Si en los violentos orígenes de Sendero Luminoso se volcaron ríos de sangre inocente, sobre la historia de sus inicios se han derramado vastos ríos de tinta. Hay una cantidad impresionante de libros que tratan sobre los inicios de la brutal guerrilla maoísta que se alzó en armas contra el Estado Peruano en 1980. Estos pueden leerse tanto como tratados académicos muy completos, como reportajes periodísticos de largo aliento y hasta como libros de no ficción de apasionante lectura.
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En ninguno de ellos se afirma algo remotamente parecido a lo dicho por el canciller Héctor Béjar, que en un discurso en febrero de este año sostuvo que “yo estoy convencido, no puedo demostrarlo, de que Sendero Luminoso ha sido en gran parte obra de la CIA y los servicios de inteligencia”. Lo que sí se puede ver, por ejemplo, en Sendero, de Gustavo Gorriti, es que la visión de Béjar era compartida por muchos izquierdistas de viejo cuño en los primeros años de la violencia política.
“(...) la actitud de una parte de la izquierda fue atribuir la autoría de los atentados a grupos paramilitares o de comandos dependientes de la Guardia Civil o del Ejército, de la Marina o de la CIA, según el gusto. En muchos casos la acusación fue simplemente una desinformación y propaganda pero en otros se trató de una convicción sincera”, escribe Gorriti en su libro, originalmente aparecido en 1990.
Más adelante, el periodista cita al fallecido legislador izquierdista Javier Diez Canseco, a quien los atentados de Sendero de inicios de los ochenta le causaban mucha sospecha. “La derecha, hay que estar ciegos para no verlo, utiliza operativos mucho más complicados. La última oleada de acciones tiene un nítido sello de derecha”. (página 127 del libro, cita una nota de Caretas, 1981).
Lejos de creencias y convicciones que no se pueden probar los orígenes de Sendero están contados incluso en su propia documentación interna, además de numerosos testimonios que han dado sus cabecillas. Tiene su origen en la histórica escisión del comunismo internacional en dos ramas, los pro soviéticos, más dados a la diplomacia y al tránsito pacífico al socialismo, y los pro chinos, guiados por el pensamiento de Mao Zedong para quien el socialismo solo era posible a través de la violencia y “la guerra popular prolongada del campo a la ciudad”.
Como miembro de la Fracción Roja, uno de los tantos grupúsculos de izquierda en los años sesenta, Abimael Guzmán, futuro líder del Partido Comunismo del Perú - Sendero Luminoso-, se adscribía al flanco de los pro chinos, y creía que en Perú estaban dadas las condiciones para una revolución del campo. Después, según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, llegaría a su propia interpretación del marxismo, cogiendo elementos de aquí y allá. “De Lenin toma la tesis de la construcción de un partido de cuadros, selectos y secretos, de Stalin la tesis del partido único y el culto a la personalidad”. De Mao, la inevitabilidad de la violencia y la necesidad de una revolución cultural. Ese es el Sendero Luminoso que comienza a forjarse en los años setenta, que estalla con la quema de ánforas en Chuschi en 1980, lo que ellos llaman el inicio de una lucha armada que acabaría costando 70 mil vidas.
5 Libros para entender los orígenes de Sendero Luminoso
1. Hatun Willakuy
El informe final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación sigue siendo, pese a sus ocasionales críticos -algunos de los cuales no lo han leído-, el intento más amplio e importante por comprender los orígenes de la violencia desatada por Sendero Luminoso contra el Estado Peruano partir de 1980. Para ello se va atrás, a la crisis del comunismo internacional tras la muerte de Stalin que permite surgir la semilla violenta de Sendero, sus perversos métodos de propaganda y la progresiva conversión de su discurso, de pretendidos tintes científicos, en una religión de sangre.
2. Sendero, de Gustavo Gorriti.
Apareció primero en 1990, dos años antes de la captura de Abimael Guzmán, y sigue siendo hasta hoy una de las primeras fuentes de consulta para quien quiera conocer sobre la génesis de la guerra que costó 70 mil muertes en el país. Es la historia detallada de una insurrección en América Latina, tan letal como misteriosa y anacrónica porque iba a contramarcha del proceso democratizador que experimentaban las izquierdas en la región. El periodista Gorriti escribe con la autoridad que le da haber reporteado del tema desde sus inicios en la revista Caretas.
3. Ríos de Sangre - Auge y Caída de Sendero Luminoso, de Orin Starn y Miguel La Serna
Fue publicado en inglés en el 2019 y hace poco en castellano, en una edición a cargo del Instituto de Estudios Peruanos. Se trata de un relato vibrante y muy completo del periodo, en el que se destaca el énfasis de sus autores en ponerle rostro humano al recuento del terror de esos años. Tanto víctimas y victimarios aparecen dibujados de una forma tridimensional y no esquemática, con nuevos hallazgos y entrevistas. Resalta la tesis que Sendero Luminoso no fue una “aberración extrema” del comunismo mundial sino un producto perfectamente entroncado en sus directrices y propósitos históricos.
4. Abimael: El sendero del Terror, de Umberto Jara.
El recorrido periodista pone en juego sus excelentes dotes de narrador en este repaso por los primeros años del cabecilla de la agrupación terrorista, desde su infancia privada de amor materno hasta sus años como profesor gris de filosofía en Ayacucho. Las mejores páginas están reservadas a quien fuese la esposa de Guzmán, la bella Augusta La Torre, una personalidad tan fascinante como letal en su misión de co conductora del partido y gran animadora de la lucha armada.
5. El surgimiento de Sendero Luminoso 1969 - 1979, de Carlos Ivan Degregori
Otro clásico para entender el fenómeno de la violencia política. Se trata de uno de los muchos textos que el fallecido antropólogo e investigador peruano le dedicó a la guerrilla maoista, sobre las causas de su surgimiento y evolución de pequeño partido de izquierda en los setentas a brutal movimiento capaz de poner en jaque a un Estado Peruano que afrontó el problema sin reacción primero, y luego de la peor forma posible.