Isabel Kamt no olvida su viaje a Panamá de 2014, cuando tenía 26 años. La última semana de su estadía en el país caribeño iba a dedicarse a hacer turismo, pero algo inesperado sucedió. Aquella vez, la regla que tuvo le causó dolores demasiado fuertes, como nunca antes había tenido.
Desde un tiempo atrás, ya había empezado a sentir algunos malestares, incluso había acudido a varios ginecólogos; sin embargo, siempre recibía la misma respuesta: los dolores menstruales son una condición normal en la mujer.
Tuvieron que pasar dos años, en los que se la pasó de consultorio en consultorio, para que recién pudiera saber qué era lo que le sucedía: tenía endometriosis.
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El diagnóstico la dejó aliviada pero confundida. En algún momento llegó a creer que tenía cáncer; de manera que, saber que tal no era su caso la tranquilizó bastante. No obstante, nuevas interrogantes surgieron, ¿qué era esta enfermedad de la que nunca había oído hablar y qué tan grave podría ser?
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El camino que Isabel tuvo que recorrer para obtener un diagnóstico certero no fue nada fácil, por el contrario, fue largo, angustioso y sobre todo muy doloroso.
Los ginecólogos le decían que lo que sentía era normal, que en cada persona el dolor menstrual se manifiesta de una manera diferente. Sin embargo, ella no recuerda haber tenido malestares tan fuertes ni tan prolongados anteriormente.
Tras la poca ayuda que encontró, decidió ir al urólogo. Y es que los dolores que sentía eran como los de una infección urinaria.
“A mí no me dolían tanto los ovarios, me dolía intensamente como si tuviese una especie de infección urinaria, por eso decidí ir al urólogo”.
Pero esta vez tampoco le dieron razón, así que tuvo que continuar con su vida como hasta ahora: soportando el dolor.
Para ella, los dos días previos a su regla eran una tortura, incluso evitaba tomar mucha agua porque sentía ardor al orinar. El dolor le duraba la tercera parte del mes. En ese lapso casi no salía de casa, y cuando tenía que hacerlo - como para ir a clases- trataba de demorar lo mínimo posible.
Solo un año después, en 2015, cuando se fue a vivir con su novio, volvió a retomar las consultas por insistencia de él.
“A mi novio le llamó la atención por qué yo tenía 10 días del mes completamente paralizada por algo que se supone que es normal”.
Cuando volvió al médico, luego de varios chequeos, le detectaron una pequeña bolita en la zona de la vejiga. Así, tras una cistoscopia (técnica exploratoria que permite examinar el interior de la vejiga urinaria), los resultados mostraron que la parte superior de su vejiga estaba lesionada, de modo que los médicos le dijeron que había que operar, aunque no supieron decirle exactamente qué tenía.
“Las pruebas mostraron una bolita en la vejiga a la que siempre trataron como si fuera un tumor, pero no estaban completamente seguros de qué era realmente. Fue como si me dijeran ‘te vamos a quitar lo que tienes pero no sabemos qué es’”.
Finalmente, después de buscar una segunda opinión, se operó. Le habían dicho que los tumores en la vejiga suelen ser cáncer, lo que terminó asustándola mucho más. “Mentalmente yo me preparaba para un diagnóstico de cáncer, ya me imaginaba cómo me iba a ver sin pelo y todo ese tipo de cosas”.
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Los médicos le dijeron que la operación había salido bien. El tumor que le habían extraído era grande, ocupaba una gran parte de la zona superior de la vejiga. Además, le cortaron parte de ese órgano por si había células cancerígenas.
El tumor se envió a analizar en la misma clínica donde se operó y los resultados solo mostraron que se trataba de un tumor benigno. No conforme con ello, prefirió llevar la muestra ella misma al Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN), donde por fin le diagnosticaron endometriosis.
“Si yo me hubiera quedado solo con ese diagnóstico no hubiera recibido el tratamiento que ahora recibo y probablemente me estarían operando de nuevo”.
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La endometriosis es un trastorno a menudo doloroso en el que el tejido que recubre el interior del útero (el endometrio) crece fuera de esta cavidad, principalmente en los ovarios, las trompas de Falopio, el tejido que reviste la pelvis y, con menos frecuencia, en la vejiga. Provoca dolores intensos, sobre todo durante el periodo menstrual.
El doctor Alfredo Celis López, ginecólogo de la Clínica Anglo Americana y expositor internacional del tema, explica a El Comercio que este es un trastorno que afecta a las mujeres en edad reproductiva, desde la adolescencia hasta que entran en la menopausia, y que se manifiesta básicamente en dos condiciones: dolores e infertilidad.
“Cuando una mujer menstrúa el tejido endométrico sale al exterior como con el sangrado. Pero cuando una mujer menstrúa no solo lo hace hacia afuera, sino que también menstrúa -a través de las trompas- hacia adentro, a la cavidad pélvica. Lo normal es que ese sangrado interno sea removido por el mismo organismo; no obstante, en las mujeres con endometriosis, ese sistema de limpieza falla, entonces la sangre que queda en la cavidad pélvica se adhiere a los tejidos de otros órganos y produce una inflamación”, explica.
“El dolor se manifiesta cuando la mujer menstrúa (dismonorrea), cuando tiene relaciones sexuales (dispareunia) y también cuando, en su periodo, hace deposiciones” añade.
Los síntomas incluyen: dolor en el bajo vientre o en la espalda, que a menudo empeora durante la menstruación, dolor al ir al baño, náusea, estreñimiento, diarrea o sangre en la orina durante la menstruación, dificultad para embarazarse. Incluso para algunas mujeres, la endometriosis puede conducir a depresión. En algunas personas se pueden formar adhesiones de tejidos en el cuerpo, adhesiones que hacen que los órganos se fusionen.
Según el especialista, aproximadamente un 10% de las mujeres en edad reproductiva tienen endometriosis; de las mujeres que tienen dolor pélvico crónico, un 70% la padece, y de las mujeres que son infértiles, un 50 % tiene la enfermedad.
Hasta el momento, no se conoce a ciencia cierta por qué surge la endometriosis en algunas mujeres y en otras no.
El doctor recalca la importancia del diagnóstico temprano en las mujeres. “Hay muchas adolescentes que tienen dolor intenso, a las que les dicen que es algo normal, pero en un alto porcentaje de ellas hay en realidad endometriosis. El problema es que muchas veces los médicos son renuentes investigar el tema”, comento. De hecho, según diversos estudios el promedio de la demora en hacer diagnóstico de endometriosis es de 10 años.
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Los tratamientos para la endometriosis son principalmente dos: el quirúrgico (laparoscopia) y el médico (medicación). Ambos deben ir acompañados. La medicación sirve para aliviar los síntomas del dolor, mientras que el tratamiento quirúrgico sirve para extirpar el tejido endometrial.
Asimismo, se debe ser consciente que, al ser una enfermedad crónica, las pacientes tendrán que tomar los medicamentos toda su vida hasta la menopausia, cuando desaparece la enfermedad.
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El “tumor” que encontraron en la vejiga de Isabel era en realidad tejido endometrial, según se confirmó en el hospital de Neoplástica, y este debió haber sido tratado de una manera distinta a como se hizo. Se debió realizar una cirugía laparoscópica, con lo cual se hubiera detectado la presencia del tejido, para su posterior eliminación.
Hoy, ella todavía tiene un quiste endometrial en el ovario, pero es muy pequeño y está controlado gracias al tratamiento con progestágenos que recibe, de tal manera que ya no crece ni le causa dolor.
Si bien se siente mucho mejor, la medicina - al ser hormonas- le ha generado algunos efectos secundarios, como la aparición excesiva de acné, que controla con un tratamiento de analgésicos, enrojecimientos de las encías e incremento de peso.A Isabel, algunos médicos le dijeron que exageraba cuando les contaba los desesperante malestares que sentía, por ello, recomienda a todas las personas que tienen dolores menstruales fuertes no pensar que es algo normal y acostumbrarse a estos. “Por más que parezca interminable, hay que continuar con la búsqueda. Si ya te han atendido mil médicos, el mil uno te entenderá. No hay que darnos por vencidas”.
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