La ciencia nunca ha sido tan esencial en la toma de decisiones como lo es ahora. La aprobación del uso de emergencia de una vacuna, la aplicación de dosis de refuerzo, la adquisición de pruebas de diagnóstico, todo debe estar basado en evidencia científica. Sin embargo, el recuento de hoy no es sobre lo bueno que se ha alcanzado gracias a este conocimiento en el 2021, sino de los hechos que más han afectado el desarrollo y la percepción de la ciencia en nuestro país.
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Un elemento clave ha sido la mala comunicación. Para la divulgadora científica Alejandra Ruiz León, este año ha estado marcado por la confusión. “Se adoptó la estrategia de que si no los convenzo, mejor los confundo, aprovechando esos vacíos de información. Pero, incluso, la comunidad científica también ha promovido esa confusión”, señala.
–'Vacunagate’–
A inicios del 2021, se reveló que un amplio grupo de personas, entre ellas funcionarios e investigadores científicos, recibió dosis de ‘cortesía’ de la vacuna contra el COVID-19 de la empresa china Sinopharm, cuando estaba siendo evaluada a través de un ensayo clínico.
En total, 487 individuos recibieron la vacuna de forma irregular, meses antes de que se iniciara oficialmente la campaña de vacunación en el país.
Como menciona la revista “The Lancet”, la crítica no solo está en el hecho de que la élite política recibiera primero la vacuna, sino también en la mala práctica de las universidades que llevaron a cabo el ensayo clínico del producto, pues permitieron que se administrase antes de tener la aprobación clínica final.
“El ‘Vacunagate’ puso en duda la integridad de nuestra comunidad científica y reveló que hay conflictos de interés y falta de transparencia. Además, este hecho involucró a especialistas que desarrollaron los cursos de integridad científica que todo investigador debe llevar para obtener esa clasificación en el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec)”, dijo a El Comercio Percy Mayta-Tristán, director de Gestión de Proyectos de la Universidad Científica del Sur.
–Dióxido de cloro–
En mayo, el Congreso aprobó la creación de una comisión que investigase los efectos del dióxido de cloro en seres vivos, así como en el contexto de la pandemia del COVID-19.
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Este tipo de productos y sus derivados se usan para desinfectar superficies inanimadas. No obstante, durante la pandemia han sido promocionados como un tratamiento eficaz para el COVID-19.
Su uso terapéutico ha sido desaconsejado por varias entidades internacionales. Por ejemplo, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advierte que el dióxido de cloro y sus derivados podrían ser tóxicos si se ingieren, lo que causaría una variedad de efectos adversos; además, hasta la fecha no existe evidencia científica sobre su efectividad.
Pese a las críticas de los especialistas, el Congreso creó la comisión investigadora. Y tras meses de trabajo, este grupo concluyó que no hay evidencias respecto a los resultados positivos o negativos del uso del dióxido de cloro como tratamiento para el COVID-19.
–Presupuesto y fondos–
“Se necesitan recursos para hacer que la ciencia atienda las necesidades del sector sanitario y avancemos en acortar las brechas hacia la independencia tecnológica de cara a nuevas pandemias. Para lograrlo, también necesitamos laboratorios con altos niveles de bioseguridad, mejorar los mecanismos de aprobación de fármacos y dispositivos médicos, y simplificar las normas y procesos administrativos que obstaculizan el avance científico”, subraya Fabiola León-Velarde, expresidenta del Concytec.
El presidente Pedro Castillo ha sostenido que su gobierno promoverá la ciencia en el Perú. Sin embargo, el presupuesto para la investigación se ha visto disminuido en más de un 20%. De acuerdo con la ley del presupuesto del sector público para el año fiscal 2022, el Concytec, el principal promotor de la ciencia y tecnología en el país, recibirá un monto de 127′096.501 soles, 23,4% menos en comparación con el 2021.
“El presupuesto para la investigación científica es menor en comparación al del 2021, y este ya había sido reducido respecto al año anterior; es decir, está en descenso, a pesar de que nuestra inversión en ciencia es una de las más bajas de la región. Estamos realmente mal. La investigación científica en el Perú se encuentra en una situación de total incertidumbre”, opina Rodolfo Salas-Gismondi, investigador del Laboratorio de Biogeociencias de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
Entre el 2017 y el 2021 se desarrollaron proyectos de inversión pública financiados parcialmente con préstamos del Banco Mundial y del BID, por un total de 330 millones de soles, que fueron administrados por el Concytec y por el Ministerio de la Producción y que ayudaron al desarrollo de proyectos de investigación.
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Para el período 2022-2026, nuevos recursos del Estado y de esos dos bancos se han gestionado, a través de un monto de 250 millones de dólares. Sin embargo, estos fondos siguen siendo insuficientes.
“Debido a la limitación de recursos, solo uno de cada siete proyectos [de investigación] que se presentan a los concursos resulta ganador, y se quedan sin financiamiento un buen número de proyectos que también merecerían respaldo”, dijo a El Comercio Benjamín Marticorena, presidente del Concytec.
–Leyes y un ministerio prometido–
A inicios del 2019 se promulgó la Ley de Promoción del Desarrollo del Investigador Científico, que tiene por objetivo promover y reconocer la labor de estos especialistas. Pero hasta la fecha no cuenta con un reglamento y no puede ser aplicada, lo que afecta a los aproximadamente 5.000 investigadores registrados en el Concytec, indica León-Velarde.
Por su parte, Gisella Orjeda, vicepresidente de la Academia Nacional de Ciencias y expresidenta del Concytec, indica que la reciente Ley del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Sinacti), promulgada este año, fracciona el sistema de ciencia, tecnología e innovación del país en dos, aislando elementos que deben tener una coordinación estrecha.
“Una clara muestra que esta ley no mejora la coordinación con el mas alto nivel del estado es que el ente rector y las agencias han hecho caso omiso del primer reporte emitido por la comisión consultiva. Dicho reporte, ni siquiera ha sido discutido fuera de la comisión para examinar las posibilidades de tomarlo en cuenta en esta importante política pública”, recalca.
Asimismo, el actual Gobierno anunció la creación de un Ministerio de Ciencia. Y aunque el presidente Castillo aseguró que viene impulsando ese tema desde varios frentes, no hay información detallada al respecto.
“El tema del Ministerio de Ciencia quedó en nada. No es que esté a favor de la creación de un Ministerio de Ciencia, pero demuestra que no existía ningún programa serio en relación a la necesidad de desarrollar la ciencia. Yo pienso que si se crea un Ministerio de Ciencia se deben incluir a las universidades en él”, señala Salas-Gismondi.
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