Les jalan la barba, los abrazan efusivamente y les piden toda clase de deseos. El oficio de ser Papá Noel puede ser agotador, pero es lo menos importante. Para los hombres que están detrás del traje —generalmente de la tercera edad— dibujar sonrisas en los rostros de niños y niñas es su mayor recompensa. Diciembre es, obviamente, el mes más intenso: los llaman de centros comerciales y hospitales, animan eventos de empresas privadas, entregan regalos a los niños en sus casas y colegios.
Pueden llegar a tener tres, cuatro o más actividades al día y, mientras más se acerca el 24 de diciembre, la demanda y tarifas van subiendo. ¿Jubilarse? Eso no está en su vocabulario. Santa Claus nunca lo hizo.
Ilusión eterna
Roberto Bulos —conocido en el medio como ‘Fico’— tiene 79 años y hace más de dos décadas se pone en la piel del padre de la Navidad. Los primeros años vestía de rojo animado por la inocencia de sus nietos e hijos, quienes lo veían (con los ojos abiertos como platos) bajar del cerro de La Planicie con su saco de regalos. Lo acompañaban fieles sus venados, animales que criaba con ayuda de la Universidad Agraria en esas épocas. La postal, de solo imaginarla, es pura magia. “Luego me empezaron a contactar amigos de mis hijos para asistir a sus fiestas de Navidad, escuelas e incluso por casi diez años fui el Santa Claus de un conocido centro comercial”, comenta Bulos, que migró desde Cusco muy joven en búsqueda de aventura y motivado por la pesca.
Quién diría que años más tarde sería reconocido también como uno de los Papás Noel más tiernos de la capital, convocado sobre todo por nidos, familias numerosas e incluso grupos de adultos con alma de niño. “Seguiré haciendo esto hasta que Dios me dé capacidad de hacerlo”, dice mientras agita su campana y se alista para repartir felicidad. A los niños, les pide nunca dejar de lado la candidez de creer en la magia: “Que la edad y vicisitudes de la vida no los haga perder nunca esa capacidad de asombro, de admiración, de esperanza por la vida, por el futuro”, reflexiona. De eso se trata, al fin y al cabo, la Navidad.
En las alturas
Papá Noel no olvida a nadie. Eso lo tiene claro el bombero Javier Orccotoma, capitán de la estación 28 en Miraflores. En diciembre, sus labores aumentan, y no solo lo dice por los accidentes y emergencias que en este mes abundan, sino por la faena que conlleva convertirse en Papá Noel y ser la ilusión de decenas de niños en el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas. Desde 2020, cumple con esta tarea. “Me convertí en Papá Noel bombero casi por casualidad. Era pandemia, nadie podía salir y con los bomberos decidimos llevar un poco de alegría a las calles del distrito. Decoramos los camiones como pudimos y yo me puse la barba blanca”, rememora, mientras se enfunda en su traje de bombero que en época festiva combina con un casco que dice “Papá Noel”, dejando de lado su apellido.
“Recuerdo con nostalgia cuando preparamos algo especial para los hijos de los bomberos. Llegaron y se pusieron en filita en la puerta de la estación. Desde ahí, me vieron y con ese saludo bastó para que estén alegres después de lo complicado que se vivió en la pandemia”, comparte. Visitar a niños con alguna enfermedad en Navidad no es sencillo. Confiesa que por momentos el ánimo se quiebra, pero que nada borra de su corazón la sonrisa que consigue luego de aparecer ‘mágicamente’ por alguna ventana del nosocomio suspendido en su plataforma que alcanza los 33 metros.
“No hay persona que al verte no se maraville. Recuerdo muy bien cómo una vez aparecí de sorpresa en uno de los pasillos del hospital, donde dos personas del área de la limpieza se encontraban descansando. Una de las señoras me vio y corrió a abrazarme. En ese momento podría jurar que esa señora se convirtió en una niña de nuevo. Hasta las lágrimas brotaron. Fue muy especial”, indica conmovido. Al igual que sus colegas, Javier Orccotoma espera seguir llevando ese espíritu solidario a más personas, por muchos años más.
Gringo enamorado
“Siempre le digo a mi esposa que este es mi último año como Papá Noel”, nos dice Roger Gilbert mientras se ríe porque sabe secretamente que no es verdad. A sus 67 años este incansable Noel que nació en Indiana, EE.UU., camina largas distancias bajo el sol veraniego de Lima. Por ello, sus botas son sumamente resistentes y tiene una barba que no se despeina fácilmente.
Es fanático del pollo a la brasa y de todas las variedades de causas, pero no solo la comida lo enamoró de este país: “Esta mujer aquí a mi lado hizo que me quede en el Perú”, dice Roger señalando a Rosa Posadas a quien conoció online hace 13 años y hoy comparten una vida junto a Claudita, hija de Rosa, quien ama tener a Papá Noel a su lado todos los días del año.
Su trayectoria bordea los 25 años interpretando a este emblemático personaje de la Navidad, pero Roger es militar de carrera y, como tal, viajó a varios continentes donde encontró a niños en situaciones extremas y quería ayudarlos de alguna manera. “Me preguntaba qué podía hacer por ellos. Eso se convirtió en mi motivación. Soy un cristiano que cree en el servicio a la gente y si puedo hacer sonreír a una persona, entonces he tenido éxito en mi trabajo”. Así nació su vocación. En el Perú, Roger trabaja con la agencia Fina Imagen y se presenta en el Jockey Plaza desde este fin de semana hasta la semana de Navidad. También hace labor social en hospitales como el Rebagliati, Aniquem, pueblos jóvenes y espera pronto llevar su alegría al Hospital del Niño de San Borja: “Es una manera de devolver a la comunidad lo que me ha brindado”, nos dice.
Roger sabe que estas fechas son difíciles para encontrar a otros Papás Noel como él, con el cuidado que tienen sus trajes y con barbas y cabellos naturales. Por ello, une esfuerzos con dos Papás Noel más, de tal manera que si uno no puede, siempre tendrá un reemplazo.
Vocación escondida
La historia de Genaro Aldón (77), el Papá Noel Mágico —quien hoy aparece en nuestra portada— también comenzó en una cruzada por llevar alegría a los demás. Años atrás, cuando ejercía como asesor de una empresa, llegó al colegio Fe y Alegría llevando donativos, y de casualidad se encontró con un gorrito de Papá Noel. Como tenía barba natural, el personaje le calzó perfectamente. “Cuando dije jo, jo, jo alrededor de 80 niños se me tiraron encima y caí al suelo, pero lo que recogí fue su emoción y abrazos”, nos dice. Este episodio fue clave para don Genaro, quien desde hace una década se convierte, de octubre a diciembre, en Papá Noel.
Sabe de la importancia del traje, por lo que con su mánager y equipo siempre lo están innovando. Tiene un traje azul, el clásico rojo invernal, uno blanco (“con ese parezco un marshmallow”, nos dice) y otro más fresco para el verano: “Antes mis renos usaban chalina y ahora tienen calor”, agrega don Genaro con el humor que es parte de su personaje. “Estoy contento porque hago una labor que me encanta. No por el dinero, sino por todo lo que recojo de los niños. Es el tesoro más grande”. En estas fechas no está de más pedir algún que otro deseo y creer —aunque sea un poquito— en la magia. //
Tradiciones prestadas
¿Cómo y desde hace cuánto tiempo los peruanos pasamos la Navidad con este viejito bonachón de barba blanca, botas, traje rojo y blanco conocido como Papá Noel? ¿Por qué aparece tan abrigado cuando en nuestro hemisferio ya comenzó el calor? La publicidad tiene mucho que decir al respecto, especialmente la potencia del mensaje que una gaseosa comenzó a difundir en los años 30: felicidad, esperanza y unión. “Coca-Cola ve la oportunidad de transmitir esos valores a través de este personaje, lo pone en marquesina en todo el mundo”, explica Héctor Mendoza, docente de la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación de la PUCP.
La marca toma la idea de San Nicolás, un antiguo personaje religioso que repartía regalos, y lo difunde masivamente a través de ilustraciones, especialmente la encargada a Haddon Sundblom, quien construye a este hombre como lo conocemos hoy. Pronto, otras marcas de diferentes productos encontraron en Santa Claus o Papá Noel “una gran oportunidad de lanzar un mensaje de buena voluntad y esperanza. Como ocurre con el Super Bowl, la Navidad se convierte en un gran espacio donde las marcas pueden exponer sus mejores trabajos en el mundo”, resalta Mendoza. Es tan fuerte su carga simbólica que perdura en el tiempo y ha logrado ingresar a los hogares de todo el planeta.
Santa Claus en todas sus versiones
Desde los años 40
El archivo de este Diario hizo una búsqueda en el pasado y encontró avisos con el rostro de Papá Noel desde los años 40 vinculado a marcas de electrodomésticos, automóviles, bancos y ferias de regalos por Navidad. “Pídale a Papá Noel un Ford”, “Papá Noel firmó los cheques…”, “Don perfecto Armour y Papá Noel brindan a ud. para Pascua y Año Nuevo los famosísimos productor Armour”, resaltan sus frases en gran tamaño.
Despierta la magia
Para esta temporada, Coca-Cola ha anunciado el regreso de sus icónicas caravanas de Santa Claus. Hoy, 16 de diciembre, se activará la ruta Real Plaza Salaverry a las 7 p.m., empezando en el frontis de Metro de Pershing. El domingo 17, Papá Noel estará en Surco, en la Av. Castellana a las 7 p.m. para dirigirse hasta el Parque de la Amistad. Asimismo, como ya es tradición, la marca ha instalado la Casa de Papá Noel en Costa 21 hasta el 23 de este mes. Entradas a la venta en Teleticket.
La otra Navidad
“Tayta Navidad” (Planeta Junior, 2023) de Leonidas McNeill y Patricio Fernández explora la idea del Papá Noel de nuestro continente, llamado Tayta Noel. “La Navidad que vivimos está llena de símbolos que no encajan con nuestro diciembre: la nieve, los renos, los pinos y las botas. Así, pensamos que podíamos empezar a pensar en una Navidad cargada con nuestros símbolos. Y nació Tayta Noel para contar la Navidad del Sur. Con calor y con el comienzo de un nuevo año”, explica McNeill. Una buena idea para viajar con la imaginación.
Desde el Polo norte
Recibir una carta auténtica de Papá Noel es posible gracias a la oficina de Correo de Finlandia. Para que los más pequeños del hogar vivan esta ilusión, solo es necesario ingresar a la página https://my.posti.fi/en/santa-claus-main-post-office y hacer un pago de 8,90 euros. Lamentablemente, la convocatoria para las fiestas de este año ya cerraron, pero están abiertas las inscripciones para sorprender con este detalle especial el 2024.
La ley y el orden
Disfrazados de Papá Noel y sus duendes, agentes de la Unidad de Inteligencia Táctica Operativa Urbana de la Policía Nacional, más conocida como Grupo Terna, capturan a criminales en la capital durante la época navideña. Generalmente, estas operaciones son para atrapar a microcomercializadores de drogas.
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