¿Pagarías US$400 por un kilo de miel?
Eso pueden llegar a desembolsar los consumidores en algunos países desarrollados cuando compran “miel de manuka” de calidad certificada internacionalmente (dado que abundan versiones más baratas de dudosa procedencia).
El precio varía según el mercado y la concentración de sus componentes. Por ejemplo, en Estados Unidos e Inglaterra se puede encontrar en cadenas de supermercado a unos US$150 el kilo.
Según la Oficina de Propiedad Intelectual del Reino Unido “la evidencia ha demostrado que esta miel tiene cualidades antibacterianas específicas que la convierten en un producto valioso para tratar heridas”.
El componente antibacteriano más importante que tiene la miel de manuka es el metilglioxal (MGO), que aparece en un alto porcentaje, a diferencia de otras mieles que lo tienen en mínimas cantidades.
Hasta ahora ha demostrado ser útil en la curación de heridas, infecciones cutáneas, quemaduras y alergias. Pero no hay estudios independientes que confirmen que esta miel reduce el colesterol, trata la diabetes o mejora el sueño, aunque existen varias investigaciones en curso que intentan descubrir nuevas aplicaciones del producto.
La de manuka no es la miel más cara del mercado.
La que hasta el momento alcanzó el precio más alto es de la variedad Elvish o Peri Bali, en turco. Se llega a pagar hasta US$6.000 por un kilo de ella, y el costo se justifica por la dificultad de obtenerla: proviene de las cuevas de Saricayir Dagi, unas montañas de la provincia de Artvin, en el noroeste de Turquía.
También alcanzan cifras exorbitantes la marca LifeMel, producida por el Laboratorio Zuf Globus de Israel (US$500 el kilo); la miel del arbusto de sidr, que crece salvaje en el desierto de Yemen (hasta US$140 un frasco de 500 gramos) o la miel Bashkiria, hecha con el néctar de las flores de tilo Bashkortostán, una república rusa situada entre el río Volga y los Urales (entre US$140 y US$220 el kilo).
Y como curiosidad, por la miel que se produce desde hace 20 años en el tejado de la Ópera Garnier de París, uno de los casos más conocidos de apicultura urbana del mundo, se llega a pagar US$140 el kilo.
Sin embargo, la de manuka es el que está haciendo más furor últimamente. Y se le atribuyen todo tipo de cualidades para promocionarla como el nuevo “oro líquido”.
Pero en lo que están de acuerdo los especialistas es que tiene probadas características antisépticas, antioxidantes y antiinflamatorias.
Y por si fuera poco, tiene colágeno, una sustancia muy demandada por la industria cosmética, además de un alto porcentaje de vitaminas y minerales.
“La miel de manuka tiene propiedades excepcionales. A los consumidores les gusta y creemos que es probable que mantenga su lugar como la miel premium del mundo”, le dijo a BBC Mundo Ian Fletcher, portavoz de la Asociación de Miel UMF de Nueva Zelanda, que certifica la calidad de los productos que se venden en distintos países.
“El valor de la miel de manuka de Nueva Zelanda ha aumentado rápidamente en los últimos años y sus principales mercados están en Europa, Estados Unidos, China, Japón y el Sudeste Asiático”, agregó.
Las exportaciones de miel neozelandesa en general aumentaron el año pasado hasta llegar a un valor de US$270.000 millones y, según expertos del sector, un 70% de ese valor corresponde a la categoría de miel de manuka.
En relación a las ganancias, Fletcher dijo que es difícil cuantificarlas, dado que los productores son habitualmente pequeños o firmas privadas que no se transan en bolsa como para tener la obligación de dar a conocer sus resultados.
La miel de manuka proviene del néctar del arbusto del mismo nombre (Leptospermum Scoparium), que crece en estado salvaje en ciertas zonas de Nueva Zelandia y Australia.
¿Pero quién es el verdadero dueño de la marca? Existe una disputa legal entre Nueva Zelanda y Australia por el derecho a utilizar la palabra “manuka” como marca propia. Esta “guerra de la miel” nació porque el arbusto crece en ambos países y la miel que proviene de sus flores tiene exactamente las mismas características.
El problema es que la palabra manuka es de origen maorí —como se conoce a los aborígenes y a la lengua malayopolinesia que se habla en Nueva Zelanda— y, por lo tanto, los productores neozelandeses reclaman su derecho a la comercialización.
El enfrentamiento ha llegado tan alto, que el Consejo Australiano de la Industria de la Miel de Abeja calificó la pelea como “injusta y ridícula”.
Pero los neozelandeses creen que la marca les pertenece como una herencia cultural.
“Los productores australianos quieren adoptar el nombre maorí para beneficiarse comercialmente de la marca” dijo Fletcher.
En la práctica, la miel de manuka ha contribuido a que el total de las exportaciones neozelandesas de miel se haya triplicado en los últimos cinco años, con un aumento de la demanda particularmente de China.
La subida de precio es proporcional a la concentración de MGO del producto, llegando a US$450 por kilo la versión más concentrada, según informó el periódico South China Morning Post.
El proceso legal podría ser largo, y mientras se resuelve, ambos países intentan beneficiarse de la gran demanda a nivel internacional.
En este sentido, los australianos proponen que los productores junten sus esfuerzos para potenciar el mercado, algo que los neozelandeses no están dispuestos a transar.
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