Los bebés humanos desde los ochos meses son capaces de provocar en broma y los grandes simios parece que tienen el mismo comportamiento de hacer burlas juguetonas a sus compañeros.
Un equipo de investigadores descubrieron que los orangutanes, chimpancés, bonobos y gorilas participaban en comportamientos intencionalmente provocativos, frecuentemente acompañados de características de juego, según un estudio que publica Proceedings of the Royal Society B Biological Sciences.
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Se trata de interacciones sociales espontáneas que parecen juguetonas, ligeramente acosadoras o provocadoras, como golpear levemente a otro y alejarse corriendo para quedarse mirándole o molestarle mientras realiza una actividad.
Los expertos encabezados por la Universidad de Los Ángeles en California (EE.UU.) observaron las acciones, movimientos corporales y expresiones faciales del provocador, y cómo respondían las víctimas de las burlas.
También evaluaron la intencionalidad del provocador buscando evidencias de que el comportamiento estaba dirigido a un objetivo específico, que persistía o se intensificaba y que esperaba una respuesta.
Al igual que el comportamiento bromista de los humanos, las bromas de los simios son provocadoras, persistentes e incluyen elementos de sorpresa y juego.
Al haber observado estas bromas con un toque de provocación en esas cuatro especies es posible que los requisitos cognitivos puedan haber estado presentes en nuestro último ancestro común, hace al menos 13 millones de años, estiman los investigadores.
Además, consideran que, como no es necesario el lenguaje para este comportamiento, es posible que otros animales tengan prácticas similares.
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“Los grandes simios son excelentes candidatos para hacer las burlas juguetonas, ya que están estrechamente emparentados con nosotros, participan en juegos sociales, se ríen y muestran una comprensión relativamente sofisticada de las expectativas de los demás”, indicó Isabelle Laumer, de la Universidad de California en Los Ángeles (EE.UU.) y firmante del estudio.
El equipo identificó 18 comportamientos de ese tipo, muchos de los cuales parecían utilizarse para provocar una respuesta o, al menos, para atraer la atención del objetivo, señaló el Instituto Max Planck (Alemania) en un comunicado.
Era frecuente que los provocadores agitaran o balancearan repetidamente una parte del cuerpo o un objeto en medio del campo de visión del objetivo, le golpearan o pincharan, le miraran fijamente a la cara, interrumpieran sus movimientos, le tiraran del pelo o realizaran otros comportamientos que resultaban extremadamente difíciles de ignorar para el objetivo.
Aunque estas bromas provocadoras adoptaban muchas formas, los autores determinan que se diferenciaban del juego en varios aspectos.
“En los grandes simios, la burla lúdica es unilateral, procede en gran medida del burlador, a menudo durante toda la interacción, y rara vez es recíproca”, destacó Erica Cartmill, de la Universidad de California.
Estos comportamientos se producían principalmente cuando los simios estaban relajados, y compartían similitudes con los comportamientos de los humanos.
Las primeras formas de burla lúdica en los seres humanos surgen desde los ocho meses de edad, cuando el bebé ofrece un objeto a sus padres para luego retirarlo de la mano, infringen ciertas normas sociales (lo que se denomina incumplimiento provocativo) y perturban las actividades de los demás.
Grandes primatólogos de campo como Jane Goodall ya habían mencionado comportamientos similares en chimpancés hace muchos años, pero este nuevo estudio, según sus autores, es el primero que estudia sistemáticamente las burlas y provocaciones juguetonas.
Laumer desea que este trabajo lleve a otros investigadores a estudiar este tipo de comportamientos polifacéticos en más especies para comprender mejor su evolución.
Además, esperan que “aumente la concienciación sobre las similitudes” que se comparten con nuestros parientes más cercanos y “la importancia de proteger a estos animales en peligro de extinción”
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