Estas historias no suelen recibir toda la atención que merecen por parte de la prensa, pero cuando te las cuentan es imposible no sentir un orgullo instantáneo. Cualquier decepción deportiva suena trivial al saber que hay chicos y chicas que se esfuerzan incansablemente, dedicando abundantes horas después de clases, para representar al Perú en concursos y competencias internacionales de ciencias. Este año, hemos sido testigos de varios casos de escolares que han obtenido medallas en olimpiadas de ciencias, únicamente con el apoyo de sus padres y sus colegios.
El caso más reciente es el de la delegación peruana de astronomía y astrofísica, que acaba de ganar dos medallas de oro y una de bronce en las últimas Olimpiadas Iberoamericanas de Astronomía y Astronáutica. Estos estudiantes son Mario Gilvonio, Fabián Sánchez y Joshua Tola, quienes fueron premiados entre los mejores estudiantes de Argentina, Uruguay, Costa Rica, El Salvador, Colombia y otros países. El grupo se completa con Valeria Acosta y David Abad, quienes provienen de distintos colegios locales como el Prolog, el San Ignacio de Loyola, y, en el caso de Joshua, del sistema de educación en el hogar.
Este año, en Polonia, el equipo peruano recibió también algunas preseas en las Olimpiadas Internacionales de Astronomía y Astrofísica, realizadas en Polonia, ante jóvenes de 52 países. En esa oportunidad, Mario obtuvo una medalla de plata y Fabián una mención honorífica. Fuimos el único país en Latinoamérica en alcanzar reconocimientos ahí. “La astronomía es una de las pocas ciencias que ayudan a responder preguntas simples y complejas que te puedes hacer, como: por qué estamos aquí o qué va a pasar con nosotros en el futuro. Te ayuda a dimensionar, a ver lo pequeños que somos al ser la única forma de vida que conocemos”, apunta Mario, un pequeño apasionado de los planetas que, con solo 16 años, ya imagina su futuro como astrofísico. Su sueño mayor es estudiar en el MIT (Massachusetts Institute of Technology).
“El caso de Mario es interesante porque él viene de una zona de Lima de alto riesgo social, donde sus profesores de primaria ya estaban felices si los chicos acababan la secundaria. Para ellos, verlo representando al país, y ganando premios es un doble orgullo”, dice el profesor Hugo Luyo, asesor del ‘team’ de astronomía y astrofísica. La importancia de ganar estos premios a tan corta edad es que marcan un camino si los adolescentes quieren profundizar sus estudios después. “En los doce años que tengo asesorando a equipos peruanos en olimpiadas de ciencias, he visto a chicos que me dicen ‘yo quiero estudiar en la UNI, en San Marcos’, pero luego los ves que acaban becados en Estados Unidos, Rusia, o Japón, gracias a las medallas que ganan en estas olimpiadas”.
El Perú participa en estos eventos científicos desde el año 1985. Empezamos con las áreas de matemáticas, física, química, biología y más recientemente informática. Quienes se encargan de reclutar a los jóvenes son las distintas sociedades científicas de cada país, que organizan clasificatorias y concursos nacionales para escoger a sus representantes. El año pasado, en la Olimpiada Iberoamericana de Física, el Perú obtuvo tres medallas de oro y una de plata, que se las repartieron los colegios Prolog y Saco Oliveros. Es hasta ahora una de las mejores participaciones de nuestro país.
Nuestro país ha tenido también destacadas y premiadas incursiones en olimpiadas de matemáticas y química, pero una mención especial merece la Pagmo (Olimpiada Panamericana Femenina de Matemáticas), celebrada en agosto en Costa Rica. Allí, las alumnas Dhamaris Alarcón, Camila Ochoa y Rosangel Bullón, del colegio Saco Oliveros, sobresalieron al ganar medallas de oro y bronce. El equipo femenino de matemáticas es además tricampeón. Cuentan ellas que para prepararse para esta competencia, pueden estudiar hasta ocho horas al día, poniendo en pausa sus gustos naturales por la música, las series y los ‘doramas’. Estas chicas afirman que la recompensa vale el esfuerzo, y ya vislumbran un futuro como ingenieras, programadoras y profesionales exitosas. Para ellas, el cielo es el límite. //
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