Tomar una cerveza caliente puede llegar a ser una mala experiencia. Los ácidos del lúpulo se descomponen con la luz, afectando a su sabor y haciendo que sea desagradable.
Un refresco caliente puede tornarse demasiado dulce y un café helado pierde todo su sentido si no se toma a la temperatura adecuada.
Pero, ¿qué hacer si uno no tiene una nevera a mano o hielo para enfriar el producto?
La empresa californiana The Joseph Company, especializada en tecnología y alimentación, acaba de lanzar un sistema con el que pretende solucionar el problema: “la primera lata del mundo que se enfría sola”, asegura en su sitio web.
Se trata de una iniciativa que ha logrado un reconocimiento especial de la NASA (la agencia espacial de EE.UU.), un premio de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA, por su sigla en inglés) y otro del ejército estadounidense.
La compañía estadounidense asegura que lleva dos décadas desarrollando y perfeccionando la tecnología detrás de las latas que se enfrían solas -a la que ha llamado “MicroCool”- y que el sector de las bebidas llevaba 70 años intentando crear.
“Consumidores en zonas con refrigeración limitada, participantes en actividades como camping, pesca o navegación, y pequeños comerciantes comprenderán el impacto que la autorrefrigeración representa hoy día para la sociedad”, asegura la firma estadounidense.
Funciona a través de una “revolucionaria tecnología que enfría automáticamente la bebida de su elección en (apenas) un minuto, sin usar electricidad, energía o hielo”.
Las latas -cuyo nombre comercial es Chill-Can (lata que enfría)- ya se venden en las estanterías de la cadena de supermercados estadounidense 7-Eleven en 15 tiendas en el área metropolitana de Los Ángeles, California.
El primer producto en adoptarlas ha sido una nueva línea de café helado llamado Fizzics Sparkling Cold Brew Coffee (café frío espumoso preparado), unas latas de café de 250 mililitros y que se enfrían al hacer girar una pequeña pieza en la base del recipiente, antes de voltearla rápidamente.
Ese gesto permite liberar dióxido de carbono (CO2) de un depósito interno, enfriando la bebida en entre 75 y 90 segundos, y haciendo disminuir su temperatura unos 16 ºC.
El sistema añade un peso de 150 gramos al peso total de la lata, cuyo precio roza los US$4 (más del doble que un refresco de cola).
“Como la tecnología de autorrefrigeración es muy innovadora, queríamos introducirla con una bebida innovadora”, indicó Tim Cogil, director de marcas privadas de 7-Eleven, en un comunicado de prensa.
“Será la primera bebida que pueda enfriarse bajo demanda, aportando un nuevo nivel de conveniencia a los clientes que quieran disfrutar de una bebida fría cuando lo deseen”.
Aunque la tecnología es nueva, este no es el primer intento en fabricarla.
En 2012, la misma compañía, The Joseph Company, intentó crear unas latas con capacidad de autorrefrigeración para la multinacional estadounidense PepsiCo.
Pero en esa ocasión usaron un compuesto muy contaminante: un gas llamado HFC-134a.
Se trata de un gas de tipo hidrofluorocarbono (palabra de la cual se derivan sus siglas HFC) muy negativo para el efecto invernadero y que se incorpora en la fabricación de algunos vehículos.
De acuerdo con la la ONG ambientalista Greenpeace, el HFC-134a es un gas “promovido por la industria química que, si bien no daña directamente la capa de ozono, tiene una alta incidencia en el calentamiento global”.
El HFC-134a se considera mucho más dañino que el CO2 que contiene el nuevo sistema, cuyos fabricantes definen como “seguro para el medio ambiente”.
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