Malala Yousafzai tenía 11 años cuando empezó a contar la dura experiencia de vivir bajo el régimen talibán, a través de un blog anónimo para la BBC. A los 17 se convirtió en la persona más joven en recibir un Premio Nobel de la Paz, gracias a su valiente activismo en contra de la guerra. Era el año 2014. Tiempo después, en 2017, otra adolescente generaría impacto al involucrarse en la política para luchar contra la pobreza menstrual en Reino Unido. Su nombre es Amika George y logró que en marzo del 2019 el Gobierno británico financie productos sanitarios gratuitos en todas las escuelas y colegios ingleses. Ese mismo año, y unos kilómetros más al norte, en Suecia, una adolescente de 15 dirigía huelgas frente al Parlamento de Estocolmo para exigir propuestas que frenaran el cambio climático. Su nombre se empezó a oír por todo el mundo: Greta Thunberg.
En más de una ocasión se dice que las niñas –y niños– son el futuro de una nación. Pero, ¿acaso no son ellos quienes también construyen el presente? Lo anterior solo demuestra que las niñas y adolescentes también pueden luchar por la paz, impulsar nuevas políticas y ser líderes contra el cambio climático. También pueden mover masas, alzar la voz e impactar positivamente en su entorno. En Perú ya existen voces activistas trabajando por un mejor presente y futuro.
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-VOCES DEL CAMBIO-
“Las niñas, jóvenes y adolescentes ya estamos informadas. Somos conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor y de lo que falta cambiar, pero nos siguen subestimando. ¿Por qué, cuando se discuten decisiones que nos incluyen y nos impactarán, no tenemos un lugar para hablar sobre nuestros derechos e ideales? Es ilógico”, cuestiona Analy Giuliana, de 17 años.
Natural de Paucartambo, Cusco, esta joven se involucró en el activismo a los 11 años, impulsada por las realidades que veía en sus compañeras de clase. “Imagínate crecer y no conocer tus derechos, que las autoridades estén desvinculadas por completo de su cumplimiento. La gente los vulnera y tú no sabes que está mal hasta que te enteras”, comenta. Con su voz, ha logrado que la educación impartida en su localidad sea de calidad, que se hable sin tapujos de educación sexual y así también disminuyan las tasas de embarazo adolescente. Además, hoy por hoy forma parte de las líderes que capacita la ONG Plan Internacional, que año tras año trabajan para que más niñas y adolescentes en el mundo tengan mejores oportunidades.
“De la comunicación y educación parte todo. Desde niña, hasta ahora que soy joven, me he involucrado en mi escuela y comunidad, para dar a conocer el ejercicio correcto de derechos sexuales y reproductivos de las niñas y adolescentes”, añade la lideresa, que también rompe con el mito de que la población organizada no puede generar grandes cambios. Para muestra, un hecho: hace un tiempo se organizó con más compañeras de la provincia e identificó los lugares de su comunidad que requerían mejor iluminación y seguridad. Presentó un plan organizado al alcalde y actualmente esos lugares se encuentran en mejores condiciones.
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Giuliana –estudiante de Química en la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco– aceptó también el reto de convertirse en editora de esta revista por una edición, en el marco de la campaña “Niñas al Poder” de Plan Internacional, por el Día de la Niña 2022. Durante su toma de poder, visitó la capital por primera vez y las redacciones del diario El Comercio, donde compartió sus recomendaciones para que, como medio, se sigan dando a conocer las voces de más niñas y adolescentes partidarias del cambio.
“Crear espacios donde nuestras voces sean escuchadas es importante. La diversidad de opiniones enriquece los cambios y quienes mejor conocemos nuestra realidad somos nosotras mismas”. Giuliana continúa el ejemplo de adolescentes como Greta y Amika, y anticipa el camino de muchas más, que alzarán la voz en algunos años.
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-POR UN MUNDO MÁS PARITARIO-
Si bien el Día Internacional de la Niña cumple una década desde su primera conmemoración, aún hay quienes se preguntan por qué fue necesario crear un día específico para ellas. La realidad es que los niños y niñas en el mundo se desenvuelven de maneras diferentes y, lamentablemente, estas últimas se encuentran alejadas de los primeros por una profunda brecha de oportunidades.
Por ejemplo, cuatro de cada cinco niñas terminan la educación primaria, y solo dos de cada cinco completan la enseñanza secundaria superior (Unicef, 2020). Más que un día para celebrarlas, el 11 de octubre de cada año ha sido elegido para crear espacios donde las niñas y adolescentes del mundo sean escuchadas, para que los organismos de poder y autoridades trabajen en generar un cambio en sus realidades.
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En esta línea, desde Nauta, Loreto, ya destaca una líder de 16 años: Astrid Lizeth. Enfocada en la igualdad de oportunidades y el cumplimiento de sus derechos, esta adolescente cree en la capacidad que tienen las nuevas generaciones para gestionar el cambio, crear políticas y propiciar mejores leyes. “Desde su punto de vista, los jóvenes ayudarían a combatir diferentes problemas, ya que ellos muchas veces también son afectados y lo viven en primera persona”, precisa.
Indica, además, que una de las principales realidades que viven los jóvenes loretanos es la falta de acceso a oportunidades luego de la escuela, lo que muchas veces trae como consecuencia problemas de drogadicción y delincuencia. “Las autoridades dan por perdidas a aquellas personas sumidas en la drogadicción. Sin embargo, no ven el privilegio que tienen desde su posición, ellos tienen las herramientas para ayudar a los jóvenes, con programas de rehabilitación e inculcando en los más chicos proyectos de prevención”, indica Astrid, quien en un futuro espera convertirse en lideresa de un movimiento político o social.
-MUJERES EN LA CIENCIA-
En 2018, la muñeca más famosa del mundo, Barbie, lanzó el proyecto “Dream Gap” (“Brecha de Sueños”) para visibilizar y abordar una cruda realidad: en promedio, a los cinco años de edad, las niñas dejan de soñar que pueden convertirse en científicas, ingenieras, astronautas, CEO y más. Además, precisaban que a los siete años de edad las niñas empiezan a desarrollar la creencia de que no son tan inteligentes y capaces como los niños. Esto, por el entorno en que se desenvuelven, los medios con que interactúan y, por supuesto, la representación que encuentran en medios de entretenimiento, como los juguetes.
Desde ese momento, Barbie se propuso apoyar a que las niñas sigan creyendo en ellas mismas, estableciendo alianzas con organizaciones benéficas en países de todo el mundo. Adicionalmente a ello, también empezaron a incluir figuras aspiracionales de mujeres reales en sus muñecas, desde científicas hasta deportistas y artistas. Esto en particular inspira a Vivian, joven piurana de 15 años. Apasionada por la ciencia, cree en el poder de sembrar en las niñas grandes metas, que se conviertan en el futuro de carreras relacionadas con la ciencia, la tecnología y la ingeniería.
“Desde pequeña me llamó la atención la naturaleza. Me cuestionaba infinidad de cosas, amaba leer. Sin embargo, por el contexto, muchas veces escuché comentarios estereotipados, solo por el hecho de ser mujer”, recuerda. Aunque ello no la amilanó, sí la hizo ser testigo de la realidad que muchas niñas y adolescentes de su comunidad vivían, con menor acceso a los aprendizajes científicos. “Puedo decir que eso, en lugar de frustrarme, me hizo volverme más feminista. Me animó a defender mis derechos y los de las demás, incentivando a más niñas a no abandonar sus sueños y participando políticamente en mejorar sus oportunidades”.
Desde los 13 años, Vivian Andrea está involucrada en voluntariados como Enseña Perú, Huellitas en Acción, Sin Anemia y Mi Zona Segura; trabajando por la educación, las mascotas en abandono, la salud y la seguridad, respectivamente. “Mi meta principal es convertirme en una gran bióloga y luchar por un mejor planeta, donde las mujeres seamos parte del cambio”, cuenta a Somos.
-MUCHO POR HACER-
Aunque la meta es clara, el camino por recorrer para cambiar la realidad de las niñas en el mundo aún es largo. El contexto es todavía más difícil en países de África, Asia y Medio Oriente, donde continúan vigentes prácticas como la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil. Según cifras de la ONU, en 2019, una de cada 20 niñas en el mundo ha sufrido alguna forma de MGF, procedimiento que desencadena periodos irregulares y problemas de vejiga de por vida. Asimismo, las niñas que nacen en países como Níger, Chad, Mali y Guinea tienen un 50% de posibilidades de casarse antes de cumplir 18 años, lo que comúnmente acaba en embarazos adolescentes y círculos de pobreza.
Recientemente, un trágico caso ha sacudido al mundo desde Irán: una joven –Mahsa Amini– murió días después de ser arrestada por la apodada “policía de la moral” de Irán, por no cumplir con las estrictas reglas sobre el uso del velo. Esto ha desencadenado una ola de protestas en el país y el mundo, con mujeres, niñas y adolescentes de institutos y colegios soltando sus cabelleras como poderoso símbolo de libertad y derechos. Como dijo alguna vez Malala Yousafzai en la sede de las Naciones Unidas: “Que las mujeres sean independientes y peleen por ellas. Es tiempo de pelear”. Y sí que falta mucho.//