Brasil, O Globo/GDA
A poco más de 30 años, Bob Ebeling, ingeniero que trabajó en la compañía Morton Thiokol contratada por la NASA, y cuatro colegas alertaron a los responsables de la misión Challenger que, en caso de frío extremo, la junturas de goma del tanque de combustible iban a fallar y recomendaron posponer el lanzamiento hasta tener un mejor clima,Seguir a @tecnoycienciaEC !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Sin embargo, los ejecutivos de la empresa y la agencia espacial de Estados Unidos dijeron que no.
La historia volvió a salir en mano del periodista Howard Berkes, de la Radio Pública Nacional (NPR) de Estado Unidos. Él supo de lo sucedido pues le hizo una entrevista a Ebeling hace 30 años, poco después de la explosión, pero el ingeniero se negó a grabar la entrevista y que su nombre sea publicado en los medios de comunicación.
Desde entonces, Ebeling cayó en una profunda depresión, llevando la culpa de no haber hecho más para la cancelación del lanzamiento.
Cuando volvió a casa la noche previa al lanzamiento, después de recibir un “no” a su solicitud de aplazamiento del evento, le dijo a su esposa Darlene: “Va a explotar”.
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Bob Ebeling, de 89 años, en su casa en Brigham City, Utah, EE.UU.
Y así sucedió: 73 segundos después del lanzamiento, el Challenger explotó, matando instantáneamente a sus siete miembros de la tripulación y una gran conmoción en todo el mundo. El programa del transbordador espacial de la NASA fue interrumpido entonces.
Ebeling y sus colegas se sentaron con aprensión frente a la pantalla del televisor en la sede de Thiokol en las afueras de la ciudad de Brigham en el estado americano de Utah, cuando el cohete explotó. Ellos sabían lo que había causado la tragedia.
Lo que sucedió después...
Berkes dice que tres semanas después de Ebeling y Roger Boisjoly, compañero de la empresa y que murieron en 2012, contaron por separado y de forma anónima a la “NPR” lo que sucedió en la reunión previa al lanzamiento.
Ambos, con el corazón roto, lágrimas, describieron en detalle sus conclusiones y argumentos presentados a los responsables del proyecto antes de la tragedia durante 11 horas.
Fue en enero de 2016, en el marco de los 30 años de la tragedia, Ebeling, de 89 años, decidió abandonar el anonimato.
“Yo era uno de los pocos que estaba muy cerca de la situación”, dijo a Berkes. “Si me hubieran escuchado y hubieran esperado a que cambie en el clima, el resultado habría sido totalmente diferente. Había en esa reunión suficientes ejecutivos y gerentes de la NASA para que se expresaran a favor de la postergación”.
Por ser un hombre religioso, Ebeling dice que oró sobre por lo sucedido durante los últimos 30 años.
“Creo que lo que pasó fue uno de los pocos errores de Dios. No debería haberme elegido para este trabajo. Pero cuando esté frente a él, preguntaré: ”¿Por qué yo? El Señor escogió un perdedor“, dijo.
Después de su entrevista en “NPR”, Ebeling comenzó a recibir pilas y pilas de cartas. La mayoría de colegas ingenieros que le decían que no era su cumpla no haber podido evitar el lanzamiento del Challenger.
“Pero estas personas que me escriben no son la NASA. No eran Thiokol, nunca lo he oído hablar sobre el tema”, lamentó Ebeling.
Katie, su hija dice que ninguna de estas dos empresas contactaron a su padre desde que cayó en una profunda depresión, mal que le llevó a retirarse poco después del accidente.
El papel de Thiokol
Pero Berkes logró hablar más tarde con Robert Lund, que era el vicepresidente de ingeniería de Thiokol en el momento de la liberación y fue uno de los ejecutivos que aprobaron la puesta en marcha a pesar de las objeciones de sus cinco ingenieros. Pero Lund no registró entrevista.
“No quiero volver a vivir eso”, dijo. Fue reubicado por la empresa y fue acosado por los vecinos que tuvieron al punto que tuvieron que mudarse. “Eso fue una pesadilla”, dijo.
Lund llamó a Ebeling y le dijo: “Usted hizo todo lo posible.”
¿Y la NASA?
A George Hardy, director de ingeniería de ese tiempo en la NASA y uno de los ejecutivos que decidieron el lanzamiento del Challenger, Ebeling le escribió:
“Usted y sus colegas han hecho todo lo que se espera de usted. La decisión de lanzar fue un paso colectivo de varios individuos de la NASA y Thiokol. Usted no debe torturarse con asumir de culpabilidad. Oro por su salud física y emocional. Que Dios los bendiga”.
Tras leer estas cartas de Ebeling, Kathy, su hija dice que “ha visto un cambio real en papá. Él parece tener más peso en ese corazón”.
Katy cuenta que luego de años, la NASA envió Ebeling un comunicado oficial, escrito por Charlie Bolden, un exastronauta que voló en la misión anterior al Challenger y luego encabezó los esfuerzos para reanudar el programa espacial.
“Honramos a los astronautas del Challenger, no solo por el peso de su pérdida, sino para constantemente permanecer alertas. Y oír siempre lo que dicen las personas como el Sr. Ebeling, que tuvo el valor para decir lo que debía en el momento adecuado para que nuestros astronautas puedan cumplir sus misiones con seguridad”.