Daniel Bonilla recuerda que un fin de semana su hijo Lucas, por entonces de 7 años, empezó a quejarse de fuertes dolores estomacales. “Llamé a un amigo pediatra para que lo viera, y resultó que no se trataba de ningún problema estomacal, como creíamos. Lo que tenía era una gran fatiga muscular en los abdominales por estar haciendo algo que no debía hacer”, cuenta este ingeniero de 40 años.
Pero ¿qué era lo que no debía estar haciendo Lucas? Copiar en secreto a su papá, que hacía ‘crossfit’.
En su precoz furor por el entrenamiento de alto impacto, no solo recurría a elementos para hacer ejercicio disponibles en la casa, sino que se embarcaba en imitar ‘challenges’ (desafíos) que veía en redes sociales, como el tratar de hacer 100 abdominales en un minuto. De ahí el dolor ‘estomacal’...
#StrongKids, chicos fuertes, es una etiqueta en redes sociales que da cuenta de un fenómeno actualmente en auge: el de los niños que, sin haber siquiera entrado en la adolescencia, buscan cuerpos marcados, aquellos que requieren duros esquemas de entrenamiento que no son compatibles con el momento de desarrollo que atraviesan sus cuerpos.
Buena parte de la explicación de este fenómeno tiene que ver con un modelo corporal en el cual la musculatura es uno de los elementos centrales; allí están, por ejemplo, Neymar luciendo sus abdominales en una foto que se viralizó hace poco, o las incontables campañas publicitarias de un Ronaldo que suele exhibir su trabajado físico.
“Antes, los chicos quizás miraban más a los actores o a los músicos como ídolos, pero hoy no hay dudas de que miran a los deportistas”, asegura Verónica Yemal, de 38 años, mamá de Ezequiel, de 11, quien recientemente le dijo que quería ir al gimnasio, a lo cual Verónica no accedió.
“El otro día –cuenta Verónica–, Ezequiel veía publicidad de unas marcas de perfumes que tienen a deportistas mostrando su cuerpo, y me decía: ‘Mira, cuando yo tenga esos cuadraditos...’ Así les dicen él y sus amigos a los abdominales marcados”, cuenta Verónica.
Con la etiqueta #strongkids es posible hallar a cc_starzz, de Austin, Texas, que con 8 años tiene 26.900 seguidores. Esta semana, un video en el que levanta pesas suma casi 20.000 visualizaciones en Instagram. Happyluma, por su parte, muestra cómo, con 5 años, levanta un peso de 17 kilos (un niño de esa edad pesa, en promedio, 18 kilos).
La médica deportóloga Inés Benetti comenta: “Hoy, los chicos están siendo muy prematuros en muchas conductas, desde el consumo de sustancias hasta esta búsqueda de marcar un cuerpo sin tener una educación respecto de las edades a las que está indicado hacer levantamiento de peso, algo muy riesgoso antes de la pubertad y que tiene un montón de efectos contraproducentes. Y que, además, predispone también a frustraciones”.
Nadie les ha explicado que los músculos no se marcan si no hay testosterona dando vueltas por sus cuerpos. “Si no hay andrógenos, si no hay testosterona, no hay posibilidad biológica de aumentar la masa muscular. Por más ejercicios que un chico de 10 años haga, no tiene posibilidad de hipertrofiar sus músculos, pues es recién al entrar en la adolescencia cuando tendrá esa posibilidad”, explicó el médico pediatra y deportólogo Santiago Kweitel, quien comentó que a veces la búsqueda de un cuerpo más musculoso proviene de los propios padres.
“Me pasa mucho en el consultorio que vienen padres y me dicen, por ejemplo, que su hijo juega al fútbol, de defensa central, y que lo ven muy flojito, que quieren que tenga más cuerpo. Hoy hay muchas expectativas puestas en los niños; muchos quieren tener un Messi, aun cuando es sabido que menos del 0,5 por ciento de los que empiezan a jugar en inferiores llegan a primera”, afirmó Kweitel.
Ezequiel juega al tenis, al fútbol y hace algo de ‘running’ con sus amigos, cuenta su mamá, Verónica Yemal. Sin embargo, cuando le pidió que lo dejara ir al gimnasio, Verónica entendió que algo pasaba.
“Él y sus amigos se miran todo el tiempo al espejo los cuadraditos; están muy pendientes de eso, que si salen bien en la foto, si se ven o no se ven. Está muy fuerte ese tema, al punto de que con un par de mamás nos preocupamos y decidimos consultar al pediatra”.
“Con respecto al tema de que Ezequiel esté todo el tiempo cuidándose y mirándose, el pediatra me dijo que esté atenta a si se trata de un asunto específico de él o es algo que está dando vuelta en su grupo, que es lo que realmente pasa, con lo cual –me dijo– no debía preocuparme. De hecho, la respuesta que habitualmente escucho, tanto de él como de sus compañeros, es que a las niñas les gustan los niños con cuadraditos”.
¿Y el pedido de comenzar a ir al gimnasio a los 11 años? “El pediatra me recomendó que espere hasta los 18, a que haya completado su desarrollo. Por eso negocié con Ezequiel y le permití que descargue una aplicación en su celular para hacer ejercicios que no implican levantamiento de peso ni aparatos”, respondió Verónica.
La consulta con el médico pediatra en situaciones como esta es fundamental. Nadie quiere niños sedentarios, pero el otro extremo también puede ser peligroso.
A Daniel Bonilla, la consulta con el pediatra le permitió, primero, descubrir que, en secreto, su hijo Lucas llevaba a los 7 años un entrenamiento incompatible con su edad. Con el adecuado asesoramiento, Daniel fue capaz de encauzar la pasión por el deporte de Lucas, quien hoy, a los 10, además de jugar al rugby, lleva adelante en forma complementaria una rutina de ‘crossfit’ adaptada a su edad y a sus necesidades físicas.
“En el gimnasio donde yo hago ‘crossfit’ le diseñaron una rutina adaptada a su edad y a su cuerpo. Incluso ve cambios cuando juega al rugby, siente que tiene más potencia, más aire, que puede correr más rápido, que tiene más resistencia”, contó Daniel, quien explica que el niño también está bajo control médico.
Pero, para la médica deportóloga Inés Benetti, es claro que el gimnasio no es el mejor lugar para que un niño despierte su gusto por la actividad física: “Los chicos se meten entre cuatro paredes, en gimnasios donde hay gente más grande, que tienen diferentes tipos de fines ahí adentro, y, desde mi punto de vista, eso no es conveniente para un chico de 11 o 12 años. A esa edad deberían estar con sus pares, en planes más recreativos, estimulando lo que se llama fases sensibles del crecimiento, con ejercicios como los de elongación, indicados para que su organismo pueda desarrollarse en momentos en que están creciendo sus huesos”.
Santiago Kweitel coincide. “Allí no están la camaradería, el trabajo en equipo ni otros valores que sí se encuentran en un deporte”. Y añade que uno de los problemas cuando un niño asiste a un gimnasio suele ser la falta de un entrenador, “alguien que esté mirando permanentemente a ese chico para que no levante un peso que sea inadecuado o evitar que haga un ejercicio con mala técnica, cosas que pueden provocar lesiones”.
Y el otro punto peligroso es el consumo de suplementos deportivos (algunos de dudoso origen y calidad), esos que se ofrecen para ganar músculos. “La consulta más frecuente de los chicos de 14 años en adelante, cuando empiezan a entrenar en el gimnasio, es qué tienen que tomar para estar más musculosos”, cuenta el pediatra Kweitel. “Tienen tan metido el marketing que creen que les hace falta ‘una ayudita’ para llegar a algo”.
Inés Benetti coincide: “Hoy, los suplementos deportivos es algo que está siendo publicitado en forma masiva y agresiva, y es muy tentador para los chicos” que andan obsesionados con el espejo.
Y no se trata solo de que los suplementos deportivos publicitados para ganar músculo no sirvan para ello (vale aclarar que no hay evidencias científicas a su favor) o puedan tener efectos colaterales a largo plazo, sino lo lejos que el modelo de ‘magia-lista-para-consumir’ que proponen está de lo que la práctica deportiva tiene para darles a los niños en términos de valores, compañerismo y diversión.
El deporte, en conclusión, es mucho más que músculos.
Cuando los llamados cartílagos de crecimiento se cierran (entre los 15 y los 16 años) finaliza la fase principal de crecimiento, aun cuando haya un menor crecimiento en los años posteriores. Levantar peso puede acelerar el cierre de esos cartílagos de manera precoz. Si ello ocurre, el niño, o niña, tendrá una talla inferior a la que la que su potencial genético lo predisponía.
GDAEl Tiempo - Colombia
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