Las primeras informaciones sobre la existencia del cigarrillo electrónico (o algo que se le parezca) nos llevan al lejano año de 1963. El estadounidense Herbert Gilbert diseñó un prototipo a pilas que generaba un agradable aire aromatizado al calentar una sustancia que emulaba el sabor del whisky. El invento fue patentado, pero por las limitaciones tecnológicas y la falta de información sobre sus posibles perjuicios, nunca llegó a distribuirse. Fue recién en el año 2003 que el cigarrillo electrónico, también llamado vapeador y e-cig, entre otros nombres, llegó al mercado. Su creador fue el farmacéutico chino Hon Lik, un fumador empedernido que quedó marcado profundamente por la muerte de su padre –un hombre que hacía honor al dicho que reza “fuma como chino en quiebra”– a causa de un terrible cáncer de pulmón. ¿Por qué entonces recién ahora, más de 15 años después, se presenta una crisis epidemiológica en Estados Unidos y salta con urgencia este intenso debate mundial sobre los riesgos de usarlo?
Pero primero lo primero, ¿cómo funciona un cigarrillo electrónico? Es necesario mencionar que este dispositivo fue creado como una alternativa al cigarrillo convencional (y la adicción al tabaquismo), una de las mayores amenazas a la salud pública y causante de más de 8 millones de muertes al año en el mundo. El ‘vapeo’ es una forma de ingerir nicotina, el alcaloide adictivo presente en el tabaco, pero sin el humo ni el alquitrán que resultan de la quema de tabaco. El cigarrillo electrónico contiene una batería que calienta un líquido enriquecido con diferentes niveles de nicotina (o no; también hay líquidos solo con saborizantes), lo cual produce un vapor que el usuario inhala.
La reciente muerte de 34 personas en Estados Unidos por causas relacionadas con este dispositivo (y la identificación de otros 1.604 casos) ha puesto al cigarrillo electrónico bajo la lupa de la comunidad médica internacional. Esta semana, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDD) de EE. UU. publicó su primer informe sobre estos casos y aunque señala que aún no se ha determinado qué compuesto individual ha causado la epidemia, todas las informaciones apuntan al uso de productos no autorizados o adulterados con THC, el principal compuesto psicoativo en la marihuana. Aun así, ha recomendado abstenerse de todo tipo de producto para cigarrillos electrónicos y la mayoría de los estados norteamericanos ha dictado oficialmente esta prohibición.
En el Perú, el Ministerio de Salud (Minsa) tiene ya preparada una propuesta de prohibición que ha sido elaborada por la Dirección de Promoción de la Salud. Esta propuesta fue elevada hace tres semanas al despacho de la ministra Zulema Tomás, quien debería llevarlo a su debate y aprobación en el Consejo de Ministros a fin de que se apruebe vía un Decreto de Urgencia (la propuesta inicial planteaba proponer una ley al Congreso, pero en vista de que este fue disuelto se ha adecuado la iniciativa al esquema legal vigente).
“La primera alerta que tuvimos en relación a los cigarrillos electrónicos y su peligro data del 29 de octubre del 2009. En este período, las evidencias científicas de los daños a la salud que producen los cigarrillos electrónicos y vapeadores son abundantes y, sobre esa base, el Ministerio de Salud está tomando la decisión de proponer medidas de prohibición de comercialización”, nos dice Alexandro Saco, director ejecutivo de la Dirección de Promoción de la Salud del Minsa y quien tuvo a su cargo la elaboración del informe.
Saco indica que la propuesta se hizo luego de realizar un “metaanálisis” que incluye evidencias científicas sobre el daño que causan los vapeadores y que se desarrollan en 30 investigaciones identificadas por el Minsa. Ninguna de ellas ha sido hecha en nuestro país. Son pocos los países que tienen investigaciones propias sobre este tema. Por tanto, la mayoría de ellos ha tomado como referencia la posición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en su último informe (julio 2019) señala que estos dispositivos son “indudablemente dañinos” y que aún es difícil saber cuáles serán sus efectos adversos a mediano y largo plazo.
-LA POSICIÓN DE REINO UNIDO-
Al otro lado de la postura de la OMS se encuentran las investigaciones que año tras año actualiza el Ministerio de Salud del Reino Unido, que siempre ha estado a la vanguardia en la lucha contra el tabaquismo y que fomenta el uso de vapeadores en personas que quieren dejar el cigarrillo convencional. Es más, el tema ha sido incorporado como una de sus políticas públicas para que las personas abandonen el hábito de fumar, una adicción que solo en Inglaterra mata a 79 mil personas al año.
Su último informe detalla que vapear es al menos un 95 por ciento menos dañino que fumar tabaco y que causa daños insignificantes a terceras personas. Es decir, no existen los fumadores pasivos como en el caso de los cigarros tradicionales.
“En ningún momento se ha dicho que este producto esté orientado a no fumadores y menos a jóvenes. Es únicamente para adultos fumadores. Lo que dicen los detractores es que a través del cigarrillo electrónico entran [al cigarro] algunos jóvenes, pero ese hecho mínimo no puede privar a millones de personas fumadoras de salvar sus vidas”, sostiene Carmen Escrig, doctora en biología celular y genética, y coordinadora de MOVE, una organización internacional de médicos con 500 socios en más de 20 países. Y quizás ese sea uno de los puntos principales de este debate: el cigarrillo electrónico fue creado para que las personas adictas a la nicotina tengan una opción menos dañina que el cigarrillo convencional (sin tabaco ni sus más de 7 mil sustancias químicas, 70 de ellas relacionadas directamente con diferentes tipos de cáncer) y no para que sea usado como una ‘moda’ por jóvenes y adultos.
Esta es también la posición de Sebastián Tovar, vocero de la recientemente formada Asociación de Vaperos del Perú, que se han organizado ante la posibilidad de que en breve se adopte una medida prohibitiva de estos dispositivos en nuestro país. “En el mundo no hay un solo estudio que demuestre que el cigarrillo electrónico puede ser igual o más dañino que el cigarrillo convencional, y acá en el Perú, tampoco. Por el contrario, tenemos muchos estudios que avalan que es la mejor terapia de reducción de riesgos para dejar el cigarrillo. Es un producto que está salvando vidas”, dice.
Tovar, vapeador desde hace más de seis años, comenta que la asociación que representa ha buscado reunirse sin suerte con las autoridades del Minsa. “Ni yo ni la asociación decimos que es un producto inocuo, nadie dice que no te puede hacer algo de daño. Por eso no se fomenta el consumo de este [vapeadores] ni del otro [los cigarrillos convencionales]. Y menos en los jóvenes. El tema es cuál es menos dañino”, afirma.
Habrá que esperar la decisión que finalmente se tome en el Ministerio de Salud de nuestro país. De su lado, los defensores del cigarrillo electrónico en el Perú proponen que este sea regulado (aunque afirman que actualmente ya hacen una autorregulación): nada de vender a menores de edad, bajo pena de multa y hasta revocación de licencias de funcionamiento por infracción; que su venta se realice únicamente en tiendas especializadas; y que no se permita su uso en lugares públicos. //
-MÁS INFORMACIÓN-
-20.000 peruanos utilizan el cigarrillo electrónico, según la Asociación de Vapeadores del Perú. Existen unas 100 tiendas formales.
-Manuel Bossio (57), Renato García (33) y Andrés Chauca de la Puente (48) llevan más de seis años vapeando. Ellos afirman que su uso les ayudó a dejar los cigarrillos de tabaco, que los estaban “matando”.
-La ministra Zulema Tomás llevaría la propuesta de prohibición de los vapeadores al consejo de ministros.
-Sebastián Tovar, vocero de la Asociación de Vapeadores del Perú, busca que funcionarios del Minsa –que proponen la prohibición de los cigarrillos electrónicos– escuchen a usuarios.
-En EE. UU., las autoridades hablan de una epidemia en los liceos. Los jóvenes usan el dispositivo incluso en clase.
-Usuarios de los cigarrillos electrónicos en diferentes partes del mundo han protestado por lo que consideran una “satanización” de los vapeadores.
-En Estados Unidos existe alarma pues en los institutos se ha puesto de ‘moda’ que los jóvenes utilicen unos vapeadores del tamaño de un pen drive. Se afirma que el uso en menores de 25 años puede afectar el desarrollo del cerebro.