Tres años después de la primera portada de Somos, en 1991, vino el segundo álbum del grupo y todo se multiplicó; el éxito, la fama, el dinero, los conciertos, los viajes, todo.
Luego el viaje a Miami para la grabación del tercer disco, pero la creatividad grupal se dividió entre cuatro y multiplicó por mil. Teníamos más claro lo que queríamos hacer como solistas que como partes una banda.
Volvimos a Lima, pero para separarnos. Era mayo del 93 y teníamos sólo 22 años.
“Arena Hash” fue un grupo que siempre supo que algún día se separaría para dar paso a que sus integrantes fueran solistas. Por eso desde el primer día nos preocupamos por crear una marca, por dejar una huella, por construir un legado que fuera recordado por todos. Probablemente fuimos el único grupo del Perú que además de tener buenas canciones, nos preocupamos por cada detalle musical y visual; y que generó una histeria colectiva comparada por momentos a la que vemos en “A hard days night” de Los Beatles.
Por eso, si eres un pulpín jamás entenderás que en el Perú hubo una época en la que una banda nacional podía llenar un estadio sólo por tener buenas canciones en la radio. Sin la necesidad de recurrir a la televisión para darle vueltas a la tuerca o para tirarse tortas en la cara.
Hace más de veinte años que Pedro, Patricio, Arturo y yo no estamos juntos en una misma habitación. Pero eso no significa que no sigamos siendo una banda. En el corazón seguimos siendo “Arena Hash”, sólo que no damos conciertos ni nos sentamos a componer.
Hay momentos en los que damos una curva que nos lleva a un lugar que no imaginamos. Esa curva puede ser una acción o una decisión que hace que a partir de ese instante se escriba un futuro totalmente distinto al que teníamos predestinado.
Una tarde de octubre del 87 tomamos esa curva que escribió un nuevo capítulo en la historia de la música popular del Perú. Aquella tarde, cuando un par de chicos raros me tocaron el timbre.