La noticia la dio el ministro de Salud de Sudáfrica, Joe Phaahla, el 25 de noviembre. Después de documentar un significativo aumento de casos de COVID-19 en la región de Gauteng, al noreste del país, el sistema de vigilancia genómica sudafricano detectó la presencia de una nueva variante de SARS-CoV-2, a la cual se denominó B.1.1.529.
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En la conferencia de prensa, se informó que esa variante tenía 32 mutaciones, 10 de ellas en la proteína spike, la cual usa el virus para ingresar a las células y contra la cual están dirigidos los anticuerpos neutralizantes formados en respuesta a la vacuna o a la infección natural. Para comparar, la variante delta tiene diez mutaciones, tres de las cuales se encuentran en la proteína spike.
–Sudáfrica–
Una de las nueve regiones de Sudáfrica, Gauteng representa solo el 1,5% de la superficie del país, pero contiene el 25% de la población (aproximadamente 25 millones de personas), localizándose en ella tanto la capital Pretoria, como la ciudad más poblada, Johannesburgo. A pesar de que Sudáfrica fue uno de los primeros países africanos en recibir vacunas de la empresa AstraZeneca, su programa de vacunación fue interrumpido el 8 de febrero al descubrirse que la vacuna era prácticamente ineficaz contra la primera variante descubierta en ese país, la 501Y.V2 (bautizada luego como beta).
Reanudado luego el programa con las vacunas de Johnson & Johnson y Pfizer, la adopción de la vacunación por la población ha sido muy lenta: al momento de escribir esta columna, solo el 28,9% de la población ha recibido al menos una dosis y 24,3% dos dosis. Asimismo, el país no cuenta todavía con un programa de vacunación de dosis de refuerzo.
En Tshwane (parte de Gauteng), y en un lapso de solo tres semanas, el porcentaje de positividad de pruebas PCR pasó de 1% a más de 30%.
“Solo el 28,9% de la población [de Sudáfrica] ha recibido al menos una dosis y 24,3% dos dosis”.
–Tiempo récord–
Menos de 48 horas después del anuncio del ministro de Salud sudafricano, el Grupo Técnico Asesor sobre la Evolución del Virus del SARS-CoV-2 (TAG-VE, por sus siglas en inglés), un grupo independiente de expertos que monitorea periódicamente la evolución del SARS-CoV-2, evaluando si mutaciones específicas y combinaciones de mutaciones alteran el comportamiento del virus, se reunió en la ciudad de Ginebra el 26 de noviembre para estudiar la evidencia proporcionada por los científicos sudafricanos.
La reunión concluyó dándole a la nueva variante el nombre ómicron (la decimoquinta letra del alfabeto griego) y designándola una variante de preocupación.
–Clasificación de las variantes–
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), las variantes son de dos tipos: de interés (VDI) y de preocupación (VDP). Usualmente (algo que no ha sucedido con ómicron), las variantes ingresan a la clasificación como una variante de interés y, luego de acopiarse los estudios sobre sus características, pueden ser reclasificadas como variantes de preocupación.
Según la OMS, las variantes de interés tienen cambios genéticos que pueden afectar las características del virus, tales como que sean más transmisibles, que causen una enfermedad más grave o que puedan escapar a la acción de los anticuerpos neutralizantes producidos por el uso de vacunas o la infección natural. Dice también la OMS que las VDI pueden causar una transmisión comunitaria significativa en varios países, por lo que pueden ser un riesgo para la salud pública mundial.
En tanto, según la OMS, las variantes de preocupación son aquellas que por haber adquirido nuevas mutaciones se ha demostrado que están asociadas a una o más de las siguientes características: aumento de la transmisibilidad, aumento de la virulencia que produce un cambio en la presentación clínica de la enfermedad o una disminución a la neutralización por vacunas o tratamiento por anticuerpos monoclonales.
“Para muchos, la aparición de esta variante es un signo de la inequidad en la distribución de vacunas”
En el caso de ómicron, la evaluación del TAG-VE indica lo siguiente: “El número de casos de esta variante parece estar aumentando en casi todas las provincias de Sudáfrica y tiene una gran cantidad de mutaciones, algunas de las cuales son preocupantes; y en comparación con otras variantes de preocupación, la evidencia preliminar sugiere un mayor riesgo de reinfecciones”.
Omicron tiene más de 30 mutaciones en la proteína de la espiga (región del virus usada para ingresar a las células y contra la cual están dirigidos los anticuerpos neutralizantes), mutaciones encontradas ya en alfa, delta y lambda.
–Corolario–
No hay duda de que la identificación de ómicron debe despertar la alerta de las autoridades de salud pública en todo el planeta. La vigilancia genómica ya ha identificado casos en Bélgica, el Reino Unido, Hong Kong, Alemania, Italia e Israel, y las autoridades migratorias deberían identificar a las personas provenientes de Sudáfrica que ingresen al Perú para su testeo y aislamiento.
Para muchos, la aparición de esta variante es un signo de la inequidad en la distribución de vacunas. Entre los ocho países que han sido objeto de restricciones de viaje por Estados Unidos, ninguno ha vacunado ni siquiera a un tercio de su población.
Hasta que se tengan más datos sobre la distribución y comportamiento de la nueva variante, es importante ser cauto y vacunarse, así como aplicar las medidas básicas de prevención: uso de mascarillas, evitar reuniones en lugares cerrados y lavarse las manos.
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