Vanesa Rocha ha despedido a su último paciente. Este le contó que la vida le parece difícil y con frecuencia siente que las cosas le van a salir mal. El paciente de Vanesa acaba de cumplir nueve años y si su caso no recibe un tratamiento periódico el riesgo de sufrir depresión es muy alto.
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“Es poco común que un adulto busque ayuda psicológica, y en el caso de niños eso es mucho menos frecuente. Por eso los padres deben estar atentos a los varios signos de riesgo que pueden manifestarse y ayudar a prevenir problemas mayores”, señala Rocha, psicóloga clínica infantil, en declaraciones a El Comercio.
Según un estudio de salud mental en niños y adolescentes realizado por el Minsa en el contexto de la pandemia por el Covid-19, tres de cada 10 menores presentan problemas conductuales o emocionales, lo que supone un riesgo en su salud mental. Para ellos, se precisa un acompañamiento especializado, en atenciones y evaluaciones.
“Hay algunos comportamientos en niños que en psicología se interpretan como señales de riesgo en salud mental, problemas de conducta, emocionales o atencionales. Es necesario tratarlos de manera inmediata porque durante la edad temprana se suele formar la personalidad”, sostiene July Caballero, coordinadora de niñez y adolescencia de la Dirección de Salud Mental del Ministerio de Salud (Minsa).
Los trastornos mentales y de neurodesarrollo más frecuentes hasta los nueve años están vinculados a problemas de déficit de atención, hiperactividad y epilepsia, según ha identificado el Minsa. De igual manera los trastornos de conducta, ansiedad, depresión y autolesiones, son más habituales en los adolescentes.
“Las personas con problemas de salud mental tienen más riesgo de deserción escolar, de sufrir otros problemas psicosociales o embarazo adolescente, esto perpetúa, por ejemplo, el círculo de pobreza. Tener salud mental contribuye a que nos sintamos bien con nosotros mismos, pero también para que de adultos gocemos de habilidades sociales y autoestima suficiente para sortear las vicisitudes de la vida”, señala July Caballero.
Efecto pandemia
La pandemia ha marcado un antes y un después en la salud mental de las personas y los niños y adolescentes no han sido ajenos a sus efectos. Stephanie Taira, psicóloga de la Unidad de niños y adolescentes del Centro de Salud Mental Comunitario Rijchariy (despierta en quechua), ubicado en Ancón indica que el confinamiento y el cierre de los colegios redujo los espacios de encuentro social masivos, ocasionando falta de estímulos, aislamiento y pérdida repentina de lazos emocionales directos con familiares y amistades. Al mismo tiempo, la interrupción de apoyos psicosociales y de salud, afectando en mayor grado a las poblaciones vulnerables.
En el 2007, un estudio epidemiológico del Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado - Hideyo Noguchi”, revelaba la prevalencia de presentar algún problema de salud mental en niños y adolescentes en Lima y Callao. En menores de 1,5 y 5 años (20,3%), entre 6 y 10 años (18,7%) y entre 11 y 17 años (14,7%).
Las cifras actuales, en el contexto de la pandemia, muestran un peligroso incremento del riesgo de problemas de salud mental en cualquier escala: en niños de 1,5 y 5 años (32,2%), entre 6 y 11 años (32,5%) y entre 12 y 17 años (29,6%).
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“Hay diferentes situaciones que pueden desencadenar problemas en niños y adolescentes. Violencia familiar, separación de los padres o el abandono de uno de ellos, eran los más comunes, con el Covid-19 se han añadido otros problemas, como trastornos de adaptación por temas de duelo”, añade la psicóloga Stephanie Taira. En el último mes, al menos 600 niños fueron atendidos en su área. Los Centro de Salud Mental Comunitario también prestan servicios a adolescentes, adultos y adultos mayores.
La salud mental del cuidador
Los especialistas sostienen que existe una estrecha relación entre la salud mental del cuidador responsable del menor y el riesgo de que estos niños y adolescentes desarrollen problemas psicosociales.
El estudio sobre salud mental reveló que los niños o adolescentes cuyos cuidadores tenían síntomas depresivos mostraron un riesgo dos veces mayor (69,4%) de tener problemas de salud mental en comparación con aquellos sin síntomas depresivos (29%).
“El entorno promueve un desarrollo socioemocional saludable, y al mismo tiempo puede actuar como acelerador de los problemas. Por eso, las condiciones y el acompañamiento de los padres son básicos”, resalta July Caballero.
Un importante número de cuidadores consideró que, en algún momento durante la pandemia, sintió la necesidad de ayuda por problemas de salud mental (44.9%). De este grupo, solo tres de 10 recibió ayuda al respecto (30.8%).
Los primeros cinco años
La psicóloga Vanesa Rocha señala que los bebes también manifiestan problemas conductuales y emocionales, que pueden ir en escala. “Existen algunos indicadores como la irritabilidad cuando los cargan otras personas, cuando lloran mucho y tienen dificultades para calmarse; o la inflexibilidad para estar con personas desconocidas o en lugares nuevos; o dificultades para las rutinas de sueño. A muchas de estas situaciones (los padres) no le dan importancia, pero sí que entregan información para analizar el comportamiento”.
En el caso de los bebes de uno a 17 meses, el estudio sobre salud mental, reveló que un 56,5% presentó riesgo de salud emocional y conductual. En general, el 25,7% de las niñas y niños de esta edad tuvieron dificultades en una de las subescalas de irritabilidad, inflexibilidad y rutinas, el 15,2% en dos y el 15,6% en una.
La psicóloga Stephanie Taira sostiene que los primeros años son básicos para, por ejemplo, evitar trastorno del lenguaje. “Muchos padres llevar a sus hijos a terapia cuando ya tienen cinco años, porque los comparan con otros niños. Ahí han perdido mucho tiempo y olvidan que la estimulación se da en casa”, dice.
Niños
Entre los niños de seis y 11 años, el estudio indagó la presencia de problemas emocionales, conductuales o atencionales. Se reveló que el 38,2% de los menores de este grupo fueron percibidos por sus cuidadores como tristes, preocupados, pesimistas, o que piensan que las cosas son difíciles y les van a salir mal.
Un 11% fue percibido como personas que no siguen las reglas, se pelean con otros, se burlan de los demás y no comprenden los sentimientos de los otros. En tanto, un 27,4% presentó problemas de atención.
Adolescentes
En el caso de los adolescentes entre los 12 a 17 años se halló que 49% de ellos fueron percibidos con síntomas de depresión y pensamientos pesimistas, además de sentirse mal consigo mismo. Solo 7,3% presentaron problemas de conducta y 18,8% dificultades de atención.
“En los adolescentes se manifiestan generalmente problemas de depresión, que muchas veces suelen escalar a intentos suicidas. Son el grupo más vulnerable a autolesiones”, sostiene Taira.
SIGNOS DE ALERTA
Problemas de conducta:
- Se pelea con otros
- No sigue las órdenes o reglas
- No comprende los sentimientos de los demás
- Molesta o se burla de los demás
- Culpa a los demás de sus problemas
- Se niega a compartir
- Coge cosas ajenas
Problemas emocionales:
- Se siente triste
- Se siente pesimista/piensa que las cosas son difíciles y le van a salir mal
- Se siente mal consigo mismo
- Se preocupa mucho
Problemas atencionales
- Le cuesta estar tranquilo
- Sueña despierto/está en su propio mundo
- Se distrae fácilmente
- Le cuesta concentrarse
- Es muy inquieto
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