Es verdad que a #Magaly Solier no le gustan las entrevistas. Esta es la única que dará para hablar de “Retablo”, la laureada película peruana hablada enteramente en quechua que se estrenará el 16 de mayo en Lima. Para eso ha venido especialmente desde Ayacucho, donde vive cuando no está acumulando millas por el mundo para ir a hacer cine. Al estudio fotográfico en la sede de El Comercio llega ya maquillada y a medio peinar, con la cabeza llena de ganchos metálicos que sujetan bucles artificiales. Se sienta y no suelta la cartera, la aprieta contra su cuerpo. Está tensa, algo nerviosa. Ha pedido previamente no conversar sobre los problemas personales que la pusieron en los titulares el año pasado. De eso ya declaró. Va relajando cuando empieza a dar cuenta de la cinta, la misma que orbita puntualmente sobre dos temas: las relaciones personales en ambientes familiares y la casi no discutida diversidad sexual en el mundo del Ande.
Álvaro Delgado Aparicio, el director de la película, no puede ocultar a Somos su felicidad por los 25 premios internacionales que el filme ha ganado, incluyendo dos en la Berlinale 2018. En Francia, de hecho, se estrenó en 50 salas considerándosela uno de las mejores del año pasado. Posee más motivos: este se verá pronto en Estados Unidos y China. “El aporte de Magaly en todo el proceso ha sido sustancial. Fue ella quien sugirió el uso del quechua, por ejemplo; quien entendió inmediatamente el mensaje de amor y tolerancia de la pieza”, narra el realizador.
Sobre la trama: Segundo Páucar (Junior Béjar) es un adolescente que está siendo entrenado por su padre (Amiel Cayo), un maestro retablista ayacuchano, para continuar con el legado familiar. Camino a una fiesta patronal, el joven observa por accidente a su padre en un acto que hace que todo el mundo se le venga abajo. En un entorno tradicional y conservador, Segundo tratará de convivir en silencio con lo que le sucede. La actriz, con más de 20 películas en el CV, es la madre de esta familia en conflicto.
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Solier está ahora en Europa filmando. Este año también estrena “Vivir ilesos”, un thriller psicológico en el que hace de una estafadora criolla de poca monta que va por lana y termina trasquilada; además, participará de su primera película en Estados Unidos: “The saint of the impossible” (la cual abordaría la historia, ambientada en Nueva York, de inmigrantes latinoamericanos en ese país). Pero antes, aún con las pinzas en la melena, en el centro de Lima, su único interés es “Retablo”. Ha dejado por ahí la cartera.
¿Fue la poco abordada temática de la película la que te hizo decir que sí al proyecto? Al inicio, cuando leí el guion, me pareció un mundo sobre el que es muy difícil de hablar, de pensar. Eso debido a la educación que me dieron mis padres campesinos. Hablar de esto con ellos, incluso, es complicado. Ya después fui viajando a otros países y conociendo otras realidades. Luego, releyendo el guion, me di cuenta que era importante que la gente abriera su mentalidad. Lo primero que hice fue contarle a mi mamá: “voy a hacer una película así…”. Me dijo: “ah, mira. Qué bien”. Pero mi madre, en verdad, no entendía bien de qué le estaba hablando. Pasa lo mismo en la sierra. La cinta toca un tema muy difícil, del que da miedo hablar en el Ande, pero de una manera artística.
Esta es la ópera prima de Álvaro Delgado Aparicio. ¿Por qué decides confiar en él? No importa cuántas películas hayas hecho en el mundo. Lo que importa es cómo cuentas algo. Ahora, desde ya, antes del largometraje, un director ha filmado cortos, tampoco puedo arriesgarme a trabajar con un practicante. Pero con Álvaro, todo se dio muy bien. Él es, además, psicólogo. Y escucha mucho. Yo comencé a trabajar mi personaje solo en quechua y le comenté que me parecía que podía ser más impactante si toda la película se hablaba así. Me pareció hermoso que me haya escuchado y que tomara esa decisión.
Esto de sugerir que tus personajes tengan líneas en quechua es una empresa por la que sueles apostar. ¿Cómo contribuye en tus interpretaciones? Es identidad cultural… Cuando un quechuahablante entra a un mundo diferente hay como un desprecio hacia él. Hace 16 años atrás tuve el sueño de no tener más miedo a contar historias en quechua y algo hemos hecho.
Anatolia, tu personaje, no es la protagonista… Yo la adoro… Junto al director la convertimos en una mujer imperfecta. Es muy inteligente. Educa a su hijo con mucho amor, quiere a su esposo. Pero también es una mujer que está dentro de casa, no se da cuenta de lo que pasa. Hasta que lo hace y tiene que tomar decisiones... No quiero contar más, tienen que ir a ver esta película que me ha enamorado porque nos llama a la tolerancia, a la reflexión. Al espectador le abrirá la forma de pensar porque podrá darse cuenta de que todos tenemos nuestro propio retablo.
Junior Béjar, quien actúa de tu hijo, tiene 16 años. Retablo es su primera experiencia en el cine. ¿En algún punto te recordó a ti misma cuando te iniciaste? Sí, muchísimo. Me hizo recordar cuando actué en “Madeinusa” a los 17. Tenía mucho miedo, estaba nerviosa, me olvidaba los textos. A Junior traté de ayudarlo para que agarre confianza en sí mismo. Le sugería que se aprendiera siempre los textos, primero. Le compartí algunos trucos y tips: cómo levantar la fonética y esas cosas. Felizmente nuestro director tenía paciencia. He tenido directores que son muy puntuales: “haz esto, punto, coma, respira y actúa”. No fue este el caso.
Este año cumples 16 años como actriz. ¿Cuál es el balance positivo y negativo de tu carrera? Un aspecto positivo ha sido la familia que gané. En estos 16 años me ha acompañado aquí casi siempre el mismo equipo de filmación. Enid Campos (productora de cine) tiene su equipo y ello son. Cuando nos vemos después de tiempo se siente como si nunca nos hubiésemos separado. Pero son 16 años, 16 años de amor al trabajo. Respecto de los desafíos, pues, al inicio, fue muy difícil decidir si dedicarme a la actuación o no. Yo quería ser policía o ingeniera agrónoma. Pero cuando cuando has nacido para algo, no hay vuelta que darle.
¿Te interesa seguir interpretando mujeres andinas o estás buscando otros roles? “Retablo” se grabó hace tres años y desde entonces no he hecho el papel de una mujer andina. Pero si encuentro papeles así muy bien logrados, los hago.
¿Habrá un tercer disco? Sí, para niños. Pero ya regresando de Estados Unidos. En lenguas originarias. Ya está compuesto.
¿Y sigues pintando? No tengo tiempo. Traduzco y corrijo guiones, eso hago cuando no filmo. Mis hijos (uno de seis, otro de tres) son los que pintan.
Sobre coyuntura. Salvador del Solar fue tu director en Magallanes. Él es ahora premier de la República. Él siempre va a ser mi director. Es la persona más tolerante e inteligente que conozco. Un caballero. No sabe en lo que se ha metido ja, ja, ja. Pero el ama nuestro país. Debemos sentirnos afortunados de tenerlo ahí.
¿Y cómo ves al presidente Vizcarra? No lo veo. No veo televisión. Solo estoy enfocada al arte.
EL RETABLO COMO EJE + Álvaro Delgado Aparicio L., director de la cinta y guionista junto a Héctor Galvez, explica que a ambos siempre les atrajo el concepto detrás de este artefacto folclórico originario de Ayacucho. “Son retratos de la vida, representaciones de vidas y costumbres, portales que te llevan a otras dimensiones”, explica el realizador.
+ La idea del retablo los condujo a contar la historia en el contexto andino, y luego, a añadir el conflicto generado por la sexualidad del progenitor. “No cualquiera puede ser retablista, tiene que ser heredado por tu padre. Hay un tema de continuidad, de legado. ¿Qué podría separar a un hijo de padre tan unidos? Sumarle el tema de sexualidad volvía más compleja la trama. En el Ande todo parece blanco o negro, son más conservadores. Por eso exploramos por ahí”.
*Esta nota fue publicada originalmente el 13 de abril del 2019
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