La pandemia de COVID-19, que ha matado a más de 3,3 millones de personas, y destruido la economía mundial, “podría haberse evitado”, según expertos independientes encargados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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En un informe publicado este miércoles, denuncian este verdadero “Chernóbil del siglo XXI” y piden urgentemente amplias reformas de los sistemas de alerta y prevención.
“La situación en la que nos encontramos hoy podría haberse evitado”, dijo una de las copresidentas de este panel, Ellen Johnson Sirleaf, expresidenta de Liberia.
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Aunque es severo, el informe no señala a ningún culpable, a diferencia del expresidente estadounidense Donald Trump, para quien China y la OMS, a la que juzgaba sometida a Beijing, eran los únicos responsables del desastre sanitario y económico en el que se encuentra el mundo.
Por el contrario, “esta situación se debe a una miríada de fracasos, lagunas y retrasos en la preparación y la respuesta” a la pandemia, subrayó Sirleaf, en conferencia de prensa.
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“Es evidente que la combinación de malas decisiones estratégicas, de una falta de voluntad para abordar las desigualdades y de un sistema mal coordinado, creó un cóctel tóxico que ha permitido a la pandemia convertirse en una crisis humana catastrófica”, señala el informe.
“Retrasos en todas partes”
Establecido por el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, en aplicación de una resolución adoptada en mayo de 2020 por los Estados miembros de la organización, el grupo independiente, formado por 13 expertos, pasó los últimos ocho meses examinando la propagación de la pandemia y las medidas tomadas por el organismo sanitaria y los países para enfrentarla.
Porque desde el inicio, la OMS fue criticada por sus respuestas a la crisis, principalmente por la tardanza en recomendar el uso de mascarilla. Sobre todo, fue acusada por Estados Unidos de haber sido extremadamente complaciente con China, donde apareció el coronavirus, y tardado en declarar el estado de emergencia sanitaria mundial. El gobierno chino, por su parte, fue señalado de haber intentado camuflar la epidemia.
Por supuesto, “podemos decir que ha habido retrasos en China, pero ha habido retrasos en todas partes”, comentó la exprimera ministra de Nueva Zelanda, Helen Clark, quien copreside el grupo de expertos.
“Ha transcurrido demasiado tiempo”, constataron los expertos, entre la notificación de un foco epidémico de neumonía de origen desconocido en la segunda quincena de diciembre de 2019 y la declaración, el 30 de enero por la OMS, de una emergencia de salud pública de alcance internacional, el más alto nivel de alarma.
Según los expertos, esta declaración podría haberse hecho desde la primera reunión del Comité de Emergencia de la OMS el 22 de enero.
Pero aunque la OMS hubiera declarado la emergencia sanitaria una semana antes, las cosas no habrían cambiado mucho ante la “inacción de tantos países”, reconoció Clark.
Porque fue hasta el 11 de marzo, cuando el doctor Tedros calificó la situación de pandemia, que las gobiernos comprendieron realmente el peligro.
Febrero de 2020, un “mes perdido”
A este respecto, febrero de 2020 fue un “mes perdido” durante el cual muchos países podrían haber tomado medidas para detener la propagación del virus.
En definitiva, “retrasos, vacilaciones y negaciones” han permitido a la epidemia y luego a la pandemia eclosionar, concluye el informe.
El grupo de expertos recomienda a los gobiernos y a la comunidad internacional adoptar sin demora un conjunto de reformas encaminadas a transformar el sistema mundial de preparación, alerta y respuesta a las pandemias.
Para ello, el informe propone varias vías, entre ellas la creación de un Consejo Mundial de Lucha contra las Amenazas Sanitarias, así como el establecimiento de un nuevo sistema mundial de vigilancia basado en una “transparencia total”.
Este sistema daría a la OMS el poder de publicar de inmediato información sobre epidemias susceptibles de convertirse en pandemias sin solicitar la aprobación de los países.
El informe formula también una serie de recomendaciones de aplicación inmediata para poner fin a la propagación del covid, llamando particularmente a los países ricos a proporcionar más de 2.000 millones de dosis de vacunas de aquí a mediados de 2022, al menos 1.000 millones de ellas antes de septiembre.
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