
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