Recuerdo una de las conferencias de prensa sobre el COVID-19 que dio el expresidente Martín Vizcarra, la del 20 de agosto. Allí, el exgobernante anunció que el Perú estaba en camino de comprar 30 millones de dosis de vacunas, las suficientes para alcanzar una cobertura del 90% de la población.
En esa conferencia, se anunció que se iban a comprar vacunas para 6,6 millones de personas de los laboratorios Sinopharm (China) y del Instituto Butantan (Brasil), y que el plazo de entrega era el “cuarto trimestre del 2020”. ¿Pero cómo podía anunciarse la compra de una vacuna aún no aprobada?
Estamos a días de Navidad. La semana pasada, el presidente Francisco Sagasti anunció que el Perú no tiene ningún acuerdo para comprar vacunas, confesando –en un arranque de sinceridad– que “debemos decir la verdad, las cosas como son”. Se arriesgó a señalar que “un gran lote de vacunas” llegará al Perú en abril del 2021. Es decir, hemos ido del todo a la nada en pocos meses.
Ya con una vacuna aprobada y otra en camino, son varios los países que han empezado, o están a punto de empezar, sus campañas nacionales de vacunación contra el COVID-19. Hoy veremos qué posibilidades tienen los países de medianos y bajos ingresos económicos de obtener estas vacunas.
“Ya con una vacuna aprobada y otra en camino, son varios los países que han empezado a vacunar”.
Un reciente artículo de “The New York Times” hace una interesante revisión del tema y concluye que, debido a que los países ricos tienen asegurada la compra de más del 50% de las vacunas producidas en el mundo durante el 2021, cuentan con tantas dosis como para vacunar más de una vez a toda su población.
Por ejemplo, de recibir todas las dosis de vacuna que han anunciado, la Unión Europea podría vacunar a sus pobladores dos veces, el Reino Unido y EE.UU. podrían hacerlo cuatro veces, y Canadá, seis. Como contraste, si las cosas siguen su curso, durante el 2021, los países pobres solo podrían vacunar, como máximo, al 20% de su población.
La razón de esa terrible desigualdad es que los países ricos –haciendo gala de su poder económico– corrieron el riesgo y apostaron inyectando miles de millones de dólares al proceso de desarrollo de las vacunas, con la condición de que, de aprobarse, ellos serían los primeros en obtenerlas.
Por ejemplo, EE.UU. proveyó 12,4 mil millones de dólares a cinco de las importantes farmacéuticas de vacunas, luego de lo cual firmó acuerdos para tener 100 millones de dosis de Pfizer (con una opción de adquirir 500 millones más); 200 millones de Moderna (con opción de adquirir 300 millones más); y 810 millones de AstraZeneca, Johnson & Johnson, Novavax y Sanofi combinadas (con opción de tener 1.500 millones de dosis más).
El Reino Unido aseguró 357 millones de dosis de Pfizer, Moderna, AstraZeneca, Novavax y Sanofi combinadas y 152 millones de Valneva, un laboratorio que está recién empezando a desarrollar su vacuna.
La Unión Europea se aseguró 1.300 millones de dosis de Pfizer, Moderna, AstraZeneca, Novavax y Sanofi combinadas, además de la compañía alemana CureVac con opción de tener 660 millones de dosis adicionales.
Frente a esa realidad, ¿qué opciones tiene el resto de países?
“Los países ricos cuentan con tantas dosis como para vacunar más de una vez a toda su población”.
Los países de medianos y pocos recursos tienen dos opciones: negociar directamente con las grandes farmacéuticas o participar en el programa Covax, una iniciativa auspiciada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y dos organizaciones sin fines de lucro financiadas por la fundación de Bill y Melinda Gates.
Covax es una especie de repositorio de vacunas, en el que los países pobres deben inscribirse y depositar una cierta cantidad de dinero por su participación. A la manera que hizo EE.UU., ese dinero es transferido a las empresas farmacéuticas para sus investigaciones, con la condición de que, una vez desarrolladas, Covax reciba las vacunas aprobadas.
Pese a los problemas para recolectar el dinero, Covax planea obtener mil millones de dosis para los 92 países inscritos. Esa cantidad, aparentemente numerosa, solo alcanzaría para vacunar, como máximo, al 20% de la población de esos países durante el 2021.
Lo insólito es que, debido a que algunos países ricos también participan de Covax, esta organización ha separado mil millones de dosis para esas naciones y algunas voces se han levantado para que esos países donen las dosis que les corresponden a los países pobres.
Al respecto, según “The New York Times”, el Dr. Bruce Aylward, asesor principal del director de la OMS, dijo que sería injusto que los países ricos tengan tantas vacunas como para proteger a todos sus habitantes, mientras que los países pobres no tengan vacunas ni siquiera para vacunar a sus poblaciones de alto riesgo.
En resumen, no hay duda de que, además de las desigualdades sociales que permiten que en muchos países ciertos grupos de personas sufran más enfermedad y muerte, la pandemia está desnudando la enorme desigualdad en la posibilidad de conseguir las ansiadas vacunas.
—Corolario—
Es incierta la fecha en la que el Perú tendrá las tan ansiadas vacunas contra el COVID-19 para la población. Hemos ido del cielo al infierno en cuatro meses.
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¿Qué diferencias hay entre la vacuna de Moderna y la de Pfizer?
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