Siempre los días con los que termina un año y empieza el siguiente son aprovechados para hacer resúmenes. Los del 2014 terminan con este presentado por la revista “Nature”. Bajo la premisa “la ciencia no tiene que ser seria, sino que a veces puede ser también bonita”, ha realizado una selección de las 10 mejores historias científicas en las que el protagonista ha sido un animal “lindo”.
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Contra el calor
Cuando pensamos en un koala automáticamente lo imaginamos tiernamente abrazado de la rama de un árbol. ¿Por qué lo hacen?
Una investigación de la Universidad James Cook de Australia, hecha con sensores térmicos, señala que para lidiar con el calor extremo, estos marsupiales buscan los troncos más fríos para mantenerse frescos.
Los koalas, además, jadean y se lamen la piel para refrescarse, pero esto los puede deshidratar.
La agente encubierto
Investigadores estadounidenses querían conocer más de cerca las costumbres de una colonia de pingüinos monarca de la Antártida. Intentos anteriores para introducir un robot fallaron. Este año decidieron construir un vehículo automatizado, pero disfrazado como una cría de pingüino. La aceptación fue tal que los machos empezaron a aceptar al robot. Así encontraron una manera menos invasiva de estudiar a estos animales.
El compás interno
Otra de las investigaciones elegidas en esta selección fue la realizada por científicos alemanes. Ellos demostraron que los perros se alinean con el campo magnético de la Tierra para defecar. Esta investigación fue una de las galardonadas con el premio IG Nobel o antinobel 2014.
El amor es bailar
También fue seleccionado el estudio que describe 14 nuevas especies de ranas danzarinas en la India.
Los investigadores descubrieron que los machos en estas especies –cuyo tamaño va desde los 35 mm– lanzan patadas al aire, como si estuvieran bailando, para atraer a las hembras.