“Este no es el final, es solo el comienzo”, dice Edwin Oviedo en un video difundido poco después de la eliminación del Mundial, en el que aparecen también Paolo, Flores, Yotún, Rodríguez, Tapia, Trauco, Hurtado y Cueva.
¿Pero qué pinta Oviedo ahí? ¿Qué hace el presidente de la Federación Peruana de Fútbol con el plantel agradeciendo a la hinchada por haber convertido Moscú, Saransk, Sochi y Ekaterimburgo en sucursales del país?
En el mundo del deporte, los partidos se juegan dentro y fuera de la cancha y la federación jugó muy bien el suyo. El estupendo desempeño mostrado sobre el verde se sostuvo en una organización impecable en lo administrativo, logístico y legal –sin los puntos en el TAS, hoy seríamos historia–, que sería absurdo negar.
A lo largo del proceso, el ex presidente del Juan Aurich exhibió no pocas virtudes: supo rodearse de profesionales de primer nivel y cedió el protagonismo a los verdaderos actores de esta historia, es decir, Ricardo Gareca y sus muchachos.
Por eso sorprende esta búsqueda de los reflectores, dejando de lado las decisiones consensuadas (su participación en el Caso Guerrero no fue coordinada con Gareca, según reportó Umberto Jara en “Somos”) y luego con mensajes que dejan la impresión de que la renovación del ‘Tigre’ tendría que ver con el dinero y no con el proyecto Qatar 2022.
Al momento de escribir estas líneas, Gareca seguía sin responder a la pregunta sobre su continuidad. La otra interrogante sin respuesta tiene que ver con el presidente de la federación: ¿A qué juega, señor Oviedo?