Imponente. La figura de algo que parece ser una nave espacial aparece ante nuestros ojos. Estamos cerca de la Universidad de Moscú y también del Estadio Luzhniki, sede de la final de Rusia 2018. Es el Gran Circo Estatal de Moscú. No nos van a abducir en esta figura de nave extraterrestre pero sí quisimos ver de qué se trata, total, estábamos en el “Epicentro del Mundo” por esos días.Es así como se llamó el show que el Gran Circo Estatal de Moscú (Bolshoi) presentó durante el Mundial. Un acercamiento de dos mundos totalmente distintos, el fútbol y el circo, pero con objetivos comunes, generar sentimientos: alegría, sorpresa, intriga y mucha expectativa, como la que tenemos nosotros al acudir al que es considerado, el circo más grande del mundo. Veamos.El show comienza con siete personajes identificados, cada uno, con un país. Se dejan ver allí Brasil, España, Rusia, Francia y otros más. Ellos son los encargados de hacernos reír y vaya que lo logran. Sin embargo, es momento de asombrarse. Tras este acto inicial, arranca el número musical con un tema de celebración. Las 32 banderas de las selecciones que participaron en el Mundial de Rusia 2018 flamean por todo el Bolshoi, incluida la peruana, claro está.
Monociclos, malabares, mimos y acróbatas. Uno a uno van transcurriendo los números de este show. Hay baile también, con elencos muy numerosos que se apropian de todo el escenario. Son más de 1000 las personas (entre artistas y staff) que trabajan en la puesta en escena de “Epicentro del Mundo”. Los animales tienen un lugar especial durante todo el show: Osos, perros, caballos, tigres y hasta 3 leones. Los aplausos no se detienen, así como el show, que no tiene pausas, pero que intercala los números musicales, con los de clown, acrobacias, malabares y los de animales.¿Hay magia en este circo? Como actos que forman parte del espectáculo, creo que no. Pero sí hay magia si consideramos que las más de 3 mil personas que vinieron a ver este show, no solo rusos (recuerden que estamos en etapa de Mundial y ha venido gente de todas partes) entienden y comprenden toda la puesta en escena, que finalmente está compuesta por un lenguaje más universal: el de la risa. La del niño de 7 años que está a nuestro costado o la de la pareja de esposos que vino a ver el Mundial desde Latinoamérica. Al final, todos se van con una sonrisa en el rostro. El objetivo se ha cumplido.