Chile, El Mercurio/GDA
Cada vez hay más consenso entre los científicos sobre el hecho de que las aves evolucionaron a partir de los dinosaurios. Sin embargo, todavía quedaban dudas.
Una de las mayores fuentes de discrepancia entre paleontólogos y biólogos está relacionada con el desarrollo de los huesos de la muñeca, que aparece diferente en dinosaurios y aves.
Es así como los paleontólogos han descubierto que los dinosaurios poseen en esa región hasta 9 huesos, mientras que en las aves modernas hay solo cuatro. Y los análisis que ambos realizaban no coincidían en cómo habría ocurrido la supuesta transformación.
Sin embargo, un nuevo estudio realizado en el laboratorio de Ontogenia y Filogenia de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, que combinó análisis paleontológicos y biológicos, aporta evidencia clave.
La investigación, que publica la revista PLOS, muestra que en las primeras etapas del desarrollo embrionario, las aves presentan en la región de la muñeca más huesos que en su desarrollo final, tal como ocurría en los dinosaurios, aunque posteriormente ocurren desapariciones o fusiones.
Esto fue comprobado gracias a una nueva técnica llamada inmunofluorescencia que emplea anticuerpos que penetran el cartílago y se iluminan de distintos colores según las proteínas que va encontrando a su paso.
Esto permite una especie de visión 3D del interior del hueso. La técnica fue desarrollada por el biólogo Joao Botelho, quien aparece como autor principal del estudio.
Con esta técnica pudieron determinar en qué momento se forman o transforman determinadas estructuras óseas.
“Es como que hubiéramos inventado un nuevo tipo de telescopio. Podemos ver numerosos aspectos del desarrollo del esqueleto embrionario que eran desconocidos”, dice el paleontólogo Alexánder Vargas, quien dirigió la investigación.
En ella trabajaron con embriones de siete distintas especies de aves, incluyendo pollos, patos, catitas y perdices.
FUSIÓN ÓSEA
Uno de los mayores hitos que lograron fue la confirmación de que el hueso semilunar, que está presente en todas las aves, es resultado de la fusión de dos huesos que estaban presentes en los dinosaurios.
“Tiene forma de medialuna (por eso su nombre) y es responsable del giro básico de las alas de las aves, el hiperplegamiento; es decir, pueden doblar mucho el ala y dejarla muy cerca del cuerpo”. Los dinosaurios más primitivos, en cambio, carecen de esa flexibilidad.
Además, el análisis de los cambios embriológicos a nivel molecular les mostró que un hueso que había desaparecido en la evolución de los dinosaurios en forma muy temprana, el pisiforme, reapareció luego en las aves.
Este hueso es muy importante para el aleteo y es responsable de restringir la flexibilidad cuando se está moviendo el ala.
Los paleontólogos no pensaban que fuera el mismo que habían perdido los dinosaurios, porque algunos dinosaurios avianos, como los velociraptor, no lo tenían. “Pero los estudios embriológicos muestran que se desarrolla de la misma forma y tiene la misma conectividad de músculos”, explica Vargas.