El patrón de la mano de los vertebrados se desarrolló por primera vez en las aletas de los peces, justo antes de que estos salieran del agua para colonizar la tierra, hace unos 380 millones de años.
Así lo muestra un nuevo estudio conjunto de la Universidad de Flinders en Australia y la Universite du Quebec a Rimouski en Canadá sobre el fósil de “Tktaalik” hallado en 2010 en Miguasha, en el ártico de Canadá, y que se publica este miércoles en la revista Nature.
Para entender la evolución de los peces en tetrápodos -vertebrados de cuatro patas a los que pertenecen los humanos-, los paleontólogos estudian los fósiles de peces y de los tetrápodos de aletas lobuladas del Devónico medio y alto (hace 393-359 millones de años), los “elpistostegalianos”.
En esta ocasión, a través de tomografías computarizadas, consiguieron imágenes por primera vez del esqueleto competo de la aleta pectoral de uno de estos últimos ejemplares , donde observaron la presencia de un húmero (brazo), radio y cúbito (antebrazo), filas de carpo (muñeca) y falanges organizadas en dígitos (dedos).
“Esta es la primera vez que descubrimos inequívocamente dedos dentro de una aleta con radios en cualquier pez conocido. Los dedos articulados en la aleta son como los huesos de los dedos que se encuentran en las manos de la mayoría de los animales”, señaló John Long, profesor de paleontología en la Universidad de Flinders.
“Este hallazgo hace retroceder el origen de los dedos en los vertebrados hasta el nivel de los peces, y nos dice que el patrón para la mano de los vertebrados se desarrolló por primera vez en la evolución más profunda, justo antes de que los peces abandonaran el agua”, añadió.
Por su parte, el profesor Richard Cloutier de la Universidad de Quebec aseguró que estos hallazgos son lo más cercano que se puede estar de un verdadero “fósil transicional”, una especie intermedia entre los peces y los tetrápodos.
“El origen de los dedos se relaciona con el desarrollo de la capacidad del pez para soportar su peso en aguas poco profundas o para viajes cortos en tierra. El mayor número de huesos pequeños en la aleta le permite tener más puntos de flexibilidad para extender su peso a través de la aleta”, explicó.
Según los investigadores, estos estudios aportan información también para entender los cambios anatómicos asociados con la respiración, la audición y la alimentación, a medida que el hábitat de estos peces cambió del agua a la tierra.
EFE
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