En el vecindario del Sistema Solar existen diversos cuerpos celestes que orbitan cerca de la Tierra y muchas veces se utilizan los términos asteroide, meteorito o cometa como si fueran sinónimos, pero estos puede llevar a muchas equivocaciones.
Estos conceptos tienen marcadas diferencias y varias entidades como la Unión Astronómica Internacional o la Royal Astronomical Society ya han definido sus características.
A continuación te explicamos cuáles son sus definiciones y diferencias:
Un asteroide, por definición, es un cuerpo rocoso que tiene un tamaño inferior al de un planeta y superior al de un meteoroide. Según su composición, puede ser carbonáceo o metálico y no suele tener actividad. En resumen, es una roca mayor a 50 metros que viaja en el espacio.
La mayoría de estos objetos se encuentran en el cinturón de asteroides, un región comprendida aproximadamente entre las órbitas de Marte y Júpiter. Pueden desviarse en ocasiones por la influencia gravitacional de algún cuerpo mayor o planeta.
Existen además asteroides que se encuentran cerca a la Tierra (NEA). Estos son monitoreados por los astrónomos para determinar sus órbitas y detectar alguna eventual colisión con nuestro planeta.
También están los asteroides troyanos, que se mueven en torno a la órbita de Júpiter; los centauros, que se encuentran en la parte exterior del Sistema Solar; y los coorbitantes de la Tierra, que son capturados por la gravedad de esta y se mantienen orbitándola.
Un meteoroide es entendido como un cuerpo menor del Sistema Solar. Su tamaño, de acuerdo a la UAI, es de entre 100 µm (micras) y 50 metros. Este límite los diferencia de los asteroides y cometas. El límite de 100 µm se usa para diferenciarlos del polvo cósmico.
Suelen ser pedazos de asteroides, cometas o de los satélites de algún planeta. Son atraídos por la gravedad terrestres y, por su pequeño tamaño, se vaporizan al llegar a la atmósfera, dejando un rastro visible de polvo brillante producido por la ionización del aire, conocido como “meteoro” o “estrella fugaz”.
Dentro de este concepto también se encuentran los llamados bólidos, que son meteoroides que se desintegran en la atmósfera a unos 10 kilómetros de altura y su brillo puede durar hasta un minuto.
Un meteorito es todo aquel meteoroide que no se ha desintegrado en la atmósfera de la Tierra y que logra impactar con la superficie. Estos son los que dejan los cráteres y pueden causar daños a nivel local o global.
Según su composición pueden ser pedregosos (rocas), metálicos, o una combinación de ambos.
Son cuerpos formados por hielo, rocas y otros compuestos. En la mayoría de casos están activos. Su tamaño es de entre un kilómetro y 5o kilómetros.
Debido a sus órbitas elípticas excéntricas, cuando se acercan al Sol, la luz suele vaporizar el hielo del objeto, formándose así su cola de polvo y gas.
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