El nivel de corrupción en una sociedad influye en la honestidad de sus ciudadanos, de forma que, cuánto más propenso es el entorno a vulnerar las normas, menos honestos son los individuos, concluye un estudio publicado en la revista “Nature”.Seguir a @tecnoycienciaEC !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Los investigadores de la Universidad de Nottingham, Simon Gäechter, y de la Universidad de Yale, Jonathan F. Schulz, investigaron cómo “la prevalencia de la violación de normas en el entorno social de las personas, como corrupción, evasión fiscal o fraude político, puede influir en la honestidad intrínseca del individuo”.
La conclusión de la investigación es que “las personas que viven en sociedades más corruptas tienen más probabilidades de ser deshonestas que las que habitan en sociedades donde se desaprueba la violación de las normas”.
Para probar su teoría, los científicos elaboraron un índice de 159 países según la salud de sus instituciones en las categorías de corrupción, evasión fiscal y fraude político, tomando datos de 2003, el primer año en que estaban disponibles para esos apartados.
Después realizaron un experimento entre 2.568 jóvenes de 23 países representativos del panorama mundial, en el que se les dio la posibilidad de mentir para su propio beneficio sin que nadie llegara a enterarse.
Entre estos países estaban China, Alemania, Indonesia, Kenia, Suecia, el Reino Unido, España, Guatemala y Colombia.
En el experimento, los voluntarios, encerrados solos en una cabina, tenían que tirar un dado dos veces, e informar después del primer número que habían sacado, recibiendo más dinero cuánto más alto era este número (menos el seis, por el que no recibían nada).
Si los participantes estaban siendo honestos, todos los números tenían la misma probabilidad de salir, y, si no lo eran, los expertos podían calcular la distorsión.
“No podemos decir a nivel individual si los voluntarios fueron o no honestos, pero dentro de un grupo de personas, podemos extraer conclusiones por las leyes de la estadística”, explicó Gäechter, profesor de Psicología en la Toma de Decisiones.
“Lo que quedó claro de inmediato en los resultados es que, pese a unas cuantas trampas, la gente es sorprendentemente honesta en todo el mundo, visto que en este experimento podían engañar con total impunidad”, afirmó el experto, que añadió: “No vimos mentiras flagrantes en ningún país”.
Sin embargo, los expertos sí detectaron que “los ciudadanos de países con mayores niveles de corrupción tendían a decir que habían sacado números más altos -o sea, que eran más deshonestos- que los de sociedades menos corruptas”.
“La gente limita su nivel de deshonestidad según lo que percibe como aceptable en su sociedad y lo que ve a su alrededor”, comentó el autor del estudio.
Lo que también constataron es que las personas en todo el mundo tienden a “hacer un poquito de trampas” en su favor, lo que en el experimento se tradujo en que, en lugar de informar del primer número sacado en el dado, decían el número más alto sacado en cualquiera de las dos tiradas“, señala el trabajo.
Según Gäechter, esto confirma la teoría psicológica de que “la gente quiere mantener una imagen positiva de sí misma como persona honesta, por lo que solo hará un poquito de trampa en su beneficio, lo que le permite mantener esa imagen propia”.
“Si vives en una sociedad donde todo el mundo rompe las normas, tienes más probabilidades de pensar que está bien hacerlo”, afirmaron los autores.
Los investigadores aseveran que las instituciones débiles, que permiten la corrupción y otras violaciones, “no solo tienen efectos económicos negativos para las sociedades, también los tienen para la honestidad intrínseca de los ciudadanos”.
Fuente: EFE